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armas, y que utilizan profusamente las ventajas que ofrecen los paraísos fiscales. De acuerdo con las estimaciones de la Oficina de Drogas y Crimen de las Naciones Unidas, la cantidad de dinero blanqueado globalmente en un año oscila entre el 2 % y el 5 % del PIB mundial, lo que equivaldría a una suma de 800 mil millones a 2 billones de dólares. El Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) es un cuerpo intergubernamental establecido en 1989, cuyo objetivo es combatir el lavado de dinero elaborando normativas adecuadas y monitorizando su implementación y eficacia. De acuerdo con los análisis de este organismo las puertas traseras que se utilizan para introducir los flujos de dinero en el sistema financiero sin importar su procedencia son los paraísos fiscales. Obviamente, las cifras que se manejan ponen de manifiesto que ese lavado de dinero negro no puede ser realizado únicamente por entidades marginales. Tienen que estar implicados grandes bancos cuando nos movemos en ese orden de cifras.

      Entre las profundas simas donde se blanquea el dinero procedente de la droga, la trata de personas y el tráfico de armas y las zonas próximas a la superficie donde las entidades industriales obtienen beneficios de la realización de operaciones financieras encontramos diversas actividades económicas sumergidas a distintos niveles de profundidad.

      Muy cerca del fondo, se encuentran las operaciones que se llevan a cabo en los paraísos fiscales cuyo objetivo es la evasión de impuestos. Dejar de cumplir con las obligaciones tributarias puede constituir un delito en función de la cantidad defraudada y cuando hablamos de paraísos fiscales, generalmente estamos refiriéndonos a grandes sumas. Estos tax havens sirven para ocultar grandes fortunas por medio de diversos procedimientos. El más utilizado es el fideicomiso (traducción aproximada del término inglés trust), en virtud del cual un fideicomisario o trustee administra el capital en beneficio del titular del fideicomiso. En estas operaciones se encuentran involucrados grandes despachos de abogados especializados que pueden ser titulares formales de miles de fideicomisos y que utilizan mecanismos complementarios para hacer más opaca la identidad de sus clientes. El escándalo de los Papeles de Panamá puso de manifiesto que, para gran cantidad de políticos, deportistas, hombres de negocios y personas del mundo artístico la utilización de los tax haven con el objetivo de ocultar sus fortunas al fisco constituye una práctica rutinaria. De acuerdo con un informe de 2018 hecho público por la Tax Justice Network, los activos no declarados en el extranjero oscilan entre los 8 y los 32 billones de dólares.

      Los paraísos fiscales realizan funciones sistémicas en el mundo de la globalización. Estas no tienen que ver solo con la evasión de capitales, sino, sobre todo, con la «elusión» fiscal. Son un componente fundamental de la ingeniería financiera de las empresas transnacionales, uno de cuyos objetivos estratégicos es pagar la menor cantidad posible de impuestos. La forma más eficaz de conseguirlo es hacer aflorar sus beneficios en un paraíso fiscal, es decir, manipular sus operaciones de manera que sean las filiales situadas en esos territorios las que obtengan la mayor parte de las ganancias de la empresa. La posibilidad de realizar este tipo de maniobras deriva del carácter transnacional de la economía. Así, la gran mayoría del comercio global de mercancías está constituida por transacciones intrafirmas, es decir, se realiza entre filiales de una misma compañía o entre estas y la empresa matriz. Al tratarse de operaciones internas pueden manipularse los precios de transferencia, inflándolos o rebajándolos, de forma que unas filiales parezcan obtener beneficios, aunque no sea así, y otras sufrir falsas pérdidas. Existen diversos tipos de técnicas que permiten llevar a cabo estas maniobras de elusión fiscal.

      Para citar un nombre y cifrar una cantidad, señalaremos que el informe afirma que Apple ha contabilizado la obtención de 246 mil millones de dólares en el extranjero, una suma mayor que la de cualquier otra empresa. Obviamente, las empresas financieras también hacen un uso intensivo de los paraísos: Citigroup reporta oficialmente 47 mil millones de dólares ganados en el extranjero y Goldman Sachs declara tener 905 filiales en paraísos fiscales de las que 511 están en las islas Caimán, aunque la entidad financiera no tiene ninguna oficina en ese país.

      De acuerdo con los datos contenidos en este informe de 2017 y en sus ediciones anteriores los autores concluyen que las ganancias declaradas en el extranjero con fines fiscales por las multinacionales de EE UU casi se duplicaron entre 2010 y 2016. El estudio también señala que Holanda es el paraíso fiscal preferido por las empresas de la Fortune 500. Esta afirmación es congruente con el hecho de que los Países Bajos ocupen el cuarto lugar en el ranking mundial de paraísos fiscales (Corporate Tax Haven Index) elaborado por la Tax Justice Network en 2019.

      La expresión inglesa Base Erosion and Profit Shifting (BEPS), que se podría traducir en español como «Erosión de la base imponible y traslado de beneficios» se utiliza para referirse a las diferentes estrategias fiscales que usan las transnacionales a fin de hacer aflorar sus beneficios en países de baja o nula fiscalidad. En 2013, la OCDE elaboró un plan para hacer frente a estas trampas denominado precisamente «Proyecto BEPS» que preveía una serie de acciones contra la elusión fiscal. En 2015, la organización estimó que su costo global para los estados en términos de ingresos tributarios no percibidos se situaba entre 100 000 y 240 000 millones de dólares.

      La disminución de la carga fiscal que se ejerce sobre las empresas es uno de los factores que ha provocado el desmesurado incremento de la desigualdad en el mundo de la globalización que ha sido tan minuciosamente analizado en los libros de Piketty.

      3.5. Especulación: el casino global

      El enorme volumen de los productos derivados o la desmesurada magnitud del mercado de divisas dan plausibilidad a la tesis de que buena parte de la actividad del sector financiero tiene una finalidad meramente especulativa. Para precisar qué se entiende por «especulación» nos remitimos a una definición clásica formulada por Michael Kaldor en 1939:

      Esta caracterización permite diferenciar con bastante nitidez la compra de bienes con fines productivos o comerciales de la especulación. La visión del sistema financiero de la globalización

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