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gente, sino en ofrecer un espacio donde pueda tener lugar un cambio. No es acercar a hombres y mujeres a nuestro lado, sino ofrecer una libertad que no esté interrumpida por líneas divisorias... La paradoja de la hospitalidad es que quiere crear vacío, no un vacío aterrador, sino acogedor, donde los extraños puedan entrar y descubrirse a sí mismos como creados libres; libres para entonar sus propias canciones, hablar sus propias lenguas, bailar sus propias danzas; libres también para marcharse y seguir su propia vocación. Brindar hospitalidad no es invitar a venerar el estilo de vida del anfitrión, sino ofrecer al invitado la oportunidad de encontrar el suyo propio.

      Abriéndonos

      19 DE FEBRERO

      Estar en casa

      Crear un espacio para el otro no es tarea fácil. Exige una gran concentración y un trabajo articulado... De hecho, no pocas veces, la rivalidad y la competitividad, el deseo de poder y de obtener resultados inmediatos, la impaciencia y la frustración, y, sobre todo, el puro miedo, tienen sus propias y categóricas exigencias y tienden a llenar todos y cada uno de los posibles rincones de nuestra vida. El espacio vacío tiende a crear miedo. Mientras nuestra mente, nuestro corazón y nuestras manos estén ocupados, podemos evitar enfrentarnos a las desagradables preguntas a las que no solemos prestar demasiada atención y que no queremos que salgan a la superficie...

      Cuando pensamos en los lugares donde nos hemos sentido más como en casa, nos damos cuenta enseguida de que son aquellos lugares donde nuestro anfitrión nos dio la preciada libertad de entrar y salir en nuestros propios términos y no nos reclamó para sus propias necesidades. Solo en un espacio libre puede tener lugar la recreación y encontrarse la nueva vida. El verdadero anfitrión es el que ofrece un espacio donde no tengamos que sentir temor y donde podamos escuchar nuestra propia voz interior y encontrar nuestro propio camino personal de ser humanos. Pero para ser un anfitrión así primero tenemos que sentirnos en casa en nuestra propia casa.

      Abriéndonos

      20 DE FEBRERO

      Intimidad humana

      Una intimidad humana madura requiere un intenso y profundo respeto por el espacio libre y vacío que debe existir en y entre compañeros y que exige una permanente y mutua protección y cuidado. Solo así puede una relación ser duradera, precisamente porque el amor mutuo se experimenta como una participación en un amor más grande y más temprano hacia el que apunta. De este modo, la intimidad puede ser abundante y fructífera, dado que se le ha proporcionado un espacio cuidadosamente protegido en el que crecer. Esta relación no es ya un aferramiento del uno al otro, sino un baile libre que deja espacio para moverse hacia adelante y hacia atrás, formar siempre nuevos diseños y verse el uno al otro como siempre nuevo.

      Payasadas en Roma

      21 DE FEBRERO

      La mesa es el lugar de la intimidad

      La mesa es el lugar de la intimidad. En torno a la mesa nos descubrimos unos a otros. Es el lugar donde oramos. Es el lugar donde preguntamos: «¿Qué tal tu día?». Es el lugar donde comemos y bebemos juntos y decimos: «Anda, toma un poco más». Es el lugar de las viejas y nuevas historias. El lugar de las sonrisas y las lágrimas. La mesa es, también, el lugar donde la distancia se percibe más dolorosamente. Es el lugar donde los hijos sienten la tensión entre los padres, donde hermanos y hermanas expresan sus enfados y sus celos, donde se hacen acusaciones, donde los platos y los vasos se convierten en instrumentos de violencia. En torno a la mesa sabemos si hay amistad y comunidad u odio y división. Precisamente porque la mesa es el lugar de la intimidad para todos los miembros de la familia, es también el lugar donde la ausencia de dicha intimidad se revela más dolorosamente.

      Con el corazón en ascuas

      22 DE FEBRERO

      La intimidad humana crea un hogar para Dios

      El matrimonio no es la atracción que dos individuos sienten el uno por el otro toda la vida, sino una llamada que dos personas reciben para ser juntos testigos del amor de Dios. La intimidad del matrimonio en sí mismo es una intimidad basada en la participación común de un amor mayor que el amor que dos personas pueden ofrecerse una a la otra. El verdadero misterio del matrimonio no es que [dos personas] se amen tanto una a la otra que sean capaces de encontrar a Dios cada uno en la vida del otro, sino que Dios los ama tanto que pueden descubrirse más el uno al otro como memoria viva de la presencia divina de Dios. De hecho, se les ha reunido tal como dos manos en oración se levantan hacia Dios y forman así un hogar para Dios en este mundo.

      Lo mismo es válido para la amistad. Una amistad profunda y madura no significa que debamos estar siempre mirándonos a los ojos y quedar impresionados o embelesados por la belleza, el talento y los dones del otro; significa que miramos juntos a Dios, que nos llama a su servicio.

      Payasadas en Roma

      23 DE FEBRERO

      Cumpleaños

      Hay que celebrar los cumpleaños. Creo que es más importante celebrar un cumpleaños antes que un examen aprobado, una promoción o una victoria. Porque celebrar un cumpleaños significa decirle a alguien: «Gracias por ser tú». Celebrar un cumpleaños es exaltar la vida y alegrarse por ella. En un cumpleaños no decimos: «Gracias por lo que hiciste, o dijiste, o lograste». No, decimos: «Gracias por haber nacido y estar entre nosotros».

      En los cumpleaños celebramos el presente. No nos quejamos de lo que ya pasó ni especulamos sobre lo que pasará, sino que hacemos que alguien se levante y todos decimos: «Te queremos».

      Aquí y ahora

      24 DE FEBRERO

      Los niños son nuestros invitados

      Pertenece al mensaje cristiano el que los niños no son una propiedad que poseer y sobre la que gobernar, sino dones que atesorar y cuidar. Nuestros niños son nuestros invitados más importantes, que entran en nuestra casa, piden una atención esmerada, se quedan durante algún tiempo y luego se van para seguir su propio camino. Los niños son extraños que tenemos que llegar a conocer.

      Abriéndonos

      25 DE FEBRERO

      Protege tu santuario interior

      Hay una falsa forma de honestidad que sugiere que nada debe permanecer oculto y que todo debe hablarse, expresarse, comunicarse. Esta honestidad puede ser muy dañina, y, si no hace daño, al menos hace que las relaciones se vuelvan simples, superficiales, vacías y a veces muy aburridas. Cuando tratamos de librarnos de nuestra soledad creando un medio sin fronteras que lo limiten, podemos quedar enredados en una cercanía estancada. Es nuestra vocación prevenir la dañina exposición de nuestro santuario interior, no solo para nuestra protección, sino también como un servicio a los demás seres humanos, con quienes queremos entrar en una comunión creativa. Igual que las palabras pierden su poder cuando no surgen del silencio, la apertura pierde su significado cuando no puede cerrarse.

      Abriéndonos

      26 DE FEBRERO

      Agotamiento

      ¿No estás esperando, como yo, que alguna persona, cosa o acontecimiento salga a tu encuentro para ofrecerte ese sentimiento final de bienestar interior que tanto deseas? ¿No esperas a menudo «que este libro, idea, curso, viaje, trabajo, país o relación satisfagan mi deseo más profundo»? Pero, mientras esperas ese misterioso momento, seguirás yendo apresuradamente de un lado a otro, siempre nervioso y agitado, siempre lascivo y enfadado, y nunca enteramente satisfecho. Sabes bien que es el estado compulsivo el que nos hace seguir adelante y mantenernos ocupados, pero al mismo tiempo nos hace preguntarnos si el largo camino que recorremos nos está llevando a algún sitio. Es el camino de la extenuación y el agotamiento espiritual.

      Tú eres mi amado

      27 DE FEBRERO

      El Reino de Dios está dentro

      Las palabras de Jesús: «Buscad sobre todo el reino de Dios [...]

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