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El revolucionario que acepta ser guia­do por el mundo invisible. El protector y el maestro, porque, sin los valores familiares inculcados por él, toda la historia podría haber sido diferente.

      He leído aberraciones como ésta: "Jesús estuvo en la India para aprender de los maestros del Himalaya". Para mí, todo hombre aprende en la tarea que la vida le depara. Jesús aprendió mientras ha­cía mesas, sillas y camas. En el camino de las personas comunes en­contramos todas las lecciones que Dios nos da todos los días. Basta incluir la palabra amor en la lucha diaria y ésta se transforma en un oficio sagrado.

      En mi imaginario, me gusta pensar que la mesa en la que Jesús consagró el pan y el vino habría sido hecha por José, porque allí esta­ría la mano de un carpintero anónimo, que se ganaba la vida con el sudor de su rostro y, justamente a causa de eso, permitía que los mila­gros se manifestasen.

      Paulo Coelho

      San José no nos dejó ninguna palabra. Nos regaló su silencio y su ejemplo de hombre justo, trabajador, esposo, padre y educador. Va­mos a hacer el inventario de los pasajes del Segundo Testamento que se refieren a él.

      En la larga lista de los antepasados de Jesús, José ocupa el último eslabón. Mateo comienza con Abrahán y termina así: 'Jacob fue padre de José, esposo de María, y de María nació Jesús, llamado Cristo" (1, 16).

      Lucas comienza con José, cuyo padre no es Jacob, sino Elí, y ter­mina en Adán y en Dios. Dice así: "Cuando Jesús empezó su ministerio tenía treinta años y pasaba por hijo de José" (3, 23).

      Lucas narra así la anunciación:

      ''En el sexto mes, el Angel Gabriel fue enviado de parte de Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen, prometida en matrimonio a un hombre, llamado José, de la casa de David [. ..]. Dijo María al ángel: '¿Cómo puede ser esto, pues no conozco varón" (1, 26-27.34).

      Mateo escribe así:

      "[. ..] María, su madre, estaba comprometida para casarse con José; pero antes de vivir con él como esposa, quedó embarazada por la acción del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo, no quiso denun­ciar públicamente a María, sino que decidió separarse de ella de una manera discreta. Andaba él preocupado por este asunto, cuando un Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo:

      -José, descendiente de David, no tengas reparo en recibir en tu casa a María, tu esposa, pues el hijo que ha concebido es por la acción del Espí­ritu Santo. Y cuando dé a luz a su hijo, tú le pondras por nombre Jesús, porque él salvard a su pueblo de sus pecados[. ..]. '

      Cuando José despertó del sueño, recibió en su casa a María, su esposa, conforme a lo que le había mandado el Angel del Señor. La cual, sin que él antes la conociese, dio a luz a su hijo, al que José puso por nombre Je­sús" (1, 18-21. 24-25).

      Lucas narra así el nacimiento de Jesús:

      "Augusto, el emperador romano, publicó por aquellos días un decreto disponiendo que se empadronaran todos los habitantes de su imperio. Cuando se hizo este primer censo, Cirino era gobernador de Siria. Todos tenían que ir a empadronarse, cada uno a su ciudad natal. Por esta ra­zón, también José, descendiente del rey David, se dirigió desde Nazaret, en la región de Galilea, a Belén, el pueblo de judea de donde procedía el linaje de David. Fue, pues, alla a empadronarse juntamente con su espo­sa, María, que se hallaba embarazada[. ..].

      Los pastores se dijeron unos a otros:

      - 'Vamos a Belén, a ver eso que ha sucedido y el Señor nos ha dado a co­nocer:

      Fueron, pues, a toda prisa y encontraron a María, a Joséy al recién naci­do acostado en el pesebre" (2, 1-5. 15-16).

      "Cuando ya se habían ido los sabios de Oriente, un Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo:

      - 'Levantate, toma al niño y a su madre y huye con ellos a Egipto. Qué­date allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo:

      José se levantó, tomó al niño y a la madre y partió de noche con ellos ca­mino de Egipto, donde permaneció hasta la muerte de Herodes" (Mt 2, 13-15).

      ''Después de muerto Herodes, un Angel del Señor se apareció en sueños a José, alla en Egipto, y le dijo:

      - 'Ponte en camino con el niño y con su madre y regresa con ellos a Israel, porque ya han muerto los que querían matar al niño:

      José preparó el viaje, tomó al niño y a la madre y regresó con ellos a Israel. Pero, al enterarse de que Arquelao, hijo de Herodes, reinaba en judea en lugar de su padre, tuvo miedo de ir alla. Así que, advertido en sueños, se dirigió a la región de Galilea y se estableció en un pueblo lla­mado Nazaret. De esta manera se cumplió lo que habían anunciado los profetas: que Jesús sería llamado Nazareno" (Mt 2, 19-23).

      ''Pasados ya los días de la purificación prescrita por la ley de Moisés, lle­varon al niño a Jerusalén para presentarlo al Señor en el Templo [..]. Los padres del niño Jesús llevaban a su hijo al Templo para hacer con él lo que ordenaba la Ley { ..}. Los padres de Jesús estaban asombrados por lo que se decía de él { ..}. Después de haber cumplido todos los preceptos de la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su pueblo, Nazaret" (Lc 2, 22. 27. 33. 39).

      ''Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén, a celebrar lafiesta de la Pascua. Cuando el niño era ya de doce años, fueron todos juntos a la fiesta, como tenían por costumbre. Después, pasados aquellos días, em­prendieron el regreso. Pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén sin advertir­lo sus padres. Ellos pensaban que iría mezclado entre la caravana, y así continuaron el camino durante todo un día. Al término de la jornada co­menzaron a buscarlo entre los parientes y conocidos, y, en vista de que no lo encontraban, se volvieron a Jerusalén para seguir buscandolo allí. Por fin, al cabo de tres días, lo encontraron en el Templo, sentado en medio de los maestros de la Ley, escuchdndolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo escuchaban estaban asombrados de su inteligencia y de sus respues­tas. Sus padres se quedaron atónitos al verlo, y su madre le dijo:

      -'Hijo, ¿por qué has hecho esto? Tu padre y yo hemos estado muy an­gustiados buscandote:

      Jesús les contestó:

      - ¿Y por qué me buscaban? ¿No sabían que debo ocuparme de los asun­tos de mi Padre?'

      Pero ellos no comprendieron lo que les decía. Después el niño regresó a Nazaret con sus padres y siguió sumiso a ellos" (Lc 2, 41-51).

      'Jesús fue a su tierra y se puso a enseñar en la sinagoga, de tal manera que la gente, sin salir de su asombro, se preguntaba:

      - ¿Cómo sabe tanto este hombre? ¿Cómo puede hacer los milagros que hace? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No es María su madre, y sus her­manos Santiago, José, Simón y Judas? Y sus hermanas ¿no viven todas ellas aquí entre nosotros?'"

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