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de la Universidad de San Francisco. Cuando acepté la dirección, le dije a Elisa Stephens, presidenta de la universidad: ‘¿Sabes?, soy vieja y mandona... ¡y puedo hacer de esto una realidad!’ La vida es plena. Si alguna vez necesito una red de seguridad, mis amigas estarán allí, y estoy agradecida por ello”.

      Jackie Speier perdió, por menos de tres puntos, la elección para convertirse en asistente del gobernador de California, y concluyó su periodo como senadora estatal. Después empezó a trabajar en un despacho de abogados, con la obstinada determinación de continuar en el servicio público, pero sin tener un camino claro para lograrlo. Entonces, Jackie tuvo un momento de “deseo contra destino”. ¡Se postuló para el puesto del Distrito XIV en la Cámara de Representantes de Estados Unidos y ganó! “Siempre espera lo inesperado, o al menos prepárate”, dice Jackie. Con más de diez años en la Cámara, Jackie se ha convertido en una figura nacional cuando se trata de hablar en contra del acoso sexual, la violencia armada y los ataques a nuestra democracia por parte de intereses extranjeros.

      Michealene Cristini Risley hizo un viaje a África, y no fue de vacaciones. Su intención era documentar la terrible situación de las niñas y mujeres jóvenes en Zimbabue. Arrestados e interrogados por funcionarios zimbabuenses, Michealene y su equipo fueron encarcelados y luego expulsados del país. Ella continuó su trabajo como activista de derechos humanos, y su documental Tapestries of Hope (“Tapices de esperanza”), ganó múltiples premios. Es presidenta de Curiosity Ink Media, empresa especializada en el desarrollo de franquicias de medios y la creación de entretenimiento sano para los niños. Junto a su esposo Eric y sus hijos Christopher, Austin y Dillon, ha descubierto que el hogar se encuentra en donde el se halla corazón.

      El esposo de Deborah Collins Stephens murió; poco después, su hija se graduó de la universidad. “Ahora estoy aprendiendo a vivir sola, después de un matrimonio de treinta y tres años”, dice. Cuando su hijo Aaron se casó, Deborah caminó con él hacia el altar, ganando una nuera a la que adora. La selección de sus pertenencias, al pasar de una casa grande a un pequeño bungaló, tuvo su propia versión en el ámbito laboral. “Ahora solo elijo pasar mi tiempo con personas y en proyectos que realmente amo”, dice. “¡Me he ganado ese derecho!” Deborah continúa dando consultoría en desarrollo de liderazgo y es asesora ejecutiva, pero solo para mujeres líderes. ¿Por qué? “Simplemente porque necesitamos más de ellas, y estoy comprometida a hacer mi parte”, afirma.

      Gracias por leer nuestro libro. Que puedas escalar a una nueva vida y lograr tus sueños. Ten la certeza de que te estaremos animando.

      DEBORAH COLLINS STEPHENS

      MICHEALENE CRISTINI RISLEY

      JACKIE SPEIER

      JAN YANEHIRO

      Poco menos que el peor de los escenarios

      Sin importar que se tengan veinte, cuarenta o sesenta años,

      que se haya tenido éxito, que se haya fracasado

      o simplemente se transite por la vida,

      que el pasado haya estado lleno de sol,

      cubierto de tormentas o haya sido uno de esos días

      aburridos sin clima, la vida comienza de nuevo

      cada mañana en el corazón de una mujer.

      LEIGH MITCHELL HODGES

      POETA (1876–1954)

      Somos, simplemente, cuatro mujeres que el destino unió al azar. En conjunto hemos experimentado las alegrías extremas y las penas profundas que la vida ofrece, desde los momentos mundanos hasta los dramáticos y surrealistas. Tenemos un historial de seis matrimonios, un divorcio, diez hijos, cuatro hijastros, seis perros, dos abortos espontáneos, dos gatos, doce peces koi, una adopción fallida, la viudez, dos periquitos y la experiencia de haber fungido como padres sustitutos. Hemos construido empresas, perdido empresas y vendido empresas. A una de nosotras le dispararon y fue dada por muerta en una pista de aterrizaje en Sudamérica, y tres hemos sobrevivido a la muerte de nuestros cónyuges.

      Hemos criado bebés y adolescentes, y seguimos vivas para contarlo. Las relaciones románticas han roto nuestros corazones, y nuestra amistad los ha reparado. Hemos conocido la fama y la soledad; también la duda sobre nuestras capacidades y la amenaza de la ruina económica. Hemos cuidado a nuestros seres queridos que han enfrentado enfermedades terminales, y hemos apoyado a quienes han perdido a sus seres queridos.

      Crecimos en familias que no eran ricas, donde vivir de quincena en quincena era la norma. ¡Hemos conocido más riqueza de la que nuestros padres podrían haber imaginado, y hemos perdido más dinero del que ellos pudieron ganar! Obligadas a ser creativas, hemos criado familias con presupuestos reducidos y, en ocasiones, hemos sido el único sustento económico cuando nuestros cónyuges estuvieron desempleados, gravemente enfermos o en etapa terminal. En la vida profesional, a menudo hemos sido las únicas mujeres en la mesa. ¡Hemos tomado riesgos como apostar la empresa, apostar las elecciones y, en algunos casos, apostar la casa!

      Cuando suceden cosas malas a mujeres inteligentes

      Cierta vez, un reportero se refirió a nuestra colección de eventos desafortunados como la versión femenina del libro de Job... ¡casi como si una plaga de langostas estuviera a punto de caer sobre nosotras en cualquier momento! Sin embargo, no vemos nuestras vidas con tristeza o arrepentimiento. Las vemos como regalos, como el resultado de un cúmulo de acontecimientos que nos han ayudado a desarrollar un agudísimo sentido de lo que es importante y de lo que simplemente no lo es. Hemos aprendido a reinventarnos una y otra vez. Ahora sabemos que el proceso de reinvención se lleva mejor con humor, amistad, optimismo, y una linterna de largo alcance para ver la luz al final de cada túnel.

      Tenemos una característica en común: la pérdida. Hemos experimentado la desgarradora pérdida de vidas, matrimonios e hijos; la pérdida de la inocencia y el dinero, de la estabilidad y la esperanza. Las pérdidas provocan transiciones formidables que tocan a todas las mujeres en algún momento; sin embargo, nunca deben enfrentarse en solitario, por lo que creamos una reunión mensual en torno a nuestras mesas de cocina para compartir nuestras vidas, y para apoyarnos y alentarnos mutuamente. Estas conversaciones informales junto a la estufa siempre fueron terapéuticas e inspiradoras. Nuestras pláticas nos dieron esperanza y fuerza interior. Sabíamos que juntas, como amigas, nunca caminaríamos solas.

      Amigas en torno a una mesa de cocina

      Se corrió la voz sobre nuestras conversaciones en la mesa de la cocina. Nos pidieron que habláramos en conferencias y ante grupos de mujeres. Titulamos nuestra charla “Sobrevivir y prosperar. Diez consejos turbocargados para mujeres en transición”, y supusimos que quizá unas treinta personas asistirían a la presentación.

      ¡Más de 400 mujeres llegaron a nuestra primera sesión, obligando a los bomberos a cerrar las puertas! Ese día contamos nuestras historias. Las mujeres hicieron fila para hablar con nosotras. Compartieron sus versiones personales de “sobrevivir y prosperar”. Semanas después nos animaron a escribir un libro. Más organizadores de conferencias nos invitaron a hablar. Utilizamos la idea de escribir un libro como excusa para continuar con nuestras reuniones mensuales, pero sin escribir una sola palabra.

      De hecho, seguimos reuniéndonos durante más de una década antes de poner en papel una palabra de ese libro imaginario que les dijimos a todos que estábamos escribiendo. Hablamos sobre perder negocios, perder maridos y querer perder maridos. Hablamos sobre construir carreras, construir familias y reforzar nuestra frágil habilidad para crear redes. Hablamos sobre encontrar nuestra autoestima, encontrar nuestro camino, e incluso encontrar nuevas parejas. Hablamos sobre desafíos, asumir riesgos y la oportunidad de amar de nuevo. Hablamos con sinceridad sobre la amenaza de la ruina financiera, sobre la ruina financiera real, y sobre cómo evitar la ruina financiera. Hablamos sobre nuestros hijos, nuestros compañeros de trabajo,

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