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pacientes en tratamiento psicoanalítico. La utilización de este último material me fue vedada por la circunstancia de que estos procesos oníricos sufren una complicación inconveniente debida a la intervención de características neuróticas. Por otra parte, la comunicación de mis propios sueños implicaba inevitablemente someter las intimidades de mi propia vida psíquica a miradas extrañas, en medida mayor de la que podía serme grata y de la que, en general, concierne a un autor que no es poeta, sino hombre de ciencia. Esta circunstancia era penosa pero inevitable, de modo que me sometí a ella para no tener que renunciar, en principio, a la demostración de mis resultados psicológicos. Sin embargo, no pude resistir, naturalmente, a la tentación de truncar muchas indiscreciones omitiendo y suplantando algunas cosas; cada vez que procedí de tal manera no puede menos de perjudicar sensiblemente el valor de los ejemplos utilizados. Sólo me queda expresar la esperanza de que los lectores de este trabajo comprenderán mi difícil situación, aceptándola benévolamente, y espero, además, que todas las personas que se sientan afectadas por los sueños comunicados no pretenderán negar la libertad del pensamiento también a la vida onírica.

      (1908)

      EL hecho de que aun antes de completarse el primer decenio haya sido necesario editar por segunda vez este libro de tan difícil lectura, no se lo debo al interés de los círculos profesionales, a quienes me había dirigido con las presentes páginas. Mis colegas de la psiquiatría no parecen haberse esforzado por superar la extrañeza inicial que despertó mi nueva concepción del sueño; los filósofos de profesión, por su parte, acostumbrados a dar cuenta de la vida onírica cual si fuera un apéndice de los estados conscientes, concediéndole tan sólo unas pocas palabras -casi siempre las mismas que usan los psiquiatras-, no advirtieron a todas luces, que precisamente este hilo conduce a muchas cosas que han de provocar un profundo trastrueque de nuestras doctrinas psicológicas. La actitud de la bibliocrítica científica sólo prometía para esta obra mía la condena del silencio; la primera edición de este libro tampoco habría sido agotada por el pequeño grupo de animosos prosélitos que siguen mi guía en la aplicación médica del psicoanálisis y que interpretan sueños de acuerdo con mi ejemplo, para utilizar estas interpretaciones en el tratamiento de los neuróticos. En consecuencia, estoy en deuda con ese vasto círculo de personas ilustradas y ávidas de saber cuyo apoyo es para mí una invitación a emprender otra vez, al cabo de nueve años, esta tarea difícil y de tan múltiples aspectos fundamentales.

      Me complace poder decir que hallé pocos motivos para introducir modificaciones. Aquí y allá inserté nuevo material, agregué algunos conocimientos surgidos de mi experiencia más extensa, intenté revisiones en unos pocos puntos; mas todo lo esencial sobre el sueño y sobre su interpretación, así como las doctrinas psicológicas derivadas del mismo, no sufrieron cambio alguno; por lo menos subjetivamente, han resistido la prueba del tiempo. Quien conozca mis restantes trabajos (sobre la etiología y el mecanismo de las psiconeurosis) sabrá que jamás hice pasar lo fragmentario por algo acabado y que siempre me esforcé por modificar mis formulaciones de acuerdo con el progreso de mis conocimientos; en el terreno de la vida onírica, en cambio, pude atenerme a mis palabras originales. En los largos años de mi labor con los problemas de la neurosis, muchas veces llegué a vacilar y en múltiples ocasiones me encontré confundido, pero siempre recuperé mi seguridad acudiendo a La interpretación de los sueños. Por consiguiente, mis adversarios científicos dan muestras de instintiva prudencia al no querer seguirme justamente en el terreno de la investigación onírica.

      También el material de este libro -estos sueños propios, desvalorizados o superados en gran parte por sucesos ulteriores, estos sueños que me sirvieron para ilustrar las reglas de la interpretación onírica- demostró poseer, al revisarlo, una tenacidad que se oponía a toda modificación contundente. Para mí, este libro tiene, en efecto, una segunda importancia subjetiva que sólo alcancé a comprender cuando lo hube concluido, al comprobar que era una parte de mi propio análisis, que representaba mi reacción frente a la muerte de mi padre, es decir, frente al más significativo suceso, a la más tajante pérdida en la vida de un hombre. Al reconocerlo me sentí incapaz de borrar las huellas de tal influjo. Mas para el lector será indiferente en qué material aprende a considerar y a interpretar los sueños.

      Cuando no me fue posible incluir en el contexto original una observación ineludible, indiqué mediante corchetes su pertenencia a la segunda edición.

      Berchtesgaden, verano de 1908.

      1911

      MIENTRAS entre las dos primeras ediciones de este libro transcurrió un lapso de nueve años, la necesidad de una tercera edición ya se hizo notar a poco más del primer año. Bien puedo alegrarme por este cambio; pero tal como antes no acepté el desdén de mi obra por parte de los lectores como prueba de su escaso valor, tampoco puedo interpretar el interés ahora manifestado como demostración de su excelencia.

      El progreso de los conocimientos científicos tampoco dejó de afectar a La interpretación de los sueños. Cuando redacté este libro en 1899, aún no había escrito Una teoría sexual y el análisis de las formas complejas de las psiconeurosis todavía estaba en sus comienzos. La interpretación onírica había de ser un recurso auxiliar que permitiera analizar psicológicamente las neurosis; desde entonces la comprensión profundizada de éstas repercutió a su vez sobre la concepción del sueño. La teoría misma de la interpretación onírica ha seguido desarrollándose en un sentido que no fue destacado suficientemente en la primera edición de este libro, pues gracias a la propia experiencia, como a los trabajos W. Stekel y de otros, pude prestar una consideración más justa a la amplitud e importancia del simbolismo en el sueño, o más bien en el pensamiento inconsciente. De tal manera, en el curso de estos años se han acumulado muchas cosas que exigían ser consideradas. He tratado de tener en cuenta estas novedades mediante múltiples agregados al texto e inclusión de notas al pie. Si estas adiciones amenazan romper algunas veces el marco de la exposición, o si en ciertas partes no fue posible llevar el texto primitivo al nivel de nuestros actuales conocimientos, ruego se considere benévolamente tales faltas del libro, ya que sólo son consecuencias e índices del acelerado desarrollo que actualmente sigue nuestra ciencia.

      También me atrevo a predecir en qué sentidos se apartarán de éstas las futuras ediciones de La interpretación de los sueños -siempre que resulten necesarias-. Por un lado habrán de perseguir una vinculación más estrecha con el rico material de la poesía, del mito, los usos del lenguaje y el folklore; por otro, tratarán las relaciones del sueño con la neurosis y los trastornos mentales, aún más detenidamente de lo que aquí fue posible.

      El señor Otto Rank me ha prestado grandes servicios en la selección de los agregados y ha tomado a su exclusivo cargo la corrección de las pruebas de imprenta. Tanto él como muchos otros que contribuyeron con colaboraciones y rectificaciones comprometen mi gratitud.

      Viena, primavera de 1911.

      1914

      EL año pasado (1913) el doctor A. A. Brill, de Nueva York, concluyó la traducción inglesa de este libro (The interpretation of dreams, G. Allen & Co., Londres).

      En esta ocasión el doctor Otto Rank no sólo se encargó de las correcciones, sino que también aportó al texto dos contribuciones propias (apéndice del capítulo VI).

      Viena, junio de 1914.

      1918

      EL interés por La interpretación de los sueños tampoco ha decrecido durante la guerra mundial, planteando la necesidad de una nueva edición aun antes de que terminara aquella. Sin embargo, en esta edición no se pudo considerar plenamente la nueva literatura ulterior a 1914, pues, en lo que a la extranjera se refiere, ni siquiera llegó a conocimiento mío o del doctor Rank.

      Una

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