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Consultado el 25 de julio de 2018.

      3 Biografías y vidas (la Enciclopedia Biográfica en Línea). Levi, Primo. En https://www.biografiasyvidas.com/biografia/l/levi_primo.htm. Consultado el 25 de julio de 2018.

      4 Guillermo Altares (27 de enero, 2016). El horror sin adjetivos de un testimonio inédito de Primo Levi, en El País. En https://elpais.com/cultura/2015/12/30/actualidad/1451501559_671165.html.

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      Fabio Levi

      Es para mí un honor y un placer poder contribuir a un mayor conocimiento de Primo Levi aquí en Guadalajara, donde la creación de una cátedra que lleva su nombre es un signo manifiesto del amplio interés que hay en el mundo por su obra. Que la dimensión universal de sus palabras pueda ser apreciada a través del encuentro directo y el diálogo entre personas pertenecientes a realidades geográficas y universos culturales tan distantes representa, por otra parte, una manera muy eficaz de honrar el espíritu que animaba al escritor turinés en su relación con los otros y que impregna de forma evidente en sus escritos: él prefería una ética radicada en la práctica cotidiana antes que la afirmación de los grandes principios; por encima de las proclamaciones abstractas, elegía la relación personal basada en la curiosidad y los intereses recíprocos.

      Por esto no es posible omitir, como condición para lograr una mejor comprensión entre nosotros, algunas referencias esenciales al mundo de Levi y en particular al lugar —Turín— donde, aparte del doloroso paréntesis de la deportación, nació y vivió toda su vida. Turín es la ciudad del norte de Italia de donde partió el proceso de construcción del Estado italiano en el curso del siglo xix. Orgullosa de su función histórica, sede también de una comunidad hebrea con fuertes raíces en el tejido social y cultural, Turín reunió, entre los siglos xix y xx, una sólida tradición en los estudios científicos y una fuerte vocación industrial, junto a una marcada presencia tanto de la cultura burguesa y liberal como de la tradición del movimiento obrero organizado. Con todo esto se topó el fascismo de Mussolini impuesto en Italia entre 1922 y 1945, hasta que se decretara en 1938 la violación más grave de los derechos individuales ya pisoteados desde la dictadura: la imposición de duras leyes discriminatorias contra los hebreos, destinadas a anunciar los arrestos y las deportaciones perpetradas después del 8 de septiembre de 1943 en colaboración con el nazismo de Hitler.

      La vida y la obra de Primo Levi están encuadradas en este contexto, pero en el periodo que siguió a la Segunda Guerra Mundial se debe considerar como trasfondo una sociedad que se muestra capaz de reorganizarse sobre la base de un ordenamiento abierto y democrático; una sociedad atravesada por profundas transformaciones en sentido moderno marcadas, sin embargo, por todos los límites y las contradicciones. Levi habría adoptado en una acepción muy amplia el término smagliature (desgarradura) de un mundo profundamente condicionado por los horrores de la guerra y de los totalitarismos del siglo xx.

      Primo Levi fue arrestado por los fascistas italianos el 13 de diciembre de 1943, cuando acababa de cumplir veinticuatro años, después de una brevísima e infortunada experiencia de lucha partisana en las montañas del Valle de Aosta. Al declararse judío ante sus celadores, fue transferido al campo de Fossoli y de ahí consignado en un tren repleto, con otras centenas de judíos, que los llevó directo a Polonia.

      En el campo de exterminio de Auschwitz permaneció cerca de un año, sobreviviendo afortunadamente a los castigos y a las selecciones para las cámaras de gas que los nazis operaban sistemáticamente. Por el hecho de haberse graduado en química en la Universidad de Turín, dos años antes de su arresto, fue destinado por unos meses a Buna, la fábrica de caucho sintético en construcción dentro del campo.

      Fue liberado por soldados rusos junto con otros pocos sobrevivientes el 27 de enero de 1945. Después de un viaje aventurado de varios meses, logró regresar a Italia. Una vez en casa, de inmediato comenzó a contar y a escribir sobre su terrible experiencia en el mundo enrevesado del Lager. Pero, como sucedió a muchos de sus compañeros de deportación, en ese clima dominado por el dolor de la destrucción y por tantos traumas infligidos por la guerra, sus relatos no fueron escuchados con el interés que merecían. Si esto es un hombre, escrito poco tiempo después, fue rechazado la primera vez por la editorial Einaudi y logró publicarse en 1947 en una pequeña editorial, De Silva. Harían falta más de diez años para que el propio Einaudi reconociera el valor de esta obra y se decidiera a difundirla, abriendo el camino para que se volviera uno de los textos sobre la Shoah más leídos en todo el mundo.

      Pero regresemos un momento a “Shema”: el verso que antecede a “Os encomiendo estas palabras” tiene un tono muy diferente. Dice así: “meditate che questo è stato (“piensen en que esto ha sucedido”). Este verso se dirige también al lector, de forma directa, explícita, en un esfuerzo de interlocución casi apremiado por la enormidad del tema y la urgencia de relatarlo. Pero esta vez la invitación es para detenerse un momento, concentrar la propia capacidad mental en un intento de penetrar en el horror, el desconcierto, la desesperación e iniciar, en lo posible, un esfuerzo de reflexión sobre un suceso tan insólito y detonante. Una actitud similar, distanciada y meditativa, era bastante más acorde con el carácter del escritor, hombre apacible, curioso de sus semejantes y proclive al diálogo; pero no por eso menos sensible a los dramas de aquella experiencia desconcertante y a sus ineludibles implicaciones éticas.

      El relato de esa experiencia que Primo Levi ofrece en Si esto es un hombre refleja precisamente su esfuerzo por contener las pasiones: él se propone representar no tanto su experiencia personal sino la de sus compañeros y, más en general, las reglas y la vida concreta en el campo. Y esto con el distanciamiento del observador, del testigo; condición irrenunciable para que Auschwitz pudiera volverse un caso útil para hacer un “estudio sereno de algunos aspectos del ánimo humano”. Sin que por ello aquel difícil ejercicio de serenidad lograra borrar todo el tiempo la agitación profunda e irreprimible del alma: la rabia, el estupor doloroso, la compasión. Aun cuando el autor cede al lector, y no a sí mismo, la tarea de juzgar con el fin de sacar de Si esto es un hombre, del conocimiento de experiencias tan extremas, todo el provecho posible.

      En el libro es siempre esencial la labor del testigo, pero el testimonio se hace más eficaz gracias a la calidad literaria del escritor. En los años de su formación en el liceo y en la universidad, aunque tenía una evidente predilección por los estudios científicos, que concebía como claves de acceso insustituibles a la verdad del mundo natural, Primo Levi había adquirido una extraordinaria familiaridad con los clásicos de la literatura gracias a los innumerables libros que había leído. Esto se revela súbitamente en el lenguaje y en las formas expresivas de sus primeras pruebas narrativas. La reciente edición comentada de Si esto es un hombre (en Italia) confirma, sin lugar a dudas, la amplitud y solidez de las referencias culturales reunidas por el autor, así como su precoz vocación de escritor.

      Por otra parte, la eficacia de su testimonio no sería tal como lo es ahora para nosotros, a tantos años de distancia, sin la inquebrantable determinación de Levi: ser testigo era lo que él llamaba su tercer oficio, además del de químico en la industria de barnices para

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