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por su parte, ya había considerado en 1938 ese papel decisivo de la ciencia y la técnica para el mundo moderno (véase «La época de la imagen del mundo», en Caminos del bosque, Madrid, Alianza, 2003, pág. 63).

      21 Véanse los trabajos de E. Brient, «Hans Blumenberg and Hannah Arendt on the “Unworldly Worldliness” of the Modern Age», Journal of the History of Ideas, vol. 61, núm. 1, 2000, págs. 513-530 y «Modern Instrumentalization of Theory and the Problem of Measure», International Journal of Philosophical Studies, 2001, págs. 19-40. Brient, Arendt y Blumenberg coinciden en subrayar la genuina novedad de la modernidad en el carácter fundamentalmente sin precedentes de la moderna orientación al mundo y en el mundo como activa, en realidad constructiva…, ambos insisten en que los modernos ideales científicos de objetividad y progreso, y las concepciones políticas y éticas de autonomía y valor del individuo deben ser comprendidas en términos de una interpretación del self y del mundo profundamente nueva y sin precedentes (E. Brient, «Hans Blumenberg and Hannah Arendt on the “Unworldly Worldliness” of the Modern Age», ed. cit., pág. 514).

      22 W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», ed. cit., págs. 2 y 11.

      23 La condición humana, ed. cit., pág. 13. Poco tiempo después, la autora escribe el ensayo «La conquista del espacio y la estatura del hombre (1963), incluido en Entre el pasado y el futuro, Barcelona, Península, págs. 279-293.

      24 «Este hombre futuro —que los científicos fabricarán antes de un siglo, según afirman— parece estar poseído por una rebelión contra la existencia humana tal como se nos ha dado, gratuito don que no procede de ninguna parte (materialmente hablando), que desea cambiar, por decirlo así, por algo hecho por él mismo» («Prólogo» a La condición humana, ed. cit., pág. 15). Véanse como textos significativos, de Arendt, «Europa y la bomba atómica» (1954), en Ensayos de comprensión, ed. cit., págs. 503-508, y de Jaspers, La bomba atómica y el destino del hombre, Madrid, Taurus, 1958.

      25 W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», ed. cit., pág. 2. Tanto Jaspers como Arendt subrayan el potencial como destructor de la humanidad de la nueva bomba, mientras que G. Anders polemiza con Jaspers (véase su «Tesis para la era atómica», escrito de 1960, Artefacto, núm. 5, 2004, págs. 1-11). Heidegger, por su parte, en un texto del mismo momento histórico señala el peligro de la estructura de ‘emplazamiento’, apoyándose en las reflexiones de Heisenberg («La pregunta por la técnica» [1954], en Conferencias y artículos, Barcelona, Ediciones del Serbal, 1994, págs. 25 y 26).

      26 La condición humana, ed. cit., pág. 296.

      27 «Confiamos en que en un futuro no muy lejano podamos realizar lo que las épocas anteriores a la nuestra consideraron como el secreto más grande, más profundo y más sagrado de la naturaleza: la creación o recreación del milagro de la vida. Empleo deliberadamente la palabra “crear” para señalar que estamos haciendo lo que hasta ahora se consideraba prerrogativa de la acción divina» (La condición humana, ed. cit., pág. 297).

      28 Sobre la noción de ‘evento’ en Arendt, véanse los trabajos de R. Vázquez, «Thinking the Event with Hannah Arendt», European Journal of Social Theory, 9(1), 2006, 43-57, y de W. Yaquoob, «The Archimedean point: Science and technology in the thought of Hannah Arendt, 1951-63», ed. cit., págs. 12-13.

      29 Véase en el ensayo citado de E. Brient, «Hans Blumenberg and Hannah Arendt on the “Unworldly Worldliness” of the Modern Age», el apartado «Worldlessness and the Hallmark of the Modern Age», ed. cit., págs. 523-528. El papel de Descartes también había sido resaltado por Heidegger, por ejemplo, en «La época de la imagen del mundo», ed. cit., pág. 81, y en La pregunta por la cosa, ed. cit., pág. 97.

      30 Atiéndase la conexión entre ‘alienación del mundo’, ‘alienación de la Tierra’ y la condición de ‘aislamiento’ como la experiencia básica sobre la que puede surgir el gobierno totalitario (Los orígenes del totalitarismo, Madrid, Alianza, 1987, vol. 3, pág. 700, cfr. también en dicha obra los fenómenos de ‘desarraigamiento’ y ‘superfluidad’ (pág. 702), y la amenaza de asolar el mundo tal y como lo conocemos (ibid., pág. 706).

      31 Sobre la ‘alienación de la Tierra’, véase el trabajo de D. Macauley antes citado, «Hannah Arendt and the Politics of Place: From Earth Alienation to Oikos», en D. Macauley (ed.), Minding Nature: The Philosophy of Ecology, ed. cit, págs. 102-133.

      32 Arendt, «El concepto de historia: antiguo y moderno», en Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la reflexión política, Barcelona, Península, 1996, pág. 62.

      33 Ibid., pág. 63.

      34 La condición humana, ed. cit., pág. 302.

      35 Ibid., pág. 306.

      36 «El concepto de historia: antiguo y moderno», ed. cit., págs. 66-7. La identificación de naturaleza y espíritu en la esencia de la técnica había sido señalada por su parte por Heidegger en «Superación de la metafísica», en Conferencias y artículos, Barcelona, 1994, pág. 72. En este texto, Heidegger habla de la «devastación de la tierra» como «proceso querido pero que en su esencia no es sabido ni se puede saber» (op. cit., pág. 73).

      37 La condición humana, ed. cit., pág. 322. Las ideas de ‘proceso’ y ‘desarrollo’ como claves en la nueva ciencia de la naturaleza son destacadas por Arendt apoyándose en los estudios de A. N. Whitehead, tanto en Science and the Modern World (1925), Londres, Macmillan, 1956, como en The concept of Nature (1920), Nueva York, Dover, 2004 (La condición humana, ed. cit., pág. 356, nota 62, entre otras).

      38 La condición humana, ed. cit., págs. 300-301. Arendt se hace eco sobre todo de las reflexiones de W. Heisenberg, pero también de otros físicos, como E. Schrödinger y M. Planck (véase La condición humana, ed. cit., notas 51-55, págs. 355-356). El debate entre Heisenberg y Heidegger en 1953 en Múnich y los textos subsiguientes han de ser tenidos en cuenta en este contexto (véase C. Carson, Heisenberg in the Atomic Age. Science and the Public Sphere, Cambridge, Cambridge University Press, 2010).

      39 La condición humana, ed. cit., págs. 319-320.

      40 «La inversión afectó solo al pensamiento, que a partir de entonces fue el sirviente de la acción como esta había sido la ancilla theologiae, la asistenta de la contemplación de la verdad divina en la filosofía medieval, y la asistenta de la contemplación de la verdad del Ser en la filosofía antigua. La propia contemplación se vació de significado» (La condición humana, ed. cit., pág. 317).

      41 Después del siglo XVII y «principalmente debido al desarrollo de la filosofía moderna, la ciencia y la filosofía se separan más radicalmente que antes. […] La filosofía moderna debe su origen y curso exclusivamente más a específicos descubrimientos científicos que a cualquier previa filosofía» (La condición humana, ed. cit., pág. 299).

      42 La condición humana, ed. cit., pág. 316. En el diagnóstico final de Heidegger, la filosofía se habría convertido en cibernética («Entrevista Der Spiegel», conversación de Der Spiegel con M. Heidegger (1967), en La autoafirmación de la Universidad alemana. El rectorado, 1933-34, Madrid, Tecnos, 1989, pág. 74). Arendt mantiene una actitud más serena y positiva ante la situación de declive de la filosofía. Como muestra, en su carta de 28 de julio de 1970, escribe a Heidegger: «Una palabra más sobre la cibernética —págs. 10 y 11—: dices que el porvenir es representado (por la cibernética) como aquello que “adviene al ser humano”. ¿Estás seguro de que es así? Tú mismo dices en la página siguiente que la futurología siempre solo tiene que ver con un “presente prolongado” —lo cual sería sin

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