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El segundo nacimiento. Omraam Mikhaël Aïvanhov
Читать онлайн.Название El segundo nacimiento
Год выпуска 0
isbn 9788412328615
Автор произведения Omraam Mikhaël Aïvanhov
Жанр Философия
Издательство Bookwire
Tomad un trozo de papel verde y un trozo de papel rojo. Acercadlos el uno al otro: el rojo parece más rojo y el verde más verde. Los dos colores juntos se exaltan; pero, os lo he dicho, si los mezcláis obtenéis un color sucio, nebuloso. Lo mismo sucede con los seres.
Haced ahora otra experiencia. Mirad fijamente una hoja de papel rojo durante algunos segundos; luego, bruscamente, mirad fijamente una hoja blanca: veréis aparecer el verde. Si miráis fijamente el naranja veréis aparecer el azul, y si miráis fijamente el azul veréis aparecer el naranja. ¿Por qué? Hay ahí unas leyes muy interesantes que podéis encontrar de nuevo en la vida psíquica. Meditáis sobre un tema, pero, después de algunos esfuerzos, es otro pensamiento el que penetra en vosotros. Estos fenómenos revelan la relación que existe entre el rojo y el verde, o entre el amarillo y el violeta, dentro de vosotros. Cada virtud está ligada en el hombre a otra virtud, cada cualidad a otra cualidad, cada movimiento a otro movimiento, exactamente en la misma forma que los colores están ligados entre sí. Cada flaqueza está, también, ligada a otra flaqueza. Basta, pues, que el hombre despierte en sí una de sus virtudes o una de sus flaquezas para desencadenar otras que se corresponden. Basta con desencadenar una pasión para que se despierte otra.
Puede incluso producirse un fenómeno aún más curioso: uno trabaja para despertar una virtud, y ve aparecer un vicio. Lo contrario es igualmente cierto, a veces. Algunas flaquezas, algunos defectos, pueden despertar una cualidad, una virtud. Estos hechos nos ayudan a comprender cómo una persona que ha rezado durante años, que se ha sacrificado, que ha sido un modelo de virtud, se ve presa de una pasión todopoderosa y se entrega a todo tipo de desenfrenos y vicios. ¿Cómo han despertado estos seres el Infierno en su alma cuando llamaban al Cielo? Inversamente, vemos que personas que cometían crímenes y se entregaban al libertinaje, se convierten en santos, en modelos de bondad, de pureza y de sacrificio. Uno desea la pureza y es, a menudo, visitado por la impureza.
Uno desea la sabiduría y se complace, frecuentemente, en leer estupideces. ¿Por qué se dice en el Evangelio que la materia se opone al espíritu? ¿Habéis observado a los árboles para ver cómo las ramas están ligadas a las raíces? Cuando las ramas crecen y se hacen más largas y más gruesas, las raíces se desarrollan también, hundiéndose más profundamente en la tierra. Si el hombre ignora de qué forma el mundo superior está ligado al mundo inferior, a menudo se queda asombrado del resultado de sus esfuerzos. Pero volveremos sobre esta cuestión en otra ocasión.
Ya os dije que el color rojo está ligado a los órganos genitales, y el color verde al estómago y al hígado. Si el color rojo no es puro en nosotros, despertará un color verde que tampoco será puro y cristalino, con lo cual el estómago y el hígado estarán indispuestos o no podrán ya eliminar los venenos. Todos los colores tienen una relación entre sí. Aquel que sigue la vía de la sabiduría (el amarillo), se ve impulsado obligatoriamente a adorar al Creador del universo (el violeta), al Maestro de esta sabiduría infinita. El color violeta, que corresponde a la adoración, es el más espiritual de todos. Inversamente, aquel que adora al Señor, que Le busca en todas partes y trabaja para estar continuamente en comunión con Él, ve aparecer el color amarillo, es decir, empieza a ser sabio.
¡Cuántos misterios hay aún escondidos en la luz! En el principio era la luz2... Conocer la luz es conocerlo todo.
Ya os dije que, para los alquimistas y los astrólogos, la naturaleza está compuesta de 4 elementos fundamentales: fuego, aire, agua y tierra. Si observamos la vida, constatamos que el agua y el fuego son la causa de la mayoría de los fenómenos que se producen en la superficie de la tierra.
Consideremos el esquema siguiente:
Este esquema representa los dos triángulos de fuego y de agua reunidos. Aquellos de vosotros que se ocupen de astrología, comprenderán la profundidad de este símbolo. El triángulo de fuego contiene los tres colores: rojo, amarillo y azul. El rojo corresponde a Aries, el amarillo a Leo, y el azul a Sagitario. Estas correspondencias están de acuerdo con la naturaleza de los signos y de los planetas que en ellos tienen su domicilio. Aries es el domicilio de Marte, el planeta rojo, activo, enérgico, combativo. Leo es el domicilio del Sol. Sagitario es el domicilio de Júpiter, el planeta de la religión, de la alta espiritualidad.
El triángulo de agua contiene los signos de Cáncer, de Escorpio y de Piscis. A Cáncer está ligado el verde, a Escorpio el naranja, y a Piscis el violeta. Cáncer es el domicilio de la Luna, que reina sobre la imaginación y la sensibilidad. Escorpio es la otra casa de Marte, casa de la independencia, de la agresividad y del orgullo. Piscis es la casa de Neptuno, casa mística, en la frontera de los dos mundos.
“Si un hombre no nace del agua y del espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios”, dijo Jesús. Nosotros interpretamos estas palabras de la manera siguiente: el agua corresponde al corazón, al principio femenino, pasivo. El fuego corresponde al espíritu, a la sabiduría, al principio masculino, activo. Debemos, pues, nacer de estos dos principios, amor y sabiduría, para poder entrar en el Reino de Dios. Estos dos principios, el amor y la sabiduría, dan nacimiento a la verdad. Si alguien dice: “Yo poseo la verdad”, preguntadle: “¿Posees el amor y la sabiduría?... ¿Tu corazón es lo bastante vasto para contener al mundo?... ¿Tu intelecto comprende las leyes de la naturaleza? – No. – Entonces, no estás en la verdad...” La verdad, es el agua y el fuego, el amor y la sabiduría, el padre y la madre. Por eso, el hombre está, por naturaleza, relacionado con la sabiduría y la mujer con el amor.
Cuando nuestro intelecto sea como el sol y nuestro corazón como el agua del manantial que fluye, entonces naceremos por segunda vez. En astrología, sólo se tiene en cuenta el tema del nacimiento físico, de la primera respiración del niño; pero eso no basta. No se puede conocer el destino y el carácter de un ser sólo en función del tema del nacimiento físico: hay que tener también en cuenta el tema de la concepción y el del segundo nacimiento, que corresponde al momento en que la conciencia se transforma en superconciencia, en que el ser se ilumina, se renueva en el otro mundo. Deben escogerse momentos perfectos en el cielo para nacer en la tierra, pero no es necesario conocer la astrología para nacer por segunda vez. Si uno está lleno de virtudes, si vive según las leyes del amor, de la sabiduría, de la pureza, eso basta para nacer de nuevo, para entrar en la nueva vida. Porque esta nueva vida no comprende únicamente conocimientos teóricos sino que es un estado de conciencia, un conjunto de pensamientos, de sentimientos y de actos que uno debe vivir para el bien de los demás y para el suyo propio. Pero, evidentemente, todas las ciencias esotéricas nos ayudan y podemos estudiarlas para facilitar nuestra evolución y profundizar en el sentido de los más grandes misterios.
Es, pues, positivo estudiar la alquimia, la astrología, la magia, la Cábala, pero para comprender bien estas ciencias, es preciso estudiarlas primero en el hombre. No comprenderemos la alquimia si no comenzamos por estudiar la verdadera alquimia: la nutrición. No comprenderemos la astrología si no estudiamos la respiración y la circulación, porque el corazón es el sol que irradia sobre los otros planetas, los órganos. La Cábala, con todos los sefirot y las jerarquías angélicas, se encuentra en nuestra cabeza. En cuanto a la magia, se encuentra en nuestros gestos. Sí, sin saberlo, el hombre es un mago, y muy a menudo hasta un mago negro, con sus gestos, sus muecas, sus palabras y todo su comportamiento.
Los ejercicios que voy a mostraros son gestos de magia positiva, de magia blanca. Los magos poseen una varita; todos conocéis el caduceo de Hermes que lleva dos serpientes entrelazadas. Hermes es el planeta Mercurio que reina sobre Géminis. La constelación de Géminis está ligada a los brazos, y por lo demás, si os habéis fijado, las dos manos representan serpientes.
Aquel que conoce las dos corrientes esenciales de la naturaleza actúa con sus dos manos como con una varita mágica.