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Motion, en una carta abierta publicada en el Toronto Star en enero del 2019.

      4. Los habitantes de Toronto temen particularmente que Alphabet utilice sus datos con fines publicitarios y que los recursos privados invertidos en el proyecto superen los del municipio de Toronto.

      ANEXO 2. OTRO EJEMPLO EN FACEBOOK

      La empresa de Mark Zuckerberg intenta obtener los datos bancarios de sus clientes, según un reportaje de La Presse (7 de agosto del 2018, sección Actualidad).

      Los hechos

      La red social mantuvo, hace varios meses, reuniones con la banca minorista JPMorgan, los bancos Chase, Citi, U. S. Bancorps y Wells Fargo, según reveló una fuente anónima a The Wall Street Journal. El grupo de Mark Zuckerberg deseaba obtener informaciones sobre todas las transacciones financieras efectuadas mediante tarjeta bancaria, así como los saldos de las cuentas corrientes de los clientes. Facebook pretendía utilizar esos datos para desarrollar una funcionalidad que permitiera a los usuarios consultar sus informaciones bancarias por intermedio de su cuenta en la red social, afirma The Wall Street Journal. “Como muchas empresas en internet que tienen actividades comerciales, nosotros nos asociamos a bancos para ofrecer servicios como el chat con los clientes y la gestión de la cuenta”, según un portavoz de la empresa. “Pero las informaciones bancarias de sus usuarios no servirían a fines publicitarios”, afirmó. Empero, Steve Waterhouse, experto en seguridad informática, duda de ello en una entrevista telefónica con La Presse. Según él, Facebook busca completar los perfiles de sus usuarios. La casi totalidad de los ingresos de la empresa proviene de las ventas de espacios publicitarios. Esos datos complementarios permitirán segmentar más aún el público.

      Las críticas

      ¿Es ilegal todo esto? “Hay un vacío en relación con lo que es legal o ilegal en esas situaciones”, señala Steve Waterhouse, exoficial de seguridad informática en el Ministerio de Defensa Nacional. Si un dato personal se transmite sin el nombre que le está asociado, la ley no se infringe, “salvo que mediante la banda, con las referencias cruzadas, sea posible ponerle un nombre a esos datos”, precisa Waterhouse. Facebook quiere los nombres, pues es lo que va a rentabilizar su plan estratégico. En síntesis, ¿Facebook podría algún día acceder a los datos bancarios de sus usuarios? “Nada se lo impide”, afirma Waterhouse. La única cosa que verdaderamente podría frenarlo allí donde la población no está protegida por la ley sería un muy gran cuestionamiento de la opinión pública, capaz de convencer a las autoridades políticas. Es lo que sucedió cuando se hizo público el affaire de Cambridge Analytica (véase el capítulo anterior) y Facebook decidió poner en compás de espera su proyecto de recolección de los datos médicos de los americanos, frente a la tormenta que arriesgaba desatarse. Según Facebook, en un sistema capitalista normal, cualquier empresa tiene derecho a aliarse a otra para hacer negocio. Eso se hace todos los días…

      A modo de conclusión provisoria

      El Congreso americano, desde que los demócratas tienen mayoría, comienza a mostrar sus dientes frente al poder de gigantes como Facebook. Simplemente solicita escindir a la multinacional de las redes sociales en varias unidades distintas. Por ejemplo, sugiere obligar a Facebook a apartarse de WhatsApp e Instagram17. ¿No se podría hacer lo mismo con Google, que posee una buena parte del mercado de la publicidad en línea, y su sistema móvil Android, que equipa la inmensa mayoría de los teléfonos inteligentes del mundo? Así, “el Ministerio Americano de Justicia prepara una investigación antimonopolio contra Google, que ya tiene multas en Europa por prácticas anticompetitivas, y llama al desmantelamiento de la megaempresa”, según The Wall Street Journal. Tal conducta no es inusitada en Estados Unidos; recordemos la escisión obligada de la megaempresa AT&T (American Telephone & Telegraph) en siete operadores independientes, las Regional Bell Operating Companies, también conocidas como Baby Bells, luego del proceso antimonopolio que le inició el Ministerio de Justicia en 1982.

      Capítulo 4

      La evasión fiscal de las GAFAM

      La actitud actual de Google respecto de los paraísos fiscales no es ilegal, es inmoral, cuando no amoral.

      La evasión fiscal explicaría en parte (el 40 %, según los especialistas) la riqueza actual de las Big Five1. Las empresas digitales practican la evasión fiscal, y eso no es una novedad, ¡es un secreto a voces! Y así lo hacen todas las multinacionales en la era de la financiarización de la economía… Pero las GAFAM y sus filiales son particularmente privilegiadas, pues, como sus materias primas son de naturaleza virtual, no son precisamente las fronteras materiales las que las detienen; ellas pueden viajar fácilmente a cielo abierto y desviar sus beneficios a los paraísos fiscales. Además, los Estados tienen usualmente regulaciones obsoletas, que datan del tiempo en que el comercio se efectuaba con productos materiales.

      Hoy es una banalidad demostrar que la revolución digital solo beneficia a un muy pequeño número de empresarios y de corporaciones, es decir, al 1 % de los más ricos. Los grandes ecosistemas no pagan una proporción justa a la sociedad que les proporcionó ambientes propicios para sus negocios; esa sociedad forma trabajadores competentes y disponibles, desarrolla servicios públicos, asegura a los ciudadanos la justicia, la educación, la salud, el bienestar social y la cultura, las reglas de convivencia en sociedad, etcétera. No obstante, las GAFAM prácticamente no pagan impuestos, y desvían sus actividades financieras hacia Estados más complacientes; además, rehúsan a menudo pagar las tasas sobre los productos y servicios que venden a precios módicos mediante el cibercomercio.

      No es nuestro objetivo describir las estratagemas de los contadores de las GAFAM para evitar pagar sus tasas e impuestos. Ello ya ha sido hecho por otros (Lafrance, 2013).

      Apple logró pagar solo el 1,9 % de los impuestos sobre sus colosales beneficios obtenidos fuera de Estados Unidos, una linda “optimización” comparada con el 2,5 % pagado el año anterior y con los pagos de Google (2,5 %). Esto permitió a la empresa recoger un botín de guerra de más de 120 000 millones de dólares, cuya mayor parte está bien resguardada en paraísos fiscales. (párr. 30)

      A Estados Unidos le gustaría mucho que los fondos de Apple fueran devueltos a Cupertino, en California, la casa matriz del grupo, lo que significaría 30 000 millones de dólares de ingresos fiscales de un golpe, ¡el sueño de cualquier gobierno! Pero los más perjudicados son los europeos, puesto que gran parte de los 232 000 millones de dólares del volumen de negocios de la compañía (de los cuales 215 000 se obtienen en el extranjero) es efectuada en Europa, el tercer mercado en importancia después de Estados Unidos y China. Y con el montaje financiero de Apple y las facilidades fiscales irlandesas, sobre los 36 800 millones de lucro obtenidos fuera de Estados Unidos, Apple solo pagó 713 millones de impuestos, o sea, el 1,9 %. Demos un ejemplo un poco caricaturesco: en la primavera boreal del 2016, todos nos enteramos de que la Comisión Europea reclamaba 13 000 millones a Apple por impuestos no pagados. Esta suma debía ser entregada al tesoro irlandés, y Apple impugnó, como corresponde. ¡Lo increíble es que Apple e Irlanda querían recurrir juntos la decisión! Es bien sabido que Irlanda atrae las grandes empresas TI; como contrapartida, se reducen al mínimo los impuestos sobre el lucro de las empresas como Apple. “Nos encontramos en una posición extraña que nos fuerza a pagar impuestos a un gobierno que no los quiere”, explicó Tim Cook, presidente de Apple.

      Cada país protege sus intereses. El presidente Trump redujo drásticamente los impuestos a las sociedades de 35 % a 19 %, para forzar a las empresas a declarar sus beneficios en Estados Unidos. Pero las cosas cambian poco a poco, en Europa y también en Estados Unidos. La prueba de ello es que incluso Trump quiere ahora que Amazon pague sus impuestos en Estados Unidos, como había prometido —según parece— en su campaña electoral (convengamos en que Jeff Bezos de Amazon es un enemigo mortal del presidente, en su calidad de propietario de The Washington Post, muy crítico de Trump). Apple tendrá que pagar 31 000 millones de euros al fisco americano. Conforme a la reforma fiscal votada a fines del 2017 por el Congreso, la empresa de la manzana deberá abonar un impuesto excepcional sobre sus efectivos depositados actualmente en el extranjero. En tal ocasión, debería repatriar una

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