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      La bioinspiración consiste en estudiar la naturaleza en todas sus formas y basarse en ella para realizar desarrollos tecnológicos: inspirarse en ella para elaborar materiales, estrategias o procedimientos innovadores al servicio del ser humano, menos contaminantes, que consuman poca energía, reciclables, más seguros, de mejor calidad y menor costo. ¡Algo ideal!

      Gilles Boeuf, biólogo

       A mi pequeño astronauta que va a llevar a su mamá a Marte. A todos los estudiantes, mis rayos de sol, sin los cuales la investigación no sería nada.

      PREFACIO

       Gilles Boeuf

      La biomimesis o la bioinspiración constituyen esa sección tan fascinante de lo vivo (¿y por qué no de lo mineral a veces?), que durante mucho tiempo fue casi completamente borrada en Francia, mientras que, en los Estados Unidos, en Japón e incluso en Alemania se realizaban importantes estudios al respecto. Se organizaron algunas exposiciones sobre este tema en el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) de Francia en la época en la que aún llevaba el nombre de “biónico”. También se interesaron en esto las investigaciones militares, pero recién en 2014 la Comisión de Desarrollo Sostenible del Ministerio de Ecología y el MNHN decidieron dedicarle una conferencia nacional que reunió a científicos, ingenieros, empresas, interesados en el tema y un público informado. Ese fue el punto de partida del Ceebios (Centro Europeo de Excelencia en Biomimesis), en Senlis, que creció mucho desde entonces y representa hoy en Francia la piedra angular de la organización de la actividad y, además, desde hace cuatro años, de la organización de la famosa exposición BioMimExpo.

      En los Estados Unidos, la toma de conciencia fue más precoz. En 1997, apareció el libro de Janine M. Benyus, Biomimicry. Innovation inspired by Nature, que estructuró algunos enfoques esbozados desde hacía mucho tiempo, pero nunca realmente organizados: Leonardo da Vinci ya hablaba de eso en el siglo XVI. La biomimesis o la bioinspiración constituyen el enfoque que consiste en estudiar la naturaleza en todas sus formas –animales, plantas, microorganismos, ecosistemas– y basarse en ella para realizar desarrollos tecnológicos: inspirarse en ella para elaborar materiales, estrategias o procedimientos innovadores al servicio del ser humano, menos contaminantes, menos consumidores de energía, reciclables, más seguros, de mejor calidad y menor costo. ¡Algo ideal!

      Janine Benyus pertenece a una escuela que pregona una verdadera conciencia medioambiental a través del término biomimicry: “biomimesis”. Escribe: “Contrariamente a la revolución industrial, la revolución biomimética abre una era que no se basa en lo que podemos extraer de la naturaleza, sino en lo que podemos aprender de ella. Hacer las cosas a la manera de la naturaleza ofrece, en efecto, la posibilidad de cambiar nuestra forma de cultivar, de fabricar materiales, de producir energía, de curarnos, de almacenar información y de administrar nuestras empresas…”. ¡El debate quedó planteado!

      Aquí, en este libro, Emmanuelle Pouydebat toma la “filosofía” de la biomimesis y nos propone una visión original a partir de una gran cantidad de ejemplos pertinentes. Es un hecho que este proceso exige realmente un profundo cambio de comportamiento de la humanidad: requiere transversalidad, como ella misma lo señala, pero también un verdadero trabajo de comunicación entre las diferentes disciplinas, la integración profunda de los conocimientos y un agudo espíritu crítico. Para esto, se necesita la investigación básica, constantemente incorporada luego a las ciencias de la ingeniería y después a las realizaciones prácticas por las empresas. Y no olvidemos las ciencias humanas y sociales, porque a la matemática aplicada y a la modelización, a la física y a la química, a la biología y a la ecología, hay que agregar la sociología y la antropología, ¡con una pizca de filosofía!

      En su libro, Emmanuelle habla permanentemente de la humildad y tiene toda la razón, pero además necesitaremos sobriedad. No podemos seguir así en este mundo de terrible despilfarro. Lo vivo tiene diversas ventajas sobre nuestra economía capitalista demasiado liberal: innova mucho más que nosotros, en forma permanente desde hace 4000 millones de años y, sobre todo, ¡innova para todos, no solo para algunos! Lo vivo nunca produce una sustancia que no se pueda degradar (¡ni siquiera el terrible veneno de la mamba negra!) y siempre tiene un “comprador” para sus desechos. Hace todo con un enorme ahorro de energía. Por último, nunca maximiza, sino que optimiza permanentemente.

      En una época en que centenares de artículos, muchos de ellos muy alarmantes, nos informan sobre lo que comúnmente, y púdicamente, se llama la “erosión”, e incluso la “crisis” de la biodiversidad, estas referencias son imprescindibles: necesitamos datos sobre la biodiversidad en el espacio y en el tiempo. En 2019, hemos realizado la Séptima Conferencia Internacional del IPBES (Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas) en París y se pueden extraer tres conclusiones fundamentales del estudio y del análisis crítico de más de 15.000 publicaciones aparecidas desde 2005, última evaluación de los ecosistemas, el Millennium Ecosystem Assessment: 1) la biodiversidad se derrumba, medida a través de las especies cada vez más amenazadas, algunas desaparecidas, y el informe prevé la extinción de entre 500.000 y 1.000.000 de especies en el horizonte de algunas décadas; 2) los territorios de distribución de las especies se reducen año tras año; 3) las regiones bajo control de pueblos autóctonos, aunque también sufren degradaciones, resisten bastante más que otras.

      Entonces, en vez de seguir estropeando nuestros ecosistemas, ¿cuándo habrá una toma de conciencia visceral –ya que esto debe sentirse “en las tripas”–, cuándo se producirá una metamorfosis que nos haga considerar por fin a esta naturaleza como parte de nosotros mismos y aceptar nuestros límites adaptándonos a nosotros mismos? ¿Cuándo terminará esta economía estúpida y suicida que permite el lucro, con frecuencia a corto plazo, destruyendo o sobreexplotando la naturaleza? Para esto, la bioinspiración es una respuesta muy eficaz: con respeto, encontrar en lo vivo soluciones para nuestros problemas. Que este libro nos ayude a comprender aún más la situación que vivimos en la actualidad, a entender que debemos cambiar imperativamente, entrando en la cultura del impacto y de la sobriedad, y pasar, finalmente, de faber a sapiens.

      Gilles Boeuf, profesor en la Sorbonne Université,

       presidente del Consejo Científico de la Agencia Francesa para la Biodiversidad, expresidente del Museo Nacional de Historia Natural de Francia, profesor invitado del Collège de France.

      INTRODUCCIÓN

      Abrir el libro de

       la naturaleza

      Estoy convencida de que en este libro se deslumbrarán por las capacidades extraordinarias, para nosotros, los seres

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