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un poco al pasado, o sea cuando anduve por la región del viejo Caldas, recuerdo que mis compañeros y relacionados me ridiculizaban, no sólo por mi acento boyacense, sino por ser tan seco el aborigen nombre de Suta, mi tierra natal, y eso me producía tanto enojo que decidí hacer unas coplas para recitarlas antes que empezaran las burlas. Estas coplas con ritmo de torbellino las hice a comienzos de la década del 50, como queriendo con esto suavizar el seco nombre de Suta, y a la vez resaltar sus costumbres:

      Coplas Sutanas Torbellino

      Yo soy de Sutamarchán,

      del ‘mesmo’ “Sutapelao” (bis),

      donde se toma la chicha

      y se come el maíz ‘tostao’.

      y ¡hurra! y ¡ay! si la guabina.

      De allá de ‘onde’ son los hombres

      del pantalón bien ‘cintao’(bis),

      donde se labra la tierra

      con los bueyes y el ‘arao’.

      y ¡hurra! y ¡ay! si la guabina.

      Donde se cantan guabinas

      y se pelea mano a mano (bis),

      pero no en valentonadas

      como hacen los mexicanos.

      y ¡hurra! y ¡ay! si la guabina.

      De esa tierra boyacense

      de mujeres sin ‘pecao’ (bis),

      que por muchas que uno tenga

      siempre queda ‘provocao’.

      y ¡hurra! y ¡ay! si la guabina.

      Hembras como la esmeralda

      de ese Muzo tan ‘mentao’ (bis),

      tan lindas como la Virgen,

      tan ‘güenas’ como el cacao.

      y ¡hurra! y ¡ay! si la guabina

      (Bogotá 1949)

      Coplas Sutanas

      Luego de esa manera fui superando el complejo del dialecto y de la procedencia; así mis críticos fueron cambiando de postura, pero el problema para el boyacense iba más lejos, porque la mayoría de los paisanos que yo conocía y a los que identificaba con el inconfundible acento, negaban su tierra o esquivaban ser identificados. Por supuesto, ese comportamiento me hizo comprender que había que hacer algo para mejorar nuestra imagen, pero eso era difícil. Sin embargo, en una ocasión en que fui invitado a una fiesta, me aventuré a cantar una canción que acababa de perfeccionar con ritmo de bambuco, cuyo contenido resaltaba de alguna manera el vocabulario campesino de mi departamento y estaba inspirado en una bella campesina que conocí, allá en mi lejana niñez, cuando era ventera de una de las tantas chicherías que había en Villa de Leyva, a quien cortejaban con desmedida avidez todos los mancebos de la época. Su imagen se me grabó para siempre al igual que su nombre: Florinda, el que aproveché como motivo de creación en los tiempos poco gratos de la violencia política al finalizar la década de los cuarenta. Es uno de mis primeros asomos de compositor y la estrené años después en el teatro San Jorge de Bogotá en el programa Micrófono Abierto en 1951, cuyo presentador era Otto Greiffenstein. Su título es “Mana Florinda”.

      Mana Florinda Bambuco

      Estrofa 1

      Ésos, tus ojos, Mana Florinda,

      ésos, tus ojos, me tienen loco,

      porque más lindos

      en otra cara yo no los topo.

      ¿Pa’ qué me niegas tus ‘miraítas’,

      tus ‘miraítas’ que han de ser mías?

      ¿pa´ que me ‘ojendes’

      con tus remilgos y tus manías?

      Estrofa 2

      ¿No ves, negrita, que ayer ‘mesmito’

      muy por la tarde allá en el rastrojo

      platiqué con tu mamá

      pa’ realizar con vos mi casorio?

      Estrofa 3

      Y ella ‘untualito’ me dijo asina:

      -Como Dios manda y ‘toíta’ entera,

      con su ‘jalda’ negra y su mantellina,

      pa’ vos solito tengo mi negra-.

      Por eso, niña, mañana ‘mesmo’

      con vos ‘en junta’ pa’ que me ‘creigas’

      vamos en tanto a hablar con el cura

      a nuestra Villa ‘el Rosario ‘e Leyva

      (Bogotá 1948)

      Mana Florida

      Con ese estreno me gané un aplauso más y, de contera, los Maestros Milciades Garavito y Emilio Sierra me honraron escribiéndome la partitura, motivo más que suficiente para seguir componiendo bajo el amparo de las musas.

      Luego, recordando a mi pueblo natal, no propiamente por sus riquezas naturales ni por su linaje, sino más bien por su pobreza, su lucha por el trabajo honrado y su amor por todas las cosas nobles del espíritu, le llevé estas jocosas coplas en ritmo de torbellino. Con éstas me propuse presentar a mi pueblo natal como de espíritu muy liberal, adornado todo esto con sus productos típicos y, de otro lado, tratando de censurar la violencia conservadora y de glosar el caduco latín en los ritos religiosos.

      Testamento Sutano Torbellino

      Estrofa 1

      “Que en Sutamarchán me entierren,

      -dijo al morir un sutano-

      porque es tan ‘güena’ mi tierra

      que ni siquiera hay gusanos.

      Estrofa 2

      “Y cuando esté entre el cajón

      de chicha, quiero un dedal

      pa’ decirle a Dios lo ‘güeno’

      que es ser uno liberal.

      “Que sea mi caja mortuoria

      un tiple de puro cedro

      pa’ tocárselo a la Virgen

      con la venia de San Pedro.

      “Para que en el cielo sepan

      que Boyacá es un placer

      con sus vivos, con sus muertos

      y los que están por nacer.

      “Que al morir me echen también

      un revólver ‘güeno’ y ‘jino’

      para espantar a los godos

      que encuentre por el camino

      “Es mi última voluntad

      que, en cambio de misereres,

      me canten cuatro guabinas

      de ésas que vienen de Vélez.

      “Que por responsos me toquen

      torbellinos de ésos bellos

      que en Boyacá se fabrican

      con

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