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      En la década de los sesenta y a principios de la de los setenta, la mayoría de los ataques se realizaban desde una formación triangular en la que el pívot recibía un pase interior de espaldas a la canasta y éste pasaba el balón a un compañero de equipo o hacía un movimiento para encestar.

      Esta estructura ofensiva era muy efectiva; los equipos necesitaban un jugador grande capaz de romper defensas y distribuir el balón para poder desarrollar un ataque fluido.

      Cuando el Título IX se convirtió en ley en 1972, una de las consecuencias con las que no se contaba era la reducción de la cantidad del tiempo de práctica disponible para los chicos en edad de instituto; tenían que compartir las instalaciones deportivas con las chicas a partes iguales. El hecho de que las sesiones de práctica fueran más cortas implicaba que había menos tiempo para llegar a controlar el triángulo ofensivo con un solo pívot. Al haberse reducido considerablemente el tiempo de práctica, los entrenadores de baloncesto masculino vieron la necesidad de entrenar el ataque ofensivo en media cancha.

      En aquella época, un entrenador llamado Bobby Knight dejó West Point para ser primer entrenador el equipo masculino de baloncesto de la Universidad de Indiana. En West Point, Knight empleaba un ataque llamado “acción reversa” (reverse action), que era un sistema tradicional en el que el pívot podía moverse de espaldas a la canasta. Sin embargo, en aquella época, las normas de los bloqueos cambiaron y los jugadores ya no tenían que dejar un metro de distancia para que el defensor rodeara el bloqueo. Knight se aprovechó de este cambio en las normas e inventó el “juego libre” (motion offense), un sistema en el que todos los jugadores –incluido el center– bloqueaban en el perímetro para dejar a los aleros hacer tiros en suspensión abiertos y puertas atrás sorpresa.

      Jugadores en movimiento

      El juego libre tuvo mucho éxito en el país. Los entrenadores de instituto enseguida se dejaron caer por los cursos intensivos de entrenamiento de Knight para aprender más sobre este ataque revolucionario con el que a Knight le iba tan bien en Indiana. Los entrenadores sabían que se estaban topando con algo muy difícil de cubrir y, lo que es más importante, más fácil de enseñar para un entrenador. Era un ataque que funcionaba bien y podía implementarse en tan sólo unas semanas. Los entrenadores que pusieron en práctica el ataque en movimiento experimentaron un éxito instantáneo; los equipos no estaban preparados para defenderse de todos esos bloqueos, cortes y movimientos del balón que se daban en una sola posesión con el juego libre.

      Lo que estos entrenadores no sabían era que estaban cambiando el deporte del baloncesto –en esencia, estaban eliminando el papel del poste que se colocaba estrictamente de espaldas a la canasta contra el que antes funcionaba el ataque ofensivo. En el juego libre, las oportunidades de marcar se creaban principalmente con bloqueos efectivos, el uso adecuado de estos bloqueos y movimientos de balón rápidos y seguros. Como resultado, los jugadores llegaron a ser más versátiles e intercambiables (ver figura 1.1, de la a a la d). Menos equipos consideraban los movimientos de uno contra uno de un pívot concreto como una opción prioritaria. Todos los jugadores, sin importar la posición, podían bloquear en el perímetro, cortar y pasar. Las etiquetas tradicionales de center, ala-pívot, alero bajo, escolta y base se aplicaban sin excesivo rigor.

      El juego libre hacía que los jugadores más altos y grandes se alejaran de la canasta más veces durante un partido, tanto para ejecutar un ataque como para cubrir a los oponentes altos, quienes también se colocaban en el área con menos frecuencia. Esto quiere decir que los jugadores necesitaban desarrollar más movilidad, mejores habilidades para pasar y recibir, y lanzar desde fuera con más precisión. Los chicos altos que no podían operar desde dentro se sustituían por jugadores más bajos, más rápidos, con más movilidad y más versátiles. Estos jugadores podían bloquear, cortar, correr, saltar o meter un gancho. También podían correr por la cancha y moverse con la suficiente rapidez como para defender a un jugador de similar versatilidad en el otro extremo.

      El juego libre comenzó a evolucionar rápidamente. Muchos entrenadores alteraron este sistema de ataque con cinco jugadores –en el que todos (incluido el center) estaban involucrados en el perímetro–para ajustarlo a su personal. Algunos dejaban a dos jugadores altos cerca de la canasta mientras que los otros tres bloqueaban para conseguir libertad en el perímetro. Este tipo de juego libre se llamó “dos dentro y tres fuera”. Este ajuste puede parecer un paso atrás en el baloncesto tradicional y el uso del center cerca de la canasta. Por el contrario, los centers seguían bloqueando en el perímetro (ver figura 1.2); simplemente, no se quedaban ahí tanto tiempo. El centro quedaba abierto para los cortes hacia canasta. Si otros compañeros del equipo cortaban la zona cuando un jugador recibía el balón dentro, el espacio se convertía en un problema y solían disminuir las oportunidades de hacer movimientos de uno contra uno, excepto en los tiros en salto con giro.

      Figura 1.1. En esta secuencia de ataque en movimiento, el centro se abre hacia la izquierda y se crean oportunidades de anotar a través del bloqueo, el corte y el pase.

      La aparición del ataque flex ayudó a completar la evolución del baloncesto, que pasó de ser un deporte en el que el poste era el protagonista a uno en el que los papeles de los jugadores estaban menos definidos. Más que un ataque con un patrón, el ataque flex es un sistema ofensivo de media cancha en el que se realiza un bloqueo indirecto en el lado débil para facilitar un corte hacia canasta y anotar, estando siempre balón y jugadores en movimiento (ver figura 1.3, de la a a la c).

      Figura 1.2. Ataque en movimiento dos dentro y tres fuera.

      Figura 1.3. Movimientos básicos de ataque flex en el que se bloquea al bloqueador en el lado débil. Aquí se muestra una secuencia posible.

      Aunque más estructurado, el ataque flex tiene al menos una cosa en común con el ataque en movimiento: hace que el center se aleje de la canasta y ha cambiado el papel del poste, quizá para siempre.

      Más jugadores en el poste

      Los entrenadores siempre han sido conscientes de la correlación del juego ofensivo interior con el éxito. Siempre que se juegue al baloncesto en canchas del tamaño actual, con las mismas reglas básicas, el equipo que controla la zona controlará el partido. Aunque la canasta de tres puntos es muy popular, hemos visto a muchos equipos que confían en los tiros desde el exterior basándose en el dicho “vive por los tres y muere por los tres”. Los buenos entrenadores aprovechan el talento de sus jugadores. Si un equipo tiene jugadores que pueden operar desde dentro, el entrenador les da la oportunidad de recibir el balón cerca de la canasta.

      Hay quien critica estos ataques modernos porque se saca al poste tradicional del juego ofensivo, y así es. Sin embargo, estos ataques permitieron a los entrenadores aprovechar el talento de sus jugadores creando oportunidades para que más jugadores reciban el balón en el interior y anoten. Los aleros –y a veces los escoltas– con habilidades en el interior eran ideales para moverse hacia el poste, así que no se ocupaba esa zona. Cuando algún jugador tenía ventajas en fuerza o tamaño sobre los que lo cubrían, había que explotar esas ventajas. Esto era así en el pasado y lo sigue siendo hoy.

      El reto consiste en que si más jugadores del equipo son capaces de anotar dentro, el entrenador tiene que encontrar tiempo y espacio para entrenar a los individuos que juegan en el poste. En cualquier equipo de baloncesto, masculino o femenino, cuantos más jugadores sean anotadores en el interior, mayor parte del equipo podrá dominar la zona, lo cual es la clave del éxito para el equipo.

      Enseñar el juego interior a todas las posiciones

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