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su realización siguiendo su conciencia. En el ámbito de la salud mental, uno de los principios éticos más importantes es el imperativo de que el profesional clínico evite ejercer una influencia indebida en la relación con su cliente, o que comprometa la autonomía y derecho del cliente a tomar sus propias decisiones sobre su vida. Las tentaciones de transgredir estos principios éticos son más fuertes cuando el profesional clínico cree que el cliente está cometiendo un error, que tendrá consecuencias negativas, o cuando el profesional clínico cree que existe una mejor solución para un problema. El Meta-Modelo presta un énfasis especial en el hecho de que cada cliente es fundamentalmente bueno, tiene una dignidad inherente, es volitivo o libre, es un ser moral y es responsable de discernir sus vocaciones (por ejemplo, casarse o no casarse, y qué trabajo de la vida quiere seguir). Contemplar al cliente bajo esta luz permite ayudar al profesional clínico a evitar la tentación de producir una influencia inadecuada, ya que esto violaría la libertad del cliente de prosperar siguiendo su conciencia. También ayuda a los profesionales clínicos a aceptar humildemente que no pueden saber con certeza cómo Dios está llamando a un cliente único a prosperar.

      ¿CÓMO BENEFICIA LA VISIÓN DEL MMCCP DE LA PERSONA A LA COMPRENSIÓN DEL MÉDICO DE SU IDENTIDAD COMO PROFESIONAL CRISTIANO DE LA SALUD MENTAL?

      En gran parte de esta obra examinamos la rica comprensión de la persona por parte del Meta-Modelo, que puede ser utilizada para entender a los clientes y ayudarlos en su curación, crecimiento y realización. No obstante, y dado que la visión del Meta-Modelo de la persona es igualmente aplicable a la vida de cada profesional clínico, también puede beneficiar enormemente la compresión de lo que significa ser un profesional cristiano de la salud mental.

      El Meta-Modelo enfatiza que tanto el cliente como el profesional clínico se realizan a través de sus llamadas vocacionales mediante una vida de virtud. Aunque para todos los profesionales clínicos tanto la vocación como la virtud son dimensiones importantes del ser humano, para el cristiano destacan especialmente las realidades de que a) existe una llamada a la relación con Dios que apunta a una vida santa, justa y virtuosa; b) existe una llamada a un estado vocacional que involucra profundos compromisos relacionales, amor y sacrificio (por ejemplo, el matrimonio), y c) existe una llamada al trabajo vital y otras formas de servicio como medio de amar al prójimo. Aunque estos tres tipos de llamadas vocacionales son distinguibles, en última instancia están unificadas en la vida del cristiano, se apoyan mutuamente y necesitan un equilibrio entre ellas para prosperar. Estas verdades tienen importantes implicaciones en el concepto de profesional de la salud mental cristiano.

      En primer lugar, el énfasis que aporta el Meta-Modelo en la vocación como una dimensión fundamental de la persona tiene importantes implicaciones para la identidad del profesional de la salud mental. Los profesionales cristianos de la salud mental ven en el trabajo profesional una llamada de Dios, no simplemente un trabajo. El servicio a sus clientes es visto como una forma de amar tanto a Dios como al prójimo. Mientras que los códigos éticos seculares de las profesiones de la salud mental presentan principios de aspiración de no hacer daño, así como de promover el mejor interés de los clientes y pacientes (beneficencia) (véase los códigos: American Association for Marriage and Family Therapy, 2015; American Counseling Association, 2014; American Psychiatric Association, 2013; American Psychological Association, 2017; National Association of Social Workers, 2017), los profesionales cristianos de la salud mental se sienten llamados a la ética de la caridad, aún más autodidacta (1 Cor 13; Benedicto XVI, 2005; American Association of Christian Counselors, 2014; United States Conference of Catholic Bishops, 2009). En la práctica, el amor los motiva a dar de sí mismos y a perseverar por el bien de sus clientes. Por ejemplo, mientras que un trabajo probono, o por el bien público, puede ser visto por el profesional clínico secular como algo cívico, la promoción de la justicia y el servicio a los pobres es visto como un mandamiento de Jesús, que es adoptado como una forma de vida para el profesional cristiano de la salud mental.

      En segundo lugar, los profesionales cristianos de la salud mental, aunque valoran el desarrollo de sus habilidades profesionales, reconocen que, para ser fieles a su identidad cristiana y a su vocación como profesionales de la salud mental, deben buscar ser santos y virtuosos. De hecho, humildemente, reconocen que necesitan desarrollar constantemente sus virtudes de empatía, compasión, paciencia y sabiduría práctica, necesarias para el desarrollo de su trabajo profesional. Además, los profesionales cristianos de la salud mental oran y trabajan para conseguir desarrollar sus virtudes sobrenaturales de la fe, la esperanza y la caridad. También se esfuerzan en ayudar a sus clientes, dentro del nivel natural, para ser fieles a sus compromisos de vida; a mantener su esperanza en la curación, el crecimiento y la realización, y a ser compasivos con sigo mismos y con los demás.

      En tercer lugar, al reconocer la importancia de cada una de sus llamadas, los profesionales de la salud mental entienden que deben mantener un equilibrio en sus vidas. Por ejemplo, un profesional cristiano de la salud mental casado reconoce que su vocación para el trabajo profesional debe estar equilibrada con su matrimonio y con los compromisos y responsabilidades que lo acompañan respecto a su cónyuge, hijos y vida familiar. Los profesionales de la salud cristianos reconocen asimismo que su relación con Dios, su trabajo por la justicia y crecimiento en la santidad no solo son buenos en sí mismos, sino que también coadyuvan y facilitan el crecimiento en todos sus llamamientos vocacionales, incluida su vida profesional.

      Adicionalmente, el Meta-Modelo beneficia la conciencia del profesional cristiano de la salud mental sobre su identidad, al proporcionarle claros principios éticos cristianos basados en la naturaleza de la persona (ley moral natural y ley divina). Estos principios aumentan la ética profesional tradicional y permiten la resolución de conflictos éticos por parte de los profesionales de la salud mental, y os ayudan de una manera fiel a su identidad y conciencia cristianas, respetando a la vez la dignidad, derechos y conciencia de sus clientes.

      En el capítulo 20 se aportan más detalles sobre cómo se debe utilizar el Meta-Modelo en la formación de los profesionales cristianos de la salud mental. El capítulo 10, que trata de las llamadas vocacionales, y el capítulo 11, que examina la importancia del desarrollo de las virtudes y el razonamiento moral, también proporcionan valiosos conocimientos que permiten que los profesionales clínicos comprendan su vocación como practicantes cristianos de la salud mental.

      RESUMEN DE LOS BENEFICIOS DEL MARCO CRISTIANO CATÓLICO DEL META-MODELO PARA LA PRÁCTICA DE LA SALUD MENTAL

      En este capítulo se presenta el Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona como un marco para la práctica de la salud mental. En la tabla 1.3. el lector puede encontrar un documento en el que se resumen las cuatro principales ventajas del modelo presentado en este capítulo.

      El siguiente texto identifica cuatro formas en que el Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona (MMCCP) contribuye y beneficia a la práctica de la salud mental.

      El MMCCP expande la visión de la persona. El Meta-Modelo Cristiano Católico de la Persona facilita una comprensión sistemática, integradora y no reduccionista de la persona, el matrimonio y la familia, así como de la sociedad, junto con una comprensión basada en las ciencias psicológicas, la filosofía y la tradición teológica, y una visión global católica. El Meta-Modelo integra los métodos y hallazgos de estas tres disciplinas, que permiten comprender once dimensiones esenciales de la persona. Estas incluyen la narración de la persona como 1) existente y fundamentalmente buena (creada), 2) afectada por desórdenes (caída), y 3) capaz de curarse y prosperar (redimida). La persona es 4) un todo unificado, 5) que se realiza a través de tres tipos de llamadas vocacionales (bondad individual y relación con lo trascendente; estados vocacionales; y trabajo de vida), 6) y a través de la fuerza de la virtud y el desarrollo del carácter, 7) haciéndose plena en las relaciones interpersonales. La persona es 8) sensorial-perceptiva-cognitiva,

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