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que a la vez son oraciones y plegarias ante Dios, revelan lo más profundo de los sentimientos humanos con los cuales las personas se identifican con facilidad. La dimensión religiosa y profundamente espiritual de estas oraciones ponen de manifiesto la extensa gama de experiencias espirituales que le dan sentido de orientación y pertinencia a la vida misma.

      Como la religión incluye esencialmente las respuestas humanas ante Dios, las formas y el carácter de las experiencias religiosas están íntimamente relacionadas con las percepciones y los conceptos que se tengan de la divinidad. En efecto, las experiencias y las ideas no solo están relacionadas sino que se influyen mutuamente al proveer los espacios adecuados y las dinámicas necesarias para la reflexión profunda y sosegada, que le permite a la gente que adora comprender, afirmar y celebrar la revelación divina.

      En el particular caso del libro de los Salmos, las vivencias religiosas y las articulaciones teológicas se ponen claramente de manifiesto en los poemas que revelan los sentimientos más hondos del pueblo de Israel. En sus plegarias y clamores se afirman y recuerdan las intervenciones divinas en la historia del pueblo y se reflexiona en torno a esas manifestaciones extraordinarias en medio de las realidades cotidianas de la comunidad.

      Según el Salterio:

       Una vez habló Dios;

       Dos veces he oído esto:

       Que de Dios es el poder,

       y tuya, oh Señor, es la misericordia;

       porque tu pagas a cada uno conforme a su obra

      Salmo 62.11-12

      Poder y misericordia son términos de gran importancia espiritual en el Salterio y en la Biblia, porque identifican dos de las cualidades divinas más importantes, y presentan, además, de forma complementaria, dos componentes formidables de las intervenciones de Dios. En efecto, el Dios bíblico, a quien se canta y ora en el Salterio, funde en su esencia la autoridad y la fuerza, junto al amor y el perdón. El poder demuestra su naturaleza creadora y justa, y la misericordia pone de relieve el amor que guió su voluntad en los procesos de creación, liberación, conquista, restauración y renovación del pueblo de Israel.

      En la Biblia hebrea, los Salmos se incluyen en la tercera sección conocida como «Escritos», luego de la Ley y los Profetas. Esta división tripartita de las Escrituras hebreas presupone las diversas etapas de su desarrollo histórico y su crecimiento literario, además de su aceptación como literatura canónica, con autoridad religiosa, legal, espiritual y moral en la comunidad judía.

      La Ley presenta el recuento inicial de las intervenciones e instrucciones de Dios en la historia del pueblo de Israel; los Profetas articulan la revelación y los desafíos divinos a la humanidad; y los Salmos, por su parte, describen el diálogo divino-humano que pone en clara evidencia las necesidades del pueblo y las respuestas de Dios.

      Los salmos son, del otro lado, literatura poética, expresiones litúrgicas, experiencias cúlticas, enseñanzas espirituales, articulaciones metafóricas. Son piezas estéticas que motivan y edifican a la gente de fe; son poemas de gran sensibilidad ética que inspiran y desafían a hombres y mujeres de piedad a vivir a la altura de las exigencias morales y espirituales que se ponen de relieve al estudiar las Sagradas Escrituras. Transmiten ciertamente un aluvión de posibilidades de interpretación y de alternativas de aplicación, por esa naturaleza poética e simbólica que les caracteriza, y también porque presentan y revelan muchos siglos de vivencias espirituales y experiencias religiosas.

      A través de la historia, tanto para la comunidad judía como para la cristiana, el Salterio ha sido fuente de gran inspiración. Sus poemas ponen en evidencia clara el extraordinario y fundamental diálogo entre el ser humano y Dios. Una lectura inicial de los salmos descubre en sus pasajes expresiones de extraordinaria belleza literaria, que presentan las peticiones, alabanzas y quejas de la gente ante el Ser Supremo. Reflejan, en efecto, las preocupaciones más importantes de la comunidad judía antigua, que preservó esa literatura de forma oral y escrita a través de los siglos. Además, las personas que adoran y oran al Señor en diferentes períodos históricos se han identificado tan profunda y espiritualmente con esta literatura, que han tomado las plegarias y alabanzas de los salmos, y las han articulado y repetido en medio de diferentes experiencias de la vida.

      En ese sentido, los salmos no son literatura antigua e irrelevante, pues se convierten en recurso contemporáneo y pertinente para orientar las devociones privadas y para guiar las experiencias de adoración colectivas. Proveen, en esencia, muchos de los recursos pastorales, teológicos, espirituales y litúrgicos que se encuentran en las Sagradas Escrituras. Brindan las palabras precisas, las oraciones necesarias y las ideas requeridas para entablar un diálogo significativo con Dios. Y esas peculiaridades literarias

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