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que es que los niños permanezcan al lado de sus parejas cuando realicen una técnica cooperativa en las asambleas o que no se sienten a pintar con el pincel hasta que ambos no se han puesto el babi, te vas a perder la oportunidad de disfrutar y celebrar los pequeños avances que van teniendo tus alumnos. Por este motivo, debes secuenciar la implantación del aprendizaje cooperativo partiendo del sentido común y teniendo la capacidad para valorar todos esos pequeños avances que van configurando ese “pokémon cooperativo” que pretendemos educar.

      Y en ese proceso, debes recordar que mucho de lo que tú haces en Infantil servirá para sostener las dinámicas cooperativas que desarrollarán los alumnos en el futuro. Porque, aunque tú no puedas hacer tutorías entre iguales con 3 años, en las que unos alumnos enseñan a sus compañeros a desarrollar las tareas propuestas, el hecho de que hayas conseguido que los estudiantes esperen a su pareja para sentarse en la asamblea o que vayan con ellos en la fila, será la base sobre la que articularemos una dinámica en la que no se puede pasar al ejercicio dos hasta que todos hayan terminado el uno.

      En este sentido, y poniéndonos cinematográficos, debes considerarte como ese maestro Miyagi de Karate Kid que dotó a “Daniel San” de las destrezas necesarias para hacer kárate a través de actividades menos karatecas como pintar una verja, lijar el suelo o dar cera al coche. Así que no olvides nunca ese “dar cera, pulir cera”. He ahí una parte importante de nuestra lucha. Y es que, si eres capaz de valorar los pequeños progresos, tendrás la suficiente motivación para seguir cooperando y si lo sigues haciendo los alumnos irán adquiriendo una mayor experiencia y, con ella, irán desarrollando las destrezas necesarias para cooperar con niveles de eficacia mayores. Y un día no muy lejano te encontrarás haciendo tutorías entre iguales.

      Para facilitarte este trabajo, hemos intentado que este libro recoja una propuesta de aprendizaje cooperativo pensada para la Educación Infantil, que es fruto de muchos años de experiencia poniéndolo en práctica en el aula. Todas y cada una de las propuestas que encontrarás en estas páginas han sido probadas y contrastadas en muchas aulas de Infantil, por lo que pueden constituir la base sobre la que puedas construir tu propia propuesta de cooperación.

      Olga Manso Baeza

      Capítulo uno

      Empecemos por el principio… Si queremos que nuestras niñas y niños trabajen juntos, tendremos que ponerlos juntos. Solo podrán cooperar si coinciden en el espacio y en el tiempo, y forman parte de un equipo, lo que, como verás en este primer capítulo, es bastante más que hacer que se sienten en la misma mesa.

      Agrupa a los alumnos

      Si has abierto este libro es porque tienes muy claro que quieres embarcarte en la aventura del aprendizaje cooperativo en tu aula de Infantil y eso —no te lo vamos a negar— nos alegra mucho. Cuantos más seamos, menos explicaciones tendremos que dar.

      A partir de estas páginas, comenzaremos juntos un viaje que seguro va a ser muy enriquecedor; eso sí, debes tener una cosa muy presente: cooperar está muy bien, pero es más difícil que no hacerlo.

      Poco a poco, irás comprobando que, aunque esto del aprendizaje cooperativo tiene muchas ventajas, es una empresa que exige paciencia y perseverancia (sí, por ese orden). No basta con creérselo, hay que establecer unas condiciones mínimas para que pueda ocurrir la magia. Ahora bien, no te agobies, estamos aquí para ir guiándote y, por supuesto, animando en cada etapa de este proceso que vamos a vivir a lo largo de varios capítulos.

      Así que vamos allá, ¿lo tienes claro? Estás a tiempo de cerrar el libro y hacer como si nunca nos hubiéramos conocido… Pero si no es así, ¡manos a la obra! Anota este día en el calendario:

      “¡Hoy empiezo a construir mi propia red de aprendizaje cooperativo en el aula!”.

       Seguro que acaba de surgir tu primera pregunta, así, nada más empezar: “¿Qué es eso de una red de aprendizaje?”. No te preocupes, iremos explicando cada concepto a su debido tiempo. Pero te adelantamos que entendemos por red de aprendizaje aquella estructura que implantamos en nuestras clases para fomentar la interacción entre los niños, siempre desde la perspectiva de la cooperación. Hasta ahí genial, pero... ¿qué supone para ti? Básicamente llevar a cabo toda una serie de acciones que iremos desgranando.

      En este primer capítulo, nos ocuparemos específicamente de aquellos aspectos que debes tener en cuenta a la hora de formar agrupamientos en tu aula de Educación Infantil, para lo que nos centraremos en dar respuesta a tres preguntas fundamentales:

      1. ¿Quiénes son mis alumnos?

      Es imprescindible que conozcas y analices algunas características de tus alumnos para formar equipos que te ofrezcan ciertas garantías. Para ello, te daremos pautas sobre los datos que debes conocer y las estrategias o herramientas que puedes utilizar.

      2. ¿Cómo formo los equipos?

      Iremos planteando cuestiones relacionadas tanto con el diseño de los agrupamientos, como con la distribución de los alumnos en ellos y la disposición del aula. Ya verás que, cuidando estos aspectos, los equipos resultarán más eficientes, aumentando así las posibilidades de que todos puedan aprender.

      3. ¿Qué hago para que se sientan parte del grupo?

      Verás que el desarrollo de una identidad colectiva te permitirá potenciar el sentido de pertenencia de los alumnos al grupo y, en consecuencia, la cohesión y la interdependencia positiva, factores todos ellos que mejorarán el funcionamiento de los equipos.

      A la hora de abordar la construcción de una red de aprendizaje basada en la cooperación, debes ser consciente de que el alumno necesita haber interiorizado previamente determinadas destrezas, que no se desarrollan de la noche a la mañana. Manejarse con eficiencia dentro de una red de aprendizaje cooperativo exige su tiempo y debes tenerlo en cuenta a la hora de plantearte expectativas razonables. Por ello, resulta de especial interés que secuencies, con cierta coherencia, las estructuras y dinámicas cooperativas que vayas a poner en práctica, de forma que todos —los niños y tú— estéis en condiciones de afrontar los retos que se derivan de ellas.

      Partiendo de esta premisa, pasamos a ocuparnos de las primeras acciones que vas a desarrollar para construir esa red de aprendizaje cooperativo en tu aula: la formación de grupos.

      1. ¿Quiénes son mis alumnos?

      La red de aprendizaje que te proponemos se sustenta en una estructura formada por grupos cooperativos; en ellos, los alumnos trabajan juntos, compartiendo información, tareas y recursos, y se benefician así de las enormes posibilidades que ofrece la interacción para potenciar su aprendizaje.

      Un equipo cooperativo bien configurado puede ser un espacio de trabajo ideal para tus alumnos, tanto para los que pueden presentar algún tipo de dificultad como para los que tienen un alto nivel de desempeño. En este contexto, la cooperación puede convertirse en una extraordinaria herramienta metodológica que mejore su experiencia escolar y, por qué no, los convierta en niños y niñas más felices.

Antes de continuar, nos gustaría que hicieras un alto en el camino y pensaras en los niños y niñas de tu clase: cómo juegan, qué les gusta, cuándo sonríen más, quién te trae de cabeza, pero se ha ganado tu corazón, cuál tiene siempre un dibujo para ti o algo que contarte del fin de semana. Te proponemos que elabores una lista con sus nombres para que, durante todo el capítulo, los tengas muy presentes.

      Por todo ello, en este capítulo nos ocuparemos de algunos factores que debes tener en cuenta para formar grupos de alumnos con ciertas garantías de éxito. El primero de ellos es, sin duda alguna, conocer a tu alumnado.

      Pero piensa un momento en esto... En Infantil, los niños comienzan su escolarización y nosotros no tenemos —como nuestros compañeros

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