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Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II. William Nordling J.
Читать онлайн.Название Un Meta-Modelo Cristiano católico de la persona - Volumen II
Год выпуска 0
isbn 9788418746352
Автор произведения William Nordling J.
Жанр Документальная литература
Серия Razón Abierta
Издательство Bookwire
Basándonos en nuestro conocimiento sensorial-perceptivo-cognitivo, que es subracional, y en nuestra experiencia preideacional y contemplativa de la realidad (Pinckaers, 1995), gracias a nuestras capacidades intelectuales las personas intuimos la verdad y la belleza de una persona o una cosa (para una presentación más completa de la epistemología y la metafísica, véase Aristóteles, ca. 350 a. C. /1941a; Ashley, 2006; Maritain, 1959, 1953; Popper, 1975; Schmitz, 2009). La experiencia de tal conocimiento propiamente intelectual (del ser, de la verdad, de la bondad, la relación, la belleza) subyace a la convicción filosófica (y católica) de que los humanos están compuestos de una unidad espiritual alma-cuerpo. No somos simplemente materia o espíritu puro (como los ángeles). Los seres humanos disponemos de un intelecto unificado, que es tanto intelectualmente receptivo, como racionalmente activo, para lograr captar y comprender a las personas y las cosas (Aquino, 1268/1994a; Aristóteles, ca. 350 a. C./1941c; McInerny y O’Callahan, 2014). La receptividad activa y la actividad receptiva del intelecto, aunque unidas, son denominadas «intelecto posible» e «intelecto agente», respectivamente, por Aquino (1270/1968). Nuestras capacidades intelectuales o espirituales perciben la realidad a través de la intuición o la inferencia de la existencia, de la naturaleza, el potencial y las relaciones de la cosa o la persona (Aquino, 1265/2001, II.60.22).
La comprensión intelectual (intelligere) implica una comprensión básica (intuición simple) de la experiencia, recibida a través de los sentidos corporales, sobre la naturaleza, verdad, bondad y belleza de las cosas, de nosotros mismos y del mundo. Lo que, en última instancia, nos lleva a considerar nuestra primera fuente (Aristóteles, ca. 350 a. C./1941a; Aquino, 1273/1981, I, qq. 84-87). A través de la comprensión intelectual, intuimos la validez de las verdades: «una cosa no puede ser y no ser a la vez» (principio de no contradicción), y «se debe hacer el bien y evitar el mal» (primer principio de la razón práctica). La intuición proporciona principios básicos de conocimiento autoconsciente, que se perfeccionan y aplican a través del razonamiento discursivo (Aquino, 1259/1994b, II.15.1; Ashley, 2013; Lonergan, 1992; Pieper, 1952/2009, p. 11).
¿CUÁL ES LA NATURALEZA DEL DISCURSO RACIONAL (INCLUYENDO EL DISCURSO MORAL)?
El discurso racional consciente e intencional (ratio) ejercita una cognición reflexiva enraizada en la realidad y en nuestra experiencia y conocimiento básicos de esa realidad. Involucra un tipo de discurso racional cuando uno se aconseja y reflexiona sobre el curso de las acciones prácticas (Aquino, 1273/1981, II-II, 49.5). El discurso racional ejercita asimismo la capacidad inferencial del intelecto mediante la deducción lógica. La deducción pasa de los principios e hipótesis a las aplicaciones y prácticas. En un movimiento complementario, el intelecto puede formar generalizaciones e hipótesis basadas en la experiencia y las observaciones (Popper, 1975; Robinson, 2007). Si bien el discurso racional del razonamiento deductivo es distinto del discurso racional de la formación de hipótesis, el razonamiento científico requiere ambos procesos (O’Donohue, 2013; Oskawa, 2002). De manera similar, el razonamiento práctico requiere la formación de hipótesis sobre la acción y las situaciones morales, y una especie de deducción de los principios morales (Aquino, 1273/1981, II-II, 49.5 ad 2; Aquino, 1272/2003, 3.9 ad 7; Osborne, 2012, p. 282).
En resumen, el razonamiento pasa de la experiencia a la formación de hipótesis que expliquen la experiencia. Las teorías psicológicas se constituyen de esta manera cuando se basan en experiencias prácticas, pruebas empíricas y casos de la salud mental así como en psicopatología. Por ejemplo, las observaciones de personas que pueden superar las dificultades cuando se les proporcionan recursos y esperanza llevan a comprender el efecto de la resiliencia, del apego seguro frente al inseguro (Ainsworth, Blehar, Waters y Wall, 1978; Bowlby, 1982, 1988). Tales observaciones conducen también a la formación de hipótesis en la psicología. Por ejemplo, la esperanza se construye sobre vías cognitivas y agencia personal, y conduce a la resiliencia ante las dificultades (Snyder, 1994; Rand y Cheavens, 2009).
El razonamiento deductivo es otro aspecto del complejo uso de la razón en la ciencia, la psicoterapia, la ética y la cultura. Por ejemplo, la razón discursiva es operativa en el método científico cuando prueba (verifica o refuta) una hipótesis a través de observaciones medidas. Esas pruebas suelen implicar, en primer lugar, hacer una inferencia deductiva con respecto a los resultados que lógicamente se obtendrían si la hipótesis fuera cierta, y luego estructurar un experimento para discernir la presencia de esos resultados (como cuando se realizan análisis de sangre para verificar o negar un diagnóstico médico) (Copi y Cohen, 2005, p. 527). La deducción es asimismo operativa cuando los profesionales de la salud mental añaden al tratamiento de sus clientes prácticas terapéuticas basadas en pruebas, verdades filosóficas intuidas sobre la humanidad, o teorías psicológicas sobre el desarrollo de las personas. Un proceso similar se encuentra en el razonamiento moral. Por ejemplo, en la ética profesional (American Psychological Association, 2010; American Counseling Association, 2014), un profesional de la salud mental se adhiere a principios como «beneficencia y no daño», «fidelidad y responsabilidad» y «justicia», y los aplica en su práctica al concluir deductivamente que debe remitir a un cliente a otro profesional, debido a un conflicto de intereses.
¿CUÁL ES LA NATURALEZA DE UN CONOCIMIENTO FUNDAMENTADO EN EL DON DE LA GRACIA?
Existe un conocimiento que solo es posible a través de la experiencia de la fe. El cristiano considera que este conocimiento está infundido por el don de la gracia. Dios da un conocimiento de sí mismo, que es a la vez un conocimiento amoroso y un amor conocedor. El conocimiento basado en la fe suscita un asentimiento agraciado del intelecto y un consentimiento de la voluntad, en respuesta al encuentro con Dios, que se revela y nos informa de la verdad sobre el mundo y sobre nosotros mismos (Aquino, 1273/1981, II-II, 6.1; Francisco, 2013; Pieper, 1997). Por ejemplo, a través de la fe infusa y la caridad la atención intelectual de nuestra mente y el deseo de amor de nuestra voluntad se unifican y permiten comenzar a acercarse a Dios, a la primera verdad en ser conocida y el mayor bien que amar. Asimismo, podemos conocer verdades sobre Dios y sus obras, como la verdad sobre Dios como comunión interpersonal trina, sobre la creación del mundo por parte de Dios, sobre la redención de la humanidad por parte de Dios a través de Jesucristo y sobre la necesidad de justicia y perdón para realizarse (capítulo 19, «Redimida»). Así como un razonamiento humano sin ayuda no es inmediatamente consciente de la actividad biológica no consciente (como, por ejemplo, la actividad de los neurotransmisores y las hormonas), tampoco es inmediatamente consciente de los movimientos no conscientes de la gracia (CIC, 2000, §2005). No obstante, el modelo católico reconoce que tal conocimiento, conocido de forma natural y revelado de forma divina, puede influir en la acción humana. Mediante la ayuda del conocimiento natural y religioso, razonamos sobre la realidad del ser (ontología) y sobre las formas racionales de relacionarse con seres particulares (ética). Por ejemplo, a través de la revelación divina como un evento de gracia mediado por el contacto con la Palabra de Dios (Escrituras y magisterio; Vaticano II, 1965a), encontramos los modelos de los santos y una narrativa global que constituye una base para relacionarnos con las personas, no simplemente como objetos (fuentes de calor o nutrición o placer), sino como personas que manifiestan su propia dignidad, hechas a imagen de Dios (Gn 1, 2), y llamadas a una nueva vida en Dios a través de Cristo (2 Cor 5:27).
¿QUÉ TIPO DE VERDAD PUEDE ALCANZAR LA RAZÓN HUMANA?