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el balón.

      Las tareas motoras generales, fáciles de dominar, con y sin balón, crean estímulos positivos para el crecimiento de la musculatura, aún poco desarrollada, y de los órganos internos (corazón, pulmones). Responden además al deseo de movimiento del niño. Un trabajo multifacético con el balón, que incluya todas las partes del cuerpo y no sólo las piernas, refuerza considerablemente el desarrollo de las capacidades coordinativas.

      Las tareas motoras de otras modalidades deportivas no deberían incluir elementos técnicos propios de la modalidad, o bien, de hacerlo, sólo de una forma muy básica. Dada la ausencia de objetivos que caracteriza a esta edad en la búsqueda de actividad y vivencias, los prebenjamines carecen de la concentración y la constancia necesarias para dominar con éxito procesos intencionales de aprendizaje deportivo sin perder a la vez el gusto por el juego.

      Formas de entrenamiento

      Como forma de entrenamiento idónea –en la medida en que en estos primeros años de fútbol puede hablarse de ejercitar y entrenar– se recomienda el partidillo pequeño, circular (véase sobre este punto Brüggemann/Albrecht, Fußball-Handbuch, tomo 1, Modernes Fußballtraining). Si el juego es abarcable en cuanto al espacio y al número de jugadores, el niño puede entregarse a su pasión por el movimiento sin problemas y de forma intensa. Las situaciones del juego, en constante cambio, no plantean, dado el número limitado de jugadores, exigencias excesivas para la percepción del espacio, aún poco marcada, ni para la visión de juego, de la que carecen aún los niños de edad preescolar y prebenjamines. En cambio, estas condiciones son favorables para que las capacidades mentales y psíquicas se desarrollen y consoliden de forma multifacética. Si las formas de juego se comprenden fácilmente y se dominan con rapidez, la escasa capacidad de concentración, los desequilibrios del carácter y las dificultades de coordinación transitorias apenas plantean inconvenientes. La brevedad de los tiempos y la variedad en las formas del juego son bien acogidas por el niño entre los 4 y 8 años, con su comportamiento inquieto y errático. Hemos de despertar en él el gusto por el juego y concretamente por el fútbol. Las dificultades de movimiento con el balón se pueden aminorar con pequeñas reglas de otras modalidades (p. ej., “fútbol-balonmano”: se permite parar el balón con la mano cuando bota o cuando está en alto). La puesta en práctica de las habilidades técnicas carece aún de importancia. El niño debe aprender primero a jugar y acumular experiencias propias en el manejo del balón. Por ello el entrenador no debería aplicar sus ideas de juego, procedentes del fútbol de rendimiento (1ª división; juego de adultos), a estos primeros juegos del “Abecedario del delantero de fútbol”.

      La necesidad infantil de nuevas vivencias y de movimiento intenso y variado provoca rápidamente desinterés por una tarea deportiva (y, como consecuencia, por la modalidad en su conjunto) si ésta es monótona y pobre en movimientos y motivación (ejercicios sencillos).

      Las tareas que motivan son también los pequeños “juegos de patio y de carreras” (p. ej., los juegos de atrapar), variados y adaptables a múltiples modalidades deportivas. En ellos, el manejo del balón desempeña aún un papel secundario. En este contexto hablamos también de “juegos de motivación”. Su interés radica a menudo en un comportamiento importante para la práctica del fútbol de calidad, a saber, el engaño (burla, broma) de un “contrario” (encargado de atrapar). Los juegos de motivación aportan también la experiencia de ver con anticipación las acciones de los otros jugadores, y por tanto el desarrollo del juego, y de reaccionar ante ello de forma correcta y feliz.

       Apariencia corporal

       –Aspecto corporal equilibrado

       –Osificación aún no consolidada

       –Musculatura marcada

       Formas de comportamiento típicas de la edad

       –Capacidad de coordinación buena y habilidad motora

       –Carácter equilibrado

       –Sensación de fuerza impetuosa y arrogancia

       –Elevada confianza en sí mismo

       –Comportamiento imitador carente de sentido crítico

       –Actitud básica objetiva

       –Orientación hacia el rendimiento

       –Optimista, fácil de motivar, asertivo

       –Marcado impulso por conocer

       –Pulsión por el movimiento difícilmente controlable

       –Intensa curiosidad

       ENTRENAMIENT O DE BASE:

      (véase pág. 38)

       — Tiempo de estabilización —

       Contenidos del entrenamiento Formas de entrenamiento

       –Destrezas técnicas – manejo y control del balón, formas de pase

       –Fundamentos del comportamiento táctico

       –Trabajo del uno contra uno con y sin balón

       Formas de entrenamiento

       –Partidos de juego

       –Los ejercicios técnicos de tipo lúdico suponen una motivación para el carácter

       –Juegos de motivación propiosde la modalidad

      Contenidos del entrenamiento

      Con el final del crecimiento longitudinal acelerado que se da en la época de transición entre las edades preescolar y escolar, el niño entra en una fase de desarrollo más prolongada, la fase de la tranquilidad y la estabilización. Ésta se caracteriza por un equilibrio general, corporal y psíquico. La estatura corporal y el asentamiento de la musculatura se complementan en el ámbito deportivo, estableciendo una relación funcional favorable. El niño adquiere unos excelentes fundamentos coordinativos. Hablamos de los llamados “mejores años del aprendizaje”.

      En momentos, las formas de manejo del balón vividas hasta la fecha se pueden entrenar y perfeccionar de forma relativamente rápida y sin problemas en sus posibilidades de aplicación al juego. Para ello, la actitud básica de los niños, optimista, acrítica aún y asertiva, su interés por las cosas y el comportamiento imitador típico de la edad ofrecen unas condiciones ventajosas.

      El fundamento del dominio del balón es su conducción. La carrera con el balón contiene ya, en una especie de modelo en miniatura, las formas de movimiento propias de las siguientes habilidades técnicas: recepción, control y pase del balón. La experiencia ha mostrado que los niños aprenden mucho más rápido a llevar el balón y a pasarlo con seguridad una vez que son capaces de moverse con él, sin gran esfuerzo relativo, en trayectorias curvas y alrededor de obstáculos. La conducción buena y segura del balón figura además entre las capacidades más importantes de un comportamiento de juego eficaz, seguro, creativo y difícilmente previsible por el contrario. El regate rápido, abundante en fintas, los engaños derivados de la conducción del balón y la recepción y control seguros del balón jugado, alejándolo del ataque del contrario y llevándolo hacia su ámbito de movimiento, son considerados hoy como las herramientas técnicas y tácticas más eficaces del juego de ataque.

      Por ello, los niños deberían aprender primero a correr con el balón en el pie, hasta que el balón, llevado por los movimientos de la carrera, deje de obstaculizar los movimientos naturales

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