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en manos del azar y la improvisación.

      Como quinto plano de decisión metodológica (tabla 2) hemos de describir la evaluación del entrenamiento. Este concepto comprende todas las medidas que se toman con vistas al control y a la observación de resultados, a su evaluación e interpretación. La eficacia de una unidad de entrenamiento y la carga óptima, principalmente en el ámbito de la intensidad, dependen en gran medida de las evaluaciones que se hayan “incorporado” en el transcurso del entrenamiento. En los ejemplos mencionados del fútbol y el biatlón podemos imaginar unas cuantas posibilidades de evaluación: el entrenador comenta tras cada situación modelo practicada los fallos de posición u otras posibles variantes (retroalimentación), o bien tras el entrenamiento expone en la pizarra un resumen de éste en su totalidad, adelantándose al inminente partido. En el entrenamiento de biatlón se corre con pulsómetros y los resultados se evalúan tras la carrera. De pie en posición de tiro se muestra inmediatamente al deportista el impacto obtenido en la diana. Evaluación continua significa también dirección constante dentro de una unidad de entrenamiento. El instrumental que se utilice para ello puede ser tan variado como la propia actividad metodológica.

      Por otra parte, sería posible designar como elemento metodológico las distintas formas de interacción entre los participantes, en el sentido del entrenamiento como actividad “social” entre deportistas y entrenadores. Pero, dado que las intenciones de estos “socios colaboradores” no se suelen limitar al entrenamiento en sentido estricto y están, en consecuencia, sometidas a múltiples condicionamientos, una decisión en este terreno no sería analizable desde una perspectiva exclusivamente metodológica más que en contadas ocasiones, y, por tanto, como decisión exclusivamente metodológica sería muy fácil de malinterpretar.

      Como principios del entrenamiento vamos a definir una serie de instrucciones jerárquicamente superiores para la actividad del entrenamiento deportivo. Se trata, pues, más bien de una base general de orientación y menos de una línea concreta de actividad. Estos principios dirigen la acción de entrenadores y deportistas a la hora de elaborar los esquemas de la actividad. Así, se refieren menos a operaciones concretas que a rasgos básicos de tipos de actividad (SCHNABEL / MÜLLER, 1988, 97).

      De acuerdo con el esquema de dirección y regulación que aquí nos sirve de base, los principios del entrenamiento pueden referirse a las distintas categorías de la actividad, esto es, la planificación, la realización, los controles y la evaluación del entrenamiento, y englobar también la exhibición de rendimientos. Pueden regir la actividad en su conjunto, campos de actividad concretos, como por ejemplo el entrenamiento juvenil, o distintos tipos de entrenamiento, como por ejemplo el de la técnica; pueden también ser válidos para los distintos grupos de personas que toman parte en el entrenamiento.

      Los principios, en tanto que indicaciones para la actividad, pueden ser imposición de normas, que se hacen eco de convenciones y compromisos sociales, como por ejemplo el “principio de mantenimiento y conservación de la salud”. También pueden derivarse de hipótesis de la actividad a partir de leyes científicas o de experiencias prácticas del entrenamiento. Como normas que son, los principios que se aplican se mantienen en la medida en que son deseados por la colectividad. Los que se deducen a partir de leyes o de experiencias no pueden ser “verdaderos” ni “falsos”, sino sólo “más o menos eficaces”. La conveniencia de su aplicación resulta de su grado de eficacia en la praxis del entrenamiento.

      El concepto de principio debería distinguirse del de regla de entrenamiento. Ambos aluden a instrucciones para la actividad, si bien SCHNABEL / MÜLLER (1988/2, 99), entre otros, indican que en metodología se utilizan a veces sin la unicidad necesaria. Al igual que estos autores, daremos por sentado, en lo sucesivo, que los principios tienen un grado de generalidad mayor que las reglas; las reglas sirven para interpretar y concretar los principios. En un esquema de actividad amplio tienen básicamente la función de un hilo conductor para decisiones más concretas, que atañen a la realización del entrenamiento. En los siguientes capítulos, que tratan del entrenamiento técnico, táctico y de la condición física, seguiremos intentando formular reglas de entrenamiento acreditadas como indicadores de actuación, sobre la base de conocimientos científicos y experiencias prácticas.

      Existen ya unas cuantas recopilaciones de principios del entrenamiento, publicadas como líneas directrices para deducir y fundamentar esquemas de entrenamiento. Se podrían mencionar, por ejemplo, los trabajos de DESCHKA (1961), HARRE (1971), BAUERSFELD / SCHRÖTER (1979) y MATWEJEV (1981); en época más reciente destacan los de SCHNABEL / MÜLLER (1988) y MÜLLER (1988a y 1988b), que exponen detalladamente los problemas de la definición de los principios del entrenamiento. Hasta ahora no se ha conseguido elaborar un esquema de los principios generales del entrenamiento aceptado por la mayoría de los especialistas. Esto parece deberse tanto a diferentes concepciones sobre la importancia del entrenamiento deportivo en la vida social como a un estado de los conocimientos aún incompleto acerca del propio sistema del entrenamiento.

      En lo sucesivo se ha intentado enumerar esquemáticamente los principios generales importantes. Nos hemos mantenido muy fieles a los autores arriba citados; no obstante, hemos completado los principios que ellos mencionan con unas cuantas instrucciones prácticas, tanto específicas como generales, y no solamente dirigidas al ámbito del entrenamiento deportivo.

      Dentro de los principios generales parece oportuno establecer una diferenciación en tres clases:

      — Principios pedagógicos generales, que, aparte del entrenamiento, tienen validez en diferentes procesos de la actividad pedagógica.

      — Principios de la estructuración y de la organización del entrenamiento.

      — Principios de la configuración metodológica y de los contenidos del entrenamiento.

      images Principio del condicionamiento social de las decisiones sobre la actividad. En este tipo de decisiones habrá que tener en cuenta el marco de condiciones vigentes para el conjunto de la sociedad.

      images Principio de la primacía de la evolución personal sobre la evolución del rendimiento deportivo. Las decisiones acerca de la actividad deportiva deben estar en armonía con los objetivos del desarrollo equilibrado de la personalidad.

      images Principio de la racionalidad de la actividad de entrenamiento. La actividad y sus condicionamientos contextuales deben mantenerse siempre en el plano de la conciencia para que se conviertan en procesos conscientes.

      images Principio del mantenimiento y reforzamiento de la salud. Las decisiones se han de tomar de modo que no conlleven peligros para la salud de los deportistas; han de servir, en la medida de lo posible, para reforzar la salud.

      images Principio de la orientación de las tareas de entrenamiento hacia las necesidades e intereses de los deportistas. La actividad se ha de orientar a las necesidades e intereses de los deportistas (para las necesidades de los niños véase, entre otros, KURZ [1988).

      images Principio de la adecuación de la actividad a la edad evolutiva. Las decisiones sobre la actividad han de orientarse según el estado de desarrollo individual de quien se entrena. En los adolescentes se han de aprovechar unas condiciones especialmente favorables en cada una de sus etapas de desarrollo.

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