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una voz maligna. No era mi voz; era una voz burlona, gruñona y acusadora que competía directamente con la promesa de un nuevo corazón que Bob acababa de leerme. Esa voz decía cosas como: "Estás demasiado sucio. No hay esperanza para ti. Dios no te aceptará jamás. Si acudieras a Cristo, lo contaminarías".

      Tuve la sensación vívida de estar atrapado en una batalla entre dos voces: por un lado, la voz de la promesa y la esperanza; por el otro, la voz de las tinieblas y la hostilidad. Esa fue la única vez en que he tenido una experiencia así. Sin embargo, estaba a punto de abandonar el reino de las tinieblas, y el rey de las tinieblas no iba a dejarme ir sin luchar.

      Le dije a Bob: "Siento que soy muy malo como para acudir a Cristo. Y no puedo… simplemente no puedo pedirle a Dios que me cambie". Bob dijo: "Puedes pedirle a Dios que te ayude a pedirle a Dios que entre a tu corazón. Puedes pedirle cualquier cosa a Dios, así que puedes pedirle las fuerzas para pedirle que te rescate". Eso fue lo que hice. Mi oración salió directamente de Lucas 18: "Dios, sé propicio a mí, pecador" (v. 13). Clamé al Señor; la voz maligna se alejó. Mi experiencia de esa noche fue tal como enseña Santiago 4:7-8. Me acerqué a Dios en arrepentimiento y fe, y el diablo huyó.

      A la mañana siguiente, desperté en un universo nuevo. El mundo estaba lleno de luz y brillantez, y yo estaba colmado de torrentes de gozo. Las primeras palabras que cruzaron mi mente fueron: "Soy cristiano. Estoy en casa". Tenía casi veintiséis años, y sentía que había transitado veinticinco años por un camino caluroso y polvoriento que no llevaba a ningún lugar. Ahora estaba donde en verdad debía estar.

      Esas veinticuatro horas fueron las primeras en que tomé conciencia de que estaba en una batalla. Estaba frente a enemigos poderosos: el mundo a mi alrededor, que ignoraba a Dios y se reía de los cristianos; mis deseos de ser mi propio señor y salvador, y Satanás, la fuerza motriz de todas las mentiras que creía y las tinieblas en que vivía. Pero Dios irrumpió en mi vida. El Espíritu usó a un amigo que estuvo dispuesto a amarme y contarme la verdad sobre Dios, el mundo y mí mismo para alumbrar mi oscuridad personal.

      En el ministerio personal, encontrarás a mucha gente que, al igual que yo, no tiene idea de que está en las garras del señor de las tinieblas y sus mentiras. Cuando aconsejas a alguien que aún no conoce al Señor, sabes que esa persona está viviendo en la niebla del engaño fundamental. Está desorientada respecto al sentido de la vida. Está andando en oscuridad y no sabe en qué tropieza (Proverbios 4:19). Además, sabes que el engañador de todo el mundo no ama a sus seguidores. Al final, pretende matarlos, así que debes estar preparado para ofrecer ayuda.

      También encontrarás y ayudarás a otras personas que sí conocen a Cristo. Cuando aconsejas a un hijo amado del Señor, sabes que el diablo tiene especial aversión contra esa persona. El gran dragón, "la serpiente antigua", está furioso "contra la mujer… [y] contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo" (Apocalipsis 12:9, 17). Esa descendencia una vez fue suya (Efesios 2:3; 5:8). Sin embargo, cambiaron de bando: pasaron de las tinieblas a la luz, de la muerte a la vida. No obstante, debido a sus problemas y luchas, tienen la necesidad crucial de conocer a Cristo como refugio, protección y fortaleza, así que debes estar preparado para ofrecerles ayuda.

      Este libro trata de cómo ayudar a la gente. Resistir el mal nos lleva a navegar en aguas profundas y oscuras: la complejidad del corazón humano, la complejidad de las influencias culturales, la complejidad del enemigo. Debemos aprender a luchar bien, a revestirnos del mismísimo Jesucristo, a vestir las armas de luz con las que Él derrota a las huestes de las tinieblas.

      ¡Resistamos juntos las tinieblas en la sabiduría pastoral del propio Jesucristo!

      

aime y Cristina son una pareja de tu iglesia. Jaime no cree en Satanás. En realidad, tampoco cree en Dios. En su mundo, todo depende de él. No hay fuerzas espirituales externas, solo decisiones que él toma. Ahora mismo, ha decidido tener una amante y dejar a Cristina, su esposa desde hace diez años. Quiere que le des permiso para alejarse.

      Joel se reúne contigo para contarte que su esposa Laura cree que él tiene un demonio de adicción que hace que beba demasiado. Ella suele orar con él, expulsando el demonio. En un comienzo, Joel pensaba que las oraciones de Laura habían curado sus problemas con el alcohol. Tenía más control sobre la bebida. Sin embargo, el último tiempo las cosas prácticamente volvieron a lo mismo de antes. Todavía bebe demasiado. Se pregunta si de verdad tiene un demonio de adicción y quizás no hayan encontrado la forma correcta de orar.

      Catalina acaba de convertirse al cristianismo. Creció en un hogar cristiano donde le enseñaron de Jesús, pero decidió apartarse por su propio camino. Se casó, tuvo tres hijos y hace un año puso su fe en Jesús. Ahora, su esposo Tomás está firmemente opuesto a que ella asista a la iglesia y lleve a los niños con ella. No sabe qué hacer. Viene a pedirte orientación.

      Sandra ve la acción del diablo en todos los problemas, sean grandes o pequeños. Una vez, le sacó un demonio a su computador. Estaba segura de que el virus del equipo era obra del diablo. Cuando habla de sus malas decisiones, siempre dice que Satanás se apoderó de ella. De verdad cree, en sus propias palabras, que "el diablo me hizo hacerlo".

      Si tuvieras que aconsejar a Jaime, Joel, Catalina y Sandra, ¿qué les dirías? ¿Les hablarías de la batalla espiritual en la que están y de los enemigos invisibles que enfrentan o tendrías una tendencia natural a hablarles de asuntos concretos y más fáciles de describir: dinámicas psicológicas, influencias sociales y hechos fisiológicos? ¿Cómo encaja el poder misterioso de las tinieblas con los factores más comprensibles de las vidas de las personas? ¿Acaso es posible que esos factores aparentemente comprensibles en realidad sean mucho más esquivos de lo que nos imaginábamos porque operan codo a codo con el tejedor de espejismos y engaños?

      Piensa en Jaime, que no cree en Dios ni Satanás, pero al mismo tiempo está atrapado en las mentiras del diablo con respecto a quién está sirviendo realmente y qué produce verdadera felicidad. ¿Podemos entender sus decisiones a la plenitud sin aludir al modo en que está siendo influenciado por las mentiras del mundo que lo rodea y sus propios deseos, mentiras que se originan en el señor de las tinieblas? O piensa en Catalina. ¿De verdad puede entender el odio que su esposo siente por todo lo cristiano sin aludir a la batalla espiritual en la que ahora se encuentra?

      También tenemos a Sandra. ¿Es correcto que convierta al diablo en el "actor principal"? ¿Sería correcto que habláramos del diablo de inmediato y con frecuencia, como si sus acciones fueran la explicación más relevante de todo lo que sale mal? Quizás Laura, la esposa de Joel, tiene razón al ver al diablo como el "demonio de las carencias", factor extra que solo es aplicable cuando un problema resulta complejo, extraño y especialmente difícil de resolver.

      ¡¿Cómo debemos entender el rol del diablo en nuestras batallas?!

      Estas preguntas son difíciles, y es muy fácil errar el camino al pensar en el rol del maligno en este mundo. En la primera parte de este libro, veremos que la Escritura nos ayuda a responder estas preguntas sabiamente. Quizás la explicación más completa de cómo debemos resistir el mal se encuentra en Efesios 6:10-20, el texto clásico sobre nuestra participación en el conflicto entre la luz y las tinieblas. El motor de este libro consistirá en desentrañar ese pasaje y probarnos cada implemento del equipo que Dios nos dio para combatir el mal. En la segunda parte, ilustraremos cómo luce la guerra espiritual en la vida real, usando ejemplos de personas que han enfrentado diferentes batallas.

      Partamos hablando de lo que la Biblia nos lleva a pensar sobre la guerra espiritual.

       EL CONCEPTO BÍBLICO DE LA GUERRA ESPIRITUAL

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