Аннотация

Este libro trata lo relativo a las denuncias por abusos de autoridad cometidos contra soldados conscriptos durante la guerra de Malvinas (1982), a los que determinada postura político- jurídica, pretende encuadrar como torturas caracterizables como delitos de lesa humanidad, o bien como crímenes de guerra. Mediante un trabajo exhaustivo, los autores ofrecen un recorrido analítico que comienza con la constitucionalidad de la jurisdicción militar al tiempo de los hechos, aceptada por la Corte Suprema, pasando por la desconocida actuación de los tribunales de guerra en Malvinas, la consideración jurídica que merecieron en su momento los abusos de autoridad cometidos en la modalidad de aplicación de sanciones disciplinarias, a la luz de esclarecedora documentación inédita; la revisión de los elementos típicos de los crímenes de guerra (que en el caso no se adecúan con la verdad, la lógica y las circunstancias) y la técnica para interpretarlos, hasta el derecho penal humanitario cuya fuente es el derecho internacional. Una exposición ágil y clara muestra el tránsito del derecho penal internacional a la especificidad del debate local, con hilo conductor siempre presente en que el género de hechos denunciados no constituye crímenes de guerra. El enfoque minucioso y sistemático acerca de los sujetos protegidos por las convenciones internacionales, se detiene en la situación de quienes resultan víctimas de maltratos cometidos por integrantes de la misma fuerza a la que pertenecen (crímenes intra-force). Este libro necesario y esclarecedor destruye mitos forjados por interpretaciones ideológicas unilaterales respecto de uno de los episodios más dramáticos de la historia argentina.

Аннотация

Cuando los argentinos nos interrogamos sobre cuáles serían los motivos de nuestra ya prolongada declinación como país, encontramos explicaciones basadas en políticas educativas desactualizadas o mal aplicadas, adopción de teorías económicas contrarias a nuestros intereses o aplicadas con falta de idoneidad, influencias culturales ajenas a nuestras raíces, u otros innumerables orígenes. Seguramente habrá fundamentos valederos para sostener lo reprochado en cada una de estas áreas.
Muy pocos son los que analizan cual es la preponderancia que ostenta sobre nuestro devenir la enemistad social que vemos manifestarse día tras día entre nuestros conciudadanos.
La Iglesia Católica ha manifestado, a través del entonces presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor José María Arancedo y en el marco de la 106° Asamblea Plenaria del Episcopado, que: «Parecería que los argentinos no nos queremos ni nos cuidamos, nos enredamos en un estéril juego dialéctico que nos enfrenta, descalifica y hace difícil ese encuentro que nos permita crecer como Nación». «Necesitamos recuperar el valor de la palabra como instrumento de un diálogo sincero, creíble y respetuoso, que nos permita crecer en una cultura del encuentro».
Los autores que reúne esta compilación, de diferentes orígenes y experiencias profesionales, dirigieron su mirada hacia las consecuencias que los violentos años 60 y 70, que la Justicia denominó «guerra revolucionaria» han tenido sobre el cuerpo social. Igualmente analizaron las heridas que han quedado aún abiertas y examinaron las maneras en que, en otras latitudes y en otros tiempos, se plantearon el desafío de cerrar un pasado doloroso y paralizante con la vista puesta en el futuro hacia el cual debían caminar unidos. Pasado que debería ser «interpelado» con amplitud, resistiendo a la «tiranía» del Uno que hoy nos dice que el «mal» de esos tiempos, solamente encuentra su origen en un sector de la sociedad.
Se deslizan, inclusive, en estas páginas algunas sugerencias sobre acciones posibles a implementar para promover la concordia y la paz social.
La intención de los ensayistas ha sido suscitar en los lectores el deseo de profundizar en estos temas y generar el debate necesario que lleve a encontrar soluciones que logren modificar este escenario de «Nación Dividida» tan perjudicial para las próximas generaciones de argentinos. Para poder responder así al dilema que nos plantea Víctor Hugo: «¡De qué está hecho el mañana!»