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ha vendado mis ojos y allí me abandona cada día, debiendo de cruzar el bosque a tientas, hasta asomarme a los prados. Me dice que me deje llenar por el lugar, que respire y me impregne de cuanto me rodea. Cada vez nos levantamos más temprano, mucho antes de que el sol aparezca. Con los ojos tapados, cruzo varios senderos hasta alcanzar siempre los límites del prado, y entonces ella me desprende de la venda que cubre mis ojos y me regala un amanecer. Me emociono y me dejo atrapar por la exuberancia de la tierra de Tara.

      Rompe el día en el bosque, hoy hemos bajado antes de que brote el primer rayo de luz. Llevamos muchos días haciendo este camino, repitiendo cada paso que damos por el mismo sendero. Nos iluminamos con lámparas de cera, aunque estén de más. Pues ambas hemos memorizado el trayecto. Ahora soy capaz de llegar al bosque, hasta con los ojos cerrados. Hace frío, un ligero chal cae sobre nuestros hombros y Asia me vuelve a vendar los ojos, sumergiéndome en la oscuridad más absoluta. Con los brazos extendidos, avanzo esquivando ramas y cuantos obstáculos interfieren en mi camino. La percepción es ahora diferente, pues una sensación de calidez y tibieza alcanza los dedos de mi mano. He aprendido a ver sin mirar, siendo incluso capaz de percibir el obstáculo, antes de que este tropiece conmigo. Ahora me llega el rumor del agua como un susurro, y mis manos sin necesidad de inclinar mi cuerpo, se humedecen. Recojo el agua entre mis manos, llevándola hasta mis labios. Me sorprende un sabor dulce y fresco que me revitaliza.

      Continúo caminando y mis pies se mojan al cruzar un imperceptible reguero, lo que no me importa en absoluto pues aporta una sensación agradable. Prosigo atreviéndome sin miedo, dejo caer el chal tras mis pasos y echo a correr descalza, conquistando el bosque y sorteando las ramas de los árboles hasta caer exhausta. Asia me ayuda a levantarme y apoyada en ella me incorporo. Toca mi espalda y la frota, masajeando mis hombros y sacudiendo mis brazos enérgicamente… poco a poco vuelve a desatar el lazo que tapa mis ojos. Es ya día abierto, me deslumbra la luz, nos hallamos en un pequeño claro del bosque, ante mí se levantan rocas y piedras de grandes dimensiones. Es un lugar mágico, conocido como el Collado de Campanas, un sitio destinado al retiro y clausura de las doncellas que han alcanzado cierto grado en el aprendizaje. Entre una de sus cavidades se percibe una figura blanca de piedra.

      —Arrodíllate niña Thyrsá, que este es un lugar sagrado. Pon tus manos sobre el pecho y estate atenta a mis palabras. Ruego no preguntes, mantente en silencio.

      PRESENTACIÓN

      (Oración de la Diosa Blanca)

      Ella es fuente de unión, representa cuanto es creado.

      Ella es la inspiración que nos incita y estimula.

      Todo procede de Ella y todo regresa a Ella.

      Ella es la primera, la generosa que nos otorga la vida.

      Y en oscuridad de la caverna, es la caverna.

      Todo procede de Ella y todo regresa a Ella.

      Tú que eres el cuerpo y el cuerpo es sagrado.

      Nacimiento y Muerte, son los instantes del proceso.

      Todo procede de Ella y todo regresa a Ella.

      Diosa del fruto y la cebada,

       regente de las cosas sentidas y nunca vistas.

      Todo procede de Ella y todo regresa a Ella.

      Tú que me traes al mundo y tú que me alejas de él…

      Todo procede de Ella y todo regresa a Ella.

      El despertar

      Ha pasado más de un año, retorna de nuevo el otoño y mi joven guerrero pervive en mí, como si no hubiese trascendido el tiempo. Desde nuestra separación he carecido de noticias suyas, aunque en sueños aún puedo evocar su imagen montado sobre Dulzura.

      A la mañana siguiente, nadie mencionó palabra alguna sobre lo acaecido, como si todo el mundo en Casalún quisiese olvidarse y dejar pasar lo ocurrido. Aunque a ninguna de nosotras, se nos pasara desapercibida la inmediata partida de la Sunma, nada más salir el sol. Tras varios días de ausencia, la Sunma vuelve a solicitar mi presencia, en la Atalaya.

      —A partir de la próxima luna comenzarás un ciclo de aprendizaje más profundo. Se ha decidido que inicies, junto a Eleonora, una parte del proceso y aprendizaje llamado los códigos Originarios. Han pasado casi dos años desde que estas con nosotras, y hemos pensado que ha llegado el momento de enfrentarte contigo misma y dar un paso decisorio en tu formación.

      Aprovecho a la mañana siguiente para despedirme de madre Latia que aún se encuentra convaleciente, costándole más de lo debido recuperarse. Sus palabras despiertan cierta inquietud en mí, su imagen parece consumirse y envejecer por días. Aunque aún conserve esa mirada notable, capaz de escudriñar y transmitir paz a cualquier espíritu atormentado.

      —Me quedé ahí Thyrsá, me quedé en el espejo de la luna grande y no supe salir. Es tanto el dolor y apego que produce una separación…

      —Ya te tocará a el turno a ti —digo a la mudita Eleonora besándola en los labios—. Espérame como yo te esperaré a ti.

      Asia me mira con esos ojos negros que parecen no decir nada y dicen tanto. Esos ojos que han aprendido a hablar por si solos y a componer sus propias canciones.

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