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fascinante. Se titulaba «Políticas y procedimientos para el uso de las instalaciones de la iglesia». Tenía sesenta y cuatro páginas. En serio.

      Mientras nuestro equipo leía este voluminoso libro de reglamentos, una cosa estaba muy clara: era un tratado sobre cómo mantener a la comunidad alejada de la iglesia.

      Comprendo que las iglesias deben tener algunos lineamientos para sus instalaciones con propósitos de coordinación y responsabilidad legal. Pero este manual era ridículo. Esto era un síntoma del enfoque hacia adentro de la congregación. Había demasiadas reglas y regulaciones que regían a los no miembros. Cualquier invitado que recibiera el documento habría entendido un mensaje claro: no eres bienvenido aquí.

      ¿Qué tal si ponemos este pensamiento de cabeza? ¿Qué tal si consideramos las instalaciones de nuestra iglesia como una herramienta para alcanzar nuestra comunidad? ¿Qué tal si pensáramos en formas de atraer a la comunidad en lugar de mantenerla alejada?

      Este es un concepto novedoso para muchas iglesias poscuarentena.

      Es hora de reajustar nuestra perspectiva en esta nueva era. Es hora de reajustar cómo usamos nuestras instalaciones. Durante demasiados años, las instalaciones de la iglesia han sido principalmente para el beneficio de los miembros. En ocasiones, alguna iglesia promocionaba la construcción de una nueva instalación como una forma de alcanzar a la comunidad. La mayoría de las veces, era una promesa vacía. Tan pronto como se culminaba la instalación, se convertía sencillamente en un nuevo lugar para los miembros de la iglesia.

      ¿Qué tal si miráramos las instalaciones de nuestra iglesia desde la perspectiva de la comunidad? John Mark Clifton cuenta sus experiencias cuando comenzó a servir como pastor de la Iglesia Bautista Wornall Road en Kansas City. La iglesia estaba a punto de cerrar; se había vuelto irrelevante para la comunidad.

      Los pocos miembros que quedaban en la congregación albergaban pocas esperanzas para su iglesia. Solamente el mantenimiento aplazado de sus grandes instalaciones parecía una barrera insuperable para los pocos fieles. Entonces, cuando el nuevo pastor sugirió que prepararan la iglesia para la comunidad, pareció una ingenuidad enorme o una broma cruel. Necesitaban miles de dólares para poder utilizar las instalaciones de su iglesia. Apenas podían pagar sus facturas de servicios públicos. ¿Entonces cómo podrían renovar el edificio de su iglesia para la comunidad?

      No obstante, el pastor emprendió la obra con unas pocas latas de pintura y la ayuda de voluntarios. Pintaron una habitación con colores brillantes y variados. La llamaron «la sala de cumpleaños». Luego los miembros pusieron volantes en las puertas de sus vecinos. El mensaje era sencillo pero convincente. La iglesia proporcionaría un lugar para que los niños del vecindario celebraran sus cumpleaños. Gratis. Los miembros de la iglesia ayudarían en las fiestas. Lo único que los vecinos tenían que hacer era reservar y presentarse con los niños.

      Fue transformador. No solo para las familias del vecindario; fue transformador para la iglesia. Por lo general, las iglesias darán la bienvenida a la comunidad para eventos señalados y bien planificados. La cantata navideña. La presentación de Semana Santa. El concierto de los niños. Y estos eventos no tienen nada malo. Pero ¿y si probáramos algo diferente? ¿Qué tal si le preguntamos a la comunidad cómo las instalaciones de nuestra iglesia podrían serle de mejor utilidad? ¿Qué tal si ponemos de cabeza el propósito de los edificios de nuestra iglesia? ¿Qué tal si las instalaciones se convierten en un lugar para la comunidad y en un lugar en la comunidad?

      Durante la cuarentena, muchos líderes y miembros de iglesias descubrieron que la iglesia seguía siendo la iglesia; incluso sin sus instalaciones. Sí, deseábamos volver a las reuniones presenciales para estar con nuestros amigos, pero descubrimos que podíamos hacer muchas cosas como iglesia sin depender de nuestros edificios. De hecho, el mundo digital abrió posibilidades que muchas congregaciones nunca habían considerado, y mucho menos probado.

      Al parecer, nos dimos cuenta de que nuestras instalaciones eran más herramientas que necesidades. ¿Qué tal si ahora usamos esas herramientas para llegar y ministrar a nuestra comunidad?

      Hace poco realicé un recorrido por las instalaciones de una iglesia en Georgia que habían sido remodeladas para servir mejor a la comunidad. Casi la mitad de los grandes edificios ahora estaban destinados específicamente para las necesidades del vecindario. Una sección era una extensa área de descanso para el cuerpo policial. Otra área era utilizada como clínica médica. Una vez terminado, el edificio incluía numerosas lavadoras y secadoras que los residentes de la comunidad podían usar sin costo alguno. Durante ciertas horas, la lavandería de la iglesia se utilizaba para cuidar niños.

      Otra iglesia en un grupo demográfico económico diferente comenzó a hacer planes para establecer asociaciones con empresas locales. Ya tenían un lugar para que los miembros de la comunidad usaran Wi-Fi gratis; pero ellos querían hacer más. Cuando supieron de otras iglesias que tenían tiendas de emparedados y restaurantes en las instalaciones, propiedad de empresas con fines de lucro, y de una iglesia que abrió sus instalaciones a un preescolar privado en lugar de reinventar la rueda al comenzar su propio ministerio preescolar, se inspiraron para asumir un enfoque de pizarrón vacío y pensar creativamente sobre sus opciones. Estoy seguro de que esta iglesia pronto se convertirá en un imán en y para su comunidad.

      Los líderes de una iglesia rural, ubicada en un área escasamente poblada, que no posee nada que se asemeje a un centro comunitario en unas treinta millas (50 kilómetros) a la redonda, ahora sueñan con usar su centro de adoración y salón de comunión para las necesidades de la comunidad. Se dieron cuenta de que la pequeña escuela en el área no tiene un espacio adecuado para celebrar eventos. Sin embargo, el centro de adoración de la iglesia tiene espacio para casi doscientas personas. Es ideal para eventos comunitarios y escolares.

      ¿Entiendes el mensaje? Si ya nos acostumbramos a prescindir de nuestros edificios durante muchas semanas, ahora podemos ver las instalaciones de nuestra iglesia con otros ojos. Podemos verlas más como una herramienta de alcance que como un área de retiro para los miembros.

      Las iglesias en Estados Unidos y en todo el mundo poseen propiedades e instalaciones por valor de miles de millones de dólares. Dios nos ha provisto estos recursos para que seamos buenos mayordomos. Cada semana, gran parte de las instalaciones de la iglesia permanecen sin ser utilizadas. Es hora de volver a examinar el uso de nuestras instalaciones. Es hora de abrirlas a nuestras comunidades.

      Una nueva mentalidad: en busca de señales

      He dirigido o participado en cientos de consultas de iglesias. Una de las primeras cosas que nuestro equipo de consultoría hace en el lugar es recorrer las instalaciones de la iglesia. Nos fijamos en el área de estacionamiento. Hacemos una evaluación rápida de la capacidad en el centro de adoración. Nos centramos en la seguridad e higiene del área para los niños. Preguntamos sobre el flujo del tráfico automotor y peatonal.

      Entre nuestros muchos puntos a inspeccionar hay un inventario sobre las señales dentro y alrededor de los edificios de la iglesia. ¿Hay buena señalización direccional cuando se entra al estacionamiento? ¿Pueden los visitantes encontrar con facilidad la entrada principal al edificio de la iglesia? ¿Están los baños claramente señalizados? ¿Pueden los padres jóvenes ver en su primera visita a dónde llevar a sus hijos?

      Con el paso del tiempo, hemos notado mentalmente y, a veces, hemos escrito sobre «señales no deseadas». Estas son las señales que les indican a los miembros e invitados (generalmente a los invitados) lo que no pueden hacer. No entre con café al santuario. No pase al servicio de adoración después de las 11:15 a. m. No merodee por el estacionamiento. No use patinetas.

      Tú entiendes.

      Si bien algunas de estas señales están allí por razones de seguridad y responsabilidad legal, la mayoría han sido colocadas para evitar que los extraños estropeen la propiedad de la iglesia. Las señales son una expresión externa y física de una iglesia enfocada hacia adentro. Las instalaciones de la iglesia son un refugio exclusivo para los miembros de la iglesia. No molestes al club religioso ni a ninguno de sus artefactos.

      La iglesia poscuarentena

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