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nos pasaron cosas muy raras. Se nos coló por la ventanilla un loro. Insultaba en italiano cada vez que intentábamos echarlo del coche y al final viajó con nosotros casi todo el trayecto. Se fue volando cuando en una gasolinera apareció un gato y lo asustó. (Paola C. y Sara A. Fdz)

      ★★★★★ Muy recomendable. Otro pasajero hizo un comentario machista, le hicimos frente y él le dijo que al siguiente lo echaba del coche. El resto del viaje fue perfecto. (Makena e InmaGB)

      ★★★★★ Mi hija tiene autismo, a veces grita y no puede parar. Avisé al conductor de que eso podía pasar durante el viaje y, cuando pasó, mantuvo la calma y siguió conduciendo como si nada. Mi niña tiene muy buenos pulmones y se tiró como dos horas gritando, él fue amable y cariñoso. Lo recomiendo sin dudar. (Rocío Hurtado Temprano)

      ★★★★★ Íbamos con nuestros niños y el conductor se inventaba la letra de las canciones para hacerles reír. Un viaje genial. (Vanesa Alonso y Mara Gaelsa)

      ★★★★★ Todo estaba muy limpio y tuvimos una conversación muy interesante. El trayecto era largo y se hizo ameno hablando de todo un poco. Repetiría sin dudar. (Marcela S.P.)

      ★★★★✩ Tuvo que cancelar y no pudimos viajar juntos, pero fue superamable y nos buscó un viaje alternativo. Le ponemos cuatro estrellas ahora y ¡las cinco a la próxima, cuando nos veamos! (Beka y Arwen)

      ★★★★★ Eficiente y atento. Paramos varias veces y pude estirar las piernas. Mi espalda lo agradece y mis gatos también opinan que fue 100% recomendable. (Alienor Cyberdark)

      ★★★★★ Un as del volante, esquivó cuatro vacas enfurecidas que se habían escapado de un prado y atacaban a los coches. Nunca habíamos visto algo así, pero él dijo que estaba acostumbrado a que le pasasen cosas raras y mantuvo la calma. Nos salvó, fue increíble. (Meg F., Jessica L. y C. Sark)

      ★★★★★ Me llevó a la presentación del libro de mi hija, Marisa Sicilia, se quedó a la firma y hasta compró el libro. Un encanto de hombre. (Feli)

      ★★★★★ ¡Fue como ir en limusina! Todo un caballero y tuvo el detalle de que los perros pudiesen viajar con nosotras, cómodos y seguros. (Marina y M. J. Tirado)

      ★★★★✩ ¡Larga vida al rock&roll! Un viaje corto, pero memorable. (rubencito_rocks)

      ★★★★★ Bueno, bonito y barato. Un placer viajar con este conductor. (Las 3 Martas y Ulie)

      ★★★★★ El coche era nuevo. Él, un bombón. ¡Y el viaje, un chollo! (Ascen N. y V. Lago)

      ★★★✩✩ Durante un rato olía fatal y tuve que bajar la ventanilla. El conductor lo negó, pero creo que se le escapó un pedo. Lo pasamos bien y conduce guay, pero eso no me gustó. (Mar G.)

      ★★★★★ Rápido y seguro. Buena música: Bowie, Carole King, Harry Styles… Se nos pasó el tiempo volando. Además, perdí mis gafas de sol en una gasolinera y me encontré unas preciosas al bajar del coche. Fue el destino, un viaje para recordar. (C. Velasco)

      ★★★★✩ El conductor es un poco desastre, iba desaliñado y es verdad que es gafe: pinchamos rueda y mientras lo arreglábamos, un repartidor de pizzas también pinchó una rueda a diez metros de nuestro coche. ¡Si no lo veo, no lo creo! Comimos pizza gratis. Fue divertido, pero llegamos a tiempo por los pelos. (M. Santamaría y H. Selene)

      ★★★★✩ Se sabe todas las canciones del mundo, menos la de «Para ser conductor de primera, acelera». Corría poco, pero nos reímos mucho. Fue el principio de una bonita amistad. (Tefita y el padre Karras)

      ★★★★★ Resulta que su prima fue con nosotras a la universidad y aún nos vemos para comer todos los años, nos dimos cuenta hablando de cierta actriz muy famosa que es familia de ellos. ¡Qué pequeño es el mundo! Un viaje perfecto, agradable y barato. (Asenet, Ana y Chus)

      ★★★★✩ Me puso dos canciones de Claudia del Moral y otras dos de Óscar Navas, por eso no le doy cinco estrellas ni aun siendo el mejor conductor del mundo, que lo es. (Jorge y Alicia, archiduques de la Alta Anoia)

      Capítulo 3

      Dale al play

      —Ya he leído suficiente. Muchos dicen que el tipo es gafe, hay hasta una historia rara con un loro italiano que no me la creo, Alba. Me parece que algunos le dan cuatro estrellas en vez de cinco precisamente para que la gente no sospeche, pero seguro que son amigos y han escrito esas cosas de cachondeo… De todos modos, me da igual, no pueden ser falsos el cerro de comentarios buenos que tiene y, gafe o no, es obvio que el tipo conduce bien y que el coche está perfecto. Y mira las playlists que ha subido, la música es muy de tu estilo y va a ser un viaje muy largo, eso es bueno. Todas estas coincidencias no son ataques del enemigo, hermanita, son la manera más fácil de hacer amigos. Y a ti no te viene mal hacer unos cuantos nuevos. —Lidia le devolvió el móvil, dando el tema por zanjado—. Este perfil da confianza, acepta el viaje y da gracias por la suerte que has tenido.

      Alba se recostó en el sillón, apoyó la cabeza en el hombro de su hermana y se resignó:

      —Lo voy a aceptar, pero, si Ojos de Kiwi me mata y me come, vuelvo como fantasma y te amargo la vida.

      —¡O sea que no te vas de mi casa ni muerta! —Lidia estalló en carcajadas y recibió como respuesta un puñado de palomitas en la cara.

      —¿Esta es tu manera retorcida de decirme que no coja un viaje de vuelta? —le increpó Alba, dolida, medio en broma, medio en serio.

      Lidia se desdijo enseguida:

      —Nooo, me encanta tenerte aquí. Todo está relimpio y, cuando subo con un chico guapo, tú siempre encuentras algo que hacer fuera de casa, ¡eres la compi de piso perfecta! —se excusó mientras le pasaba un brazo por encima del hombro y la atraía hacía sí, protectora—. Mi hermanita del alma, te puedes quedar todo el tiempo que quieras. ¿Vale?

      —Vale… Gracias por aguantarme.

      —No digas eso, yo no te aguanto, te disfruto. El inaguantable era el Cerdosupremo, no sé cómo pudiste estar tantos años con él… —Lidia se calló a tiempo y no terminó la frase.

      Quería que su hermana entendiese que ya estaba bien de dar las gracias y disculparse por todo, pero por mucho que se lo dijese no parecía que ella se diese cuenta de cómo actuaba.

      Llevaban meses sin tocar el tema de su ex y, aunque había pasado mucho tiempo desde la separación, Lidia notó cómo su hermana temblaba entre sus brazos al recordarlo. Era difícil de olvidar, habían empezado a salir muy pronto, siendo prácticamente unos niños, y la herida era profunda. Por lo que Lidia cambió de tema, rápidamente:

      —¿Dónde hemos dejado el mando?

      Alba buscó entre las palomitas desperdigadas, los cojines descolocados y los restos de su autoestima y no tardó en dar con el control remoto de la televisión. Reanudó la reproducción del episodio, pero sus pensamientos se atascaron en la conversación que habían evitado.

      Llevaba casi dos años viviendo con su hermana, no encontraba trabajo estable y no parecía que la situación fuese a cambiar. Al menos lo había intentado, se había preparado para ser profesora de Música y había aprobado la oposición a la primera, quedándose a décimas de la plaza por carecer de puntos de experiencia.

      Desde entonces, le habían llamado para cubrir una excedencia por maternidad durante siete meses y algunas bajas de dos o tres semanas, pero para poder independizarse necesitaba sacarse la plaza.

      Cuando empezaba el segundo capítulo de la serie y su hermana iba a darle al botón de «omitir resumen del capítulo anterior», ella le frenó:

      —No lo quites, la verdad es que no me he enterado de mucho porque se me ha pirado la cabeza pensando en el viaje y en que ojalá me llamasen ya de algún instituto para este curso, pero por aquí

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