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Las promesas de Dios. R. C. Sproul
Читать онлайн.Название Las promesas de Dios
Год выпуска 0
isbn 9781629461991
Автор произведения R. C. Sproul
Жанр Философия
Серия Serie de Teología clásica
Издательство Bookwire
EL PACTO DE OBRAS
Como mencioné antes, el nombre más controversial del pacto de Dios con Adán es “el pacto de obras”. En la teología reformada histórica en particular, se hace una distinción entre lo que se llama el pacto de obras y el pacto de gracia. La Confesión de Fe de Westminster, un documento reformado del siglo XVII, señala: “La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aunque las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, nunca tendrían disfrute alguno de Dios como bienaventuranza y galardón, a no ser por una condescendencia voluntaria de parte de Dios, la cual le ha agradado expresar por medio del pacto”. Luego agrega: “El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras, en el cual se le prometió la vida a Adán, y en él a su posteridad, bajo la condición de obediencia perfecta y personal” (7.1-2).1
Aquí es donde entra la confusión. En la primera sección, los redactores de la Confesión de Westminster expresaron la idea de que no tenemos un programa de derechos a partir de la Creación. Cuando Dios nos hizo del polvo, Él no tenía obligación de darnos prosperidad, buena salud o vida eterna. La criatura no puede decirle al Creador: “Debes hacer esto y lo otro por mí”. Cualquier beneficio que recibamos del Creador no proviene de una necesidad divina o algún tipo de ley externa que se impone a Dios por naturaleza. Al contrario, cualquier beneficio que obtenemos como criaturas proviene de la disposición personal de Dios.
En el primer capítulo, discutí cómo los eruditos que tradujeron las Escrituras hebreas al griego se decidieron por la palabra griega diathēkē para traducir la palabra hebrea para “pacto”, berîyth. Mencioné que finalmente se escogió diathēkē porque tenía el elemento de la disposición soberana. Eso es muy importante, porque en la cultura moderna hemos sido condicionados a pensar en términos de programas de derechos. Pensamos que si no recibimos ciertas cosas, hay algún error en la justicia. Pensamos que el Estado nos debe una educación universitaria. Nos debe un cierto nivel salarial. Nos debe esto, nos debe aquello. ¿De dónde sacamos esa idea? ¿Quién dijo que cualquier gobierno alguna vez le debía a su gente algo más que simplemente gobernar?
Al final, creo que así somos como criaturas. Desafortunadamente, dejamos que esa tendencia influya en nuestro pensamiento con respecto a cómo Dios se relaciona con nosotros. Dios no nos debe nada. Cualquier bendición que Él nos da proviene de Él voluntariamente, por Su gracia. Y ese principio está firmemente enunciado en la Confesión de Westminster: “La distancia entre Dios y la criatura es tan grande, que aunque las criaturas racionales le deben obediencia como a su Creador, sin embargo, nunca tendrían disfrute alguno de Dios como bienaventuranza y galardón, a no ser por una condescendencia voluntaria de parte de Dios, la cual le ha agradado expresar por medio del pacto”.
Esta verdad está entretejida en la naturaleza misma de las cosas porque “Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos” (Samos 100:3b). Somos nosotros Sus deudores. Estamos en deuda con Él por nuestra propia existencia. Le debemos todo; Él no nos debe nada. Sin embargo, Él nos bendice abundantemente y, como dice la confesión, nuestra participación en la bendición proviene de la “condescendencia voluntaria de parte de Dios, la cual le ha agradado expresar por medio del pacto”.
¿No significa eso que el primer pacto no es un pacto de obras sino un pacto de gracia? No, la distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia no pretende decir eso. El punto de distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia es qué condiciones impone Dios a los que estamos en pacto con Él para que experimentemos Sus beneficios.
Pienso que todos estamos de acuerdo en que el simple hecho de que Dios entre en un pacto con nosotros es una muestra de Su gracia. Debido a ese punto, hay algunas personas que se oponen a la distinción entre el pacto de obras y el pacto de gracia. Piensan que tal distinción oscurece la realidad de que cualquier pacto que tenemos con Dios es solo por Su gracia. Es por gracia que Él hace cualquier tipo de pacto con nosotros. Esta distinción necesita un examen más profundo, y lo veremos en el próximo capítulo.
GUÍA DE ESTUDIO
DEL CAPÍTULO 3
INTRODUCCIÓN
El primer pacto hecho entre Dios y la humanidad tuvo lugar en el huerto del Edén. Se ha llamado de muchas maneras y hay tantas opiniones con respecto a este pacto como hay teólogos. Pero es esencial para nuestra comprensión de este primer pacto entender cómo se relaciona con el pacto de gracia que le sigue. Algunos eruditos sostienen que simplemente no hay una justificación bíblica para llamar a este acuerdo en el huerto un “pacto”. El Dr. R. C. Sproul sostiene lo contrario, y una comprensión básica de este acuerdo como un pacto es necesaria para entender la obra culminada del Salvador. En este capítulo, el Dr. Sproul discute y explica los diversos nombres dados a este pacto.
LECTURA BÍBLICA
Génesis 2:17; Romanos 5:12-21; 10:5; Gálatas 3:10-14
OBJETIVO DE APRENDIZAJE
1. Reconocer y entender los diversos nombres del pacto de Dios con la humanidad en el huerto del Edén.
CITAS
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
—Génesis 1:27-28
El primer pacto hecho con el hombre fue un pacto de obras, en el cual se le prometió la vida a Adán, y en él a su posteridad, bajo la condición de obediencia perfecta y personal.
—La confesión de fe de Westminster, 7.2
BOSQUEJO
I. El primer pacto con la humanidad
A. Este pacto es conocido con varios nombres por diferentes razones.
1. Pacto adánico: la palabra adán significa de hecho “humanidad”. Dios hizo un pacto no solo con Adán la persona histórica, sino con aquellos a quienes él representaba. Este concepto se expresa de manera más clara en la carta de Pablo a los Romanos, en la que el autor hizo mucho énfasis en el “primer” y el “segundo” Adán. Ambos fueron representantes de toda la raza humana. Esto significa que aquellos que descendieron de Adán están necesariamente en una relación de pacto con Dios. No pueden escaparse o negarlo. La etnia no hace ninguna diferencia. Por ende, la gran pregunta es esta: ¿somos quebrantadores del pacto o guardadores el pacto? Toda la humanidad está en uno u otro campo.
2. Pacto de la Creación: se llama así porque las obligaciones del pacto fueron impuestas a todo el orden creado. Ninguna de estas ha sido abrogada jamás. Cualquier obligación divina instituida en la Creación se extiende tan lejos como la Creación misma. Un ejemplo de esto sería la santidad del matrimonio. Reconocemos el matrimonio en el mundo civilizado porque el matrimonio es para toda la humanidad—no solo para los antiguos israelitas o los cristianos.
a. Si está arraigada o fundamentada en el acto de Creación, una ley no puede ser reducida a una costumbre cultural.
b. Para comprender mejor ciertas partes de las Escrituras, debemos comprender la diferencia entre “costumbres” y “principios”. Las costumbres cambian, pero los principios generales no lo hacen. Por ejemplo, con respecto a la forma en que nos vestimos: ¿Las mujeres usan sombreros o no? ¿Debemos evangelizar sin zapatos, como Jesús instruyó a Sus discípulos? ¿Es la autoridad masculina en el hogar costumbre o principio?
3. Pacto de obras: este tercer nombre usado comúnmente para el primer pacto que Dios hizo con la humanidad es sin duda el más controversial. ¿Por qué? Porque muchos lo ven como una intrusión de