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mundo de la agricultura, tan desconocido para mí, y me atrevería a decir que para mucha otra gente. La agricultura, el campo, es la base de todo, la razón primera de una vida más sana. Yo ya sabía, por ejemplo, que para tener una buena salud hay que cuidar el sistema digestivo y el mundo de las bacterias que viven en él y mantienen intactas sus funciones. Ahora he aprendido que el «sistema digestivo» del campo es el suelo, y la «microbiota» que trabaja de manera invisible son los gusanos y todo lo que vive por debajo proporcionando nutrientes orgánicos y naturales para los cultivos. Me fascina pensar que funcionamos de la misma forma: mi cuerpo y el campo. Es fácil deducir que si cuidamos nuestra agricultura y ganadería, y vamos evolucionando hacia un sistema más respetuoso, si garantizamos alimentos sin pesticidas, esto querrá decir que nuestra flora intestinal lo agradecerá, no debilitaremos nuestro sistema digestivo ni tampoco amenazaremos nuestro sistema mental y emocional. Estamos conectados con la tierra mucho más de lo que creemos, pero el estilo de vida actual, urbanita y acelerado, nos lo hace olvidar. Esto lo sabemos todos, pero yo me resisto a pensar que no lo podemos cambiar. Podemos hacerlo, yo diría que estamos obligados. Y mucho más ahora, en estos tiempos amenazantes para nuestra salud, en que no hay que ser muy lista para entender que la naturaleza nos ha dado un toque de atención serio y grave. Quizá nunca antes había quedado tan clara la necesidad de cambiar y reorientar nuestras vidas, respetando el medioambiente y a nosotros mismos.

      Este libro nos lleva por un nuevo camino de conocimiento y de cambio. Francesc nos explica muchas cosas que ha aprendido y ha vivido. ¿Y sabéis qué? ¡Yo incluso me he emocionado! Se me ha escapado alguna lagrimita y me encanta que sea así. Quiere decir que el autor no es solo un buen técnico y divulgador, sino también un excelente narrador que pone el alma en lo que hace. Lo pude confirmar cuando visité su finca Can Font en el Empordà (norte de Cataluña) y conocí a su familia y su historia: buena gente, nueve generaciones de agricultores enamorados de su oficio.

      Espero que os interese lo que leeréis tanto como me ha interesado a mí. Que os haga entender y pensar un poco. Entre todos podemos hacer el mundo algo mejor, y libros como este son una buena herramienta para intentarlo.

      SILVIA ABRIL

      Actriz, humorista y presentadora de televisión

      ACTUAR Y ADAPTARNOS

      Recuerdo que ya hace unos cuantos años, cuando estudiaba el máster de Meteorología, un profesor nos propuso ver dos películas: Una verdad incómoday The great global warming swindle [La gran farsa del calentamiento global]. En la primera, se veía cómo Al Gore, exvicepresidente de Estados Unidos, intentaba que los líderes mundiales se concienciaran sobre el cambio climático y actuaran. La segunda exponía una idea totalmente contraria: ponía en entredicho la influencia del hombre en el calentamiento global y argumentaba que había intereses políticos y financieros detrás. Antes de explicarnos nada más, el profesor nos hizo reflexionar sobre las dos ideas y pronunciarnos teniendo en cuenta nuestros conocimientos. Entonces, el cambio climático no estaba tan «de moda» como ahora, a pesar de que ya hacía tiempo que los expertos en clima nos advertían de este problema. Ahora ya no es necesario creer en previsiones futuras; ahora las consecuencias son evidentes.

      Los científicos llevamos años intentando hacer entender al mundo entero que este cambio ya está aquí y que hay que actuar para que los efectos no sean todavía más dramáticos en el futuro. Pero parece que ha hecho falta una frase como «Me han robado mis sueños y mi infancia con sus palabras vacías», saliendo de una joven como Greta Thunberg, para que el mundo se dé cuenta de que realmente esto es un problema. Ella se ha convertido en una pieza clave haciendo de altavoz en todo el mundo, gracias a que ha captado nuestra atención y la ha dirigido hacia el gran trabajo que los expertos llevan años haciendo. El calentamiento global es un problema que hace años que nos persigue. Sin embargo, lamentarnos no es la solución. Actuar y adaptarnos es el camino a seguir.

      En el sistema climático entran en juego cinco componentes: la atmósfera, los océanos, la biosfera, la superficie terrestre y la criosfera. Y según Javier Martín Vide (climatólogo y catedrático de Geografía Física de la Universidad de Barcelona), ahora hemos de añadir otros dos componentes: el sistema socioeconómico y la generación de residuos, capaces de alterar los cinco primeros en el ámbito global. Por lo tanto, hay una gran parte del problema que está en nuestras manos.

      ¿A QUÉ CAMBIOS TENDREMOS QUE HACER FRENTE?

      De manera indudable, las temperaturas están subiendo, y lo hacen tanto de día como por la noche. Antes las noches tropicales (con temperaturas por encima de los 20 °C) eran algo excepcional; ahora cada vez se hacen más habituales. De hecho, las temperaturas empezaron a aumentar claramente a partir de los años ochenta. En la zona del Mediterráneo pueden llegar a subir hasta 5 °C para el año 2100. Este aumento de la temperatura irá acompañado de olas de calor cada vez más largas (en algunos casos, entre cinco y diez días más que hasta ahora). Además, ha subido la temperatura de los océanos, hecho que modifica también los movimientos atmosféricos que los rodean y, a menudo, origina fenómenos más severos. Todo ello provoca un deshielo importante y, por lo tanto, un aumento del nivel del mar. Durante los últimos treinta años ha subido diez centímetros, y hay estudios que apuntan que en el año 2100 podría llegar a subir un metro. Esto tendrá unas consecuencias dramáticas no solo en el terreno natural, sino también para la vida de quienes ocupan la primera línea marítima. Más de 680 millones de personas viven en zonas costeras, que se podrían ver afectadas por esta subida.

      En cuanto a la lluvia, todo hace pensar que vamos hacia épocas de sequías más largas, y en el momento en el que llegue la lluvia, esta descargará de una manera más torrencial. Estas lluvias que caen en periodos cortos pueden provocar inundaciones y desbordamientos de ríos y ramblas, generando más daños en el entorno.

      Estos extremos tendrán, entre otras, consecuencias en los cultivos. Con unas temperaturas más elevadas, se adelantará la floración. Y esto hará que las cosechas corran peligro ante posibles heladas; a pesar de que habrá menos, podrán ser tardías y encontrar el cultivo más avanzado. También aumentará el riesgo de granizadas, que en ocasiones vendrán acompañadas de tormentas. Las temperaturas más elevadas también harán que haya más evapotranspiración en las plantas. Todo estará más seco y además lloverá de manera más irregular. Las plantas tendrán que pasar épocas con un gran déficit de agua. Habrá zonas del planeta donde ya no se den los cultivos producidos hasta ahora, y otras que podrán abrirse a nuevas opciones.

      Este entorno más seco también hará que los incendios sean diferentes. No habrá más, pero los que haya sí quemarán más superficie. Se encontrarán un terreno que durante muchos meses estará seco y, por lo tanto, será más propenso a arder. Esta situación provocará que los fuegos actúen de otra manera y, en consecuencia, los bomberos también se encontrarán con un panorama desconocido hasta ahora.

      Esto es lo que el calentamiento global ya nos empieza a mostrar, y se hará más evidente de cara al futuro. Aun así, pensad que nuestro planeta nunca ha vivido un cambio climático como el que está viviendo ahora. En el pasado, las piezas que había en juego eran otras. Por lo tanto, no tenemos una referencia en la cual basarnos y a veces las previsiones nos hacen ir un poco a ciegas. Incluso algunas consecuencias que se esperaban de aquí a diez años están llegando ahora.

      ¿QUÉ PODEMOS HACER ANTE ESTA SITUACIÓN?

      Una de las claves es reducir las emisiones. La intención es llegar al cero neto en 2050 y reducir las emisiones de CO2 a un 45 por ciento de las actuales para el año 2030. Si conseguimos estos retos, las consecuencias serán menos desastrosas y nos podremos adaptar mejor. A nivel individual también podemos hacer mucho: ir en transporte público antes que coger nuestro coche o moto; utilizar vehículos eléctricos; reciclar y salir a comprar con cesta o bolsas de tela; evitar los plásticos de un solo uso; consumir productos de temporada y proximidad…

      En este libro encontrarás uno de los caminos clave para combatir el cambio climático: la agricultura regenerativa. Respeta el medio ambiente y, además,

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