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      1º Samuel 18:27

      No puedo evitar que mi mente imagine una escena tan macabra. Doscientos filisteos muertos, tendidos en el campo de batalla y los soldados de David manipulando los penes sin vida y cortando el prepucio a cada uno de ellos. Una circuncisión de muerte. De muertos.

      3. Dos marranos

      Si a alguien molesta el substantivo que encabeza este apartado le ruego que siga leyendo. El nombre de marrano se daba a los judíos convertidos al cristianismo en aquella oscura España de Isabel y Fernando en el siglo XV, apoyados por la Inquisición, que ya existía desde el siglo XI. El mote ha quedado fijado para la persona que se porta con bajeza, como Simeón y Leví, hijos del patriarca Jacob.

      Esta es la historia.

      Jacob vive con su familia en Siquém, tierra de Canaán.

      Un día el príncipe de aquellas tierras se encuentra con la hermosa Dina, hija de Jacob, y la viola. Ocurrió lo que tantas veces a lo largo de la historia:

      “Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo , príncipe de aquella tierra, y la tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea, y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella”

      Génesis 34:2-3

      Cuando los hijos de Jacob regresan del campo y se enteran de lo ocurrido “se enojaron mucho. El joven violador y su padre piden reunirse con Jacob y sus hijos. Les presenta esta oferta:

      “Y Hamor habló con ellos, diciendo: El alma de mi hijo Siquem se ha apegado a vuestra hija; os ruego que se la deis por mujer. Y emparentad con nosotros; dadnos vuestras hijas, y tomad vosotros las nuestras. Y habitad con nosotros, porque la tierra estará delante de vosotros; morad y negociad en ella, y tomad en ella posesión. Siquem también dijo al padre de Dina y a los hermanos de ella: Halle yo gracia en vuestros ojos, y daré lo que me dijereis. Aumentad a cargo mío mucha dote y dones, y yo daré cuanto me dijereis: y dadme la joven por mujer”

      Génesis 34:8-12

      Los hermanos de Dina, Simón y Leví, inventan una treta cargada de malicia.

      “Mas con esta condición os complaceremos: si habéis de ser como nosotros, que se circuncide entre vosotros todo varón”

      Génesis 34:15

      Padre e hijo canaítas, más nobles que los hermanos hebreos, caen en el engaño. Con inocencia y candidez reúnen al pueblo e informan a los habitantes:

      “Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en el país, y traficarán en él; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras. Mas con esta condición consentirán estos hombres en habitar con nosotros, para que seamos un pueblo: que se circuncide todo varón entre nosotros, así como ellos son circuncidados”

      Génesis 34:21-22

      El pueblo acepta y son circuncidados “todos los varones que salían por la puerta de la ciudad”. A continuación tiene lugar la infamia:

      “Pero sucedió que al tercer día, cuando sentían ellos el mayor dolor , dos de los hijos de Jacob, Simeón y Leví, hermanos de Dina, tomaron cada uno su espada, y vinieron contra la ciudad, que estaba desprevenida, y mataron a todo varón.

      Y a Hamor y a Siquem su hijo los mataron a filo de espada; y tomaron a Dina de casa de Siquem, y se fueron.

      Y los hijos de Jacob vinieron a los muertos, y saquearon la ciudad, por cuanto habían amancillado a su hermana.

      Tomaron sus ovejas y vacas y sus asnos, y lo que había en la ciudad y en el campo, y todos sus bienes; llevaron cautivos a todos sus niños y sus mujeres, y robaron todo lo que había en casa”

      Génesis 34:25-29

      ¿Está justificado el calificativo de marranos?

      4. Moisés, Séfora y la circuncisión

      Moisés mata a un egipcio. Amenazado de muerte por el Faraón huye a tierra de Madián, no lejos de Egipto. Contrae matrimonio con Séfora, una de las siete hijas del príncipe de Madián. Allí permanece durante cuarenta años. Un día, estando cuidando el ganado del suegro, Jehová le habla a través de un zarzal que ardía sin consumirse. Le pide que se traslade a Egipto y libere al pueblo judío que allí permanecía en esclavitud. Moisés pone algunas objeciones, pero obedece. Con su esposa Séfora y su hijo Eliezer se encamina al país de los faraones.

      Moisés era hebreo.

      Séfora, no. Practicaba el culto a los astros, del que el padre era sumo sacerdote.

      El hombre quería que Eliezer fuera circuncidado, aunque ya era mayor. La mujer se oponía.

      A causa de esto Jehová se enfada con Moisés, hecho que se describe en uno de los versículos más oscuros del Antiguo Testamento:

      “Y aconteció en el camino, que en una posada Jehová le salió al encuentro, y quiso matarlo”

      Éxodo 4:24

      Comentaristas del Génesis dicen que Dios no podía matar al hombre que había elegido para sacar al pueblo judío de Egipto.

      Se trataría de alguna enfermedad que alarmó a Séfora.

      La madre se enfurece y actúa acalorada, como cuenta el Éxodo:

      “Entonces Séfora tomó un pedernal afilado y cortó el prepucio de su hijo, y lo echó a sus pies, diciendo: A la verdad tú me eres un esposo de sangre. Así le dejó luego ir. Y ella dijo: Esposo de sangre, a causa de la circuncisión”

      Éxodo 4:25-26

      La cruenta operación la hizo con un cuchillo de piedra.

      No se conocía la anestesia.

      Arrojó despectivamente el prepucio a los pies de Moisés. Esposo de sangre. La frase alude a la sangre que el hijo había derramado al ser circuncidado.

      Después del incidente el matrimonio se rompió. Séfora regresó con su hijo a la casa del padre.

      Un matrimonio frustrado, separado a causa de las diferencias religiosas que existían entre él y ella.

      5. Jesús y la circuncisión

      En una de sus estancias en Jerusalén Jesús sube al templo. Rodeado de multitud habla de su doctrina. Acusa a los fariseos de querer matarle por no cumplir la Ley de Moisés. Les dice que tampoco ellos la cumplen, especialmente en el tema de la circuncisión, que practicaban como ordenada por Moisés. El motivo por el que los rabinos permitían la circuncisión en sábado “no era por ventaja del sujeto en que se hacía, sino para dar cumplimiento material a la legislación mosaica sobre la circuncisión (Nacar-Colunga). Jesús aclara que la circuncisión no procede de las leyes dictadas por Jehová a Moisés, sino anterior, de los padres, de Abraham.

      “Por cierto, Moisés os dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo circuncidáis al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿os enojáis conmigo porque en el día de reposo sané completamente a un hombre?

      Juan 7:22-23

      6. La circuncisión según San Pablo

      Pablo recuerda que el niño Jesús fue sometido por los padres al rito de la circuncisión:

      “Pues os digo, que Cristo Jesús vino a ser siervo de la circuncisión para mostrar la verdad de Dios, para confirmar las promesas hechas a los padres”

      Romanos 15:8

      Lucas apunta el relato histórico al que alude San Pablo. En tiempos de Jesús el nombre le era impuesto al niño en el momento de la circuncisión. Observan Nacar-Colunga: “con la dolorosa circuncisión, Cristo derramó ya al nacer la primera gota de sangre redentora”:

      “Cumplidos los ocho días para circuncidar al niño,

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