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Las alas del reino I - Cuervo de cuarzo. Tamine Rasse
Читать онлайн.Название Las alas del reino I - Cuervo de cuarzo
Год выпуска 0
isbn 9789563176124
Автор произведения Tamine Rasse
Жанр Языкознание
Серия Las alas del reino
Издательство Bookwire
Rápidamente, los muchachos lo imitaron, mientras algunos se apuraban a ponerse la camiseta o a limpiarse el sudor de la frente.
—Teniente —lo saludé, pretendiendo una calma que no sentía—, cadetes. Buenos días.
—¡Buenos días, su alteza! —respondieron al unísono los cadetes, tiesos como un palo.
—¿En qué puedo servirle, alteza? —apuró el teniente, visiblemente incómodo de que estuviésemos allí.
—Tan solo vinimos a dar una vuelta, a ver cómo iba todo. No pretendíamos interrumpir.
—De ningún modo, alteza.
Antes de poder arrepentirme, pregunté:
—¿Entonces no será problema que nos quedemos un rato, verdad teniente?
Aunque era evidente que prefería que nos fuésemos, el hombre estaba tan bien entrenado en diplomacia como cualquier militar, por lo que se limitó a sonreírme y a asegurar que no sería un problema, después de todo ¿quién era él para negarme una petición?
Nerviosa, Lily me siguió hasta las gradas, donde se apresuró a sacudir el inexistente polvo de las bancas antes de que nos sentásemos.
—Puede continuar, teniente —dije luego de un incómodo momento donde reinó el silencio.
Sin dirigirme una palabra, el hombre volvió a tocar su silbato y de inmediato los muchachos se pusieron otra vez en marcha, lanzándonos miradas muy poco sutiles a Lily y a mí. Por un momento, creí ver que el cadete se nos había quedado mirando, pero casi parecía que lo hubiera soñado, ya que nunca más lo vi levantar la mirada del punto en el suelo frente a él: nada parecía poder desconcentrarlo.
—¡Cadetes! —gritó el teniente después de que todos los chicos se levantaran al sonido de su silbato—. Desde mañana, pasarán a ser cabos oficialmente: trabajarán en escuadrones, bajo las órdenes de un sargento y liderados por el líder de tropa, quién será el responsable de que se cumplan todas nuestras exigencias.
Al escuchar esto, algunos de los chicos hincharon el pecho y se pararon más derechos, otros miraban nerviosos de lado a lado, preguntándose a quién le habría tocado tal honor. Mi cadete se mantenía serio sin quitar la vista del teniente.
—Cabo Emil, cabo Loza, cabo Myra pasen adelante.
Lily se tensó a mi lado cuando el cadete Myra se encaminó hacia el frente. El pecho se me volvió a apretar, y otra vez tuve que repetirme que nada podía pasar. Myra se puso de pie junto a los otros cabos elegidos mientras repetían las palabras que salían de la boca del teniente, y a pesar de que su expresión era imperturbable, estaba casi segura de que por un momento se le escapó una diminuta sonrisa de orgullo.
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