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en los cuentos orientales (absolument de rigueur), Poiret liberó a las mujeres. Denise Poiret llevaba la «túnica pantalla» (reducido miriñaque sobre pantalones sueltos) que, posteriormente, formó la base del «estilo minarete» de Poiret. Toda la fiesta giró en torno a esta pantomima de la esclavitud y la liberación, ambientada en un fantasmagórico Oriente de fábula.

      El resto de la fiesta mantenía el tema oriental. Claude Lepape describió la escena:

      En otras partes, había almeas, esclavos negros, circasianos. La inmensa carpa, con un área de más de 100 metros cuadrados, la había pintado Raoul Dufy. Durante la fiesta, el famoso actor Édouard De Max (primer mecenas de Cocteau) recitó fragmentos de Las mil y una noches. Había bandas que tocaban música oriental, fuentes iluminadas, braseros para quemar incienso, un exceso y una extravagancia casi increíbles. La fiesta consolidó a Poiret en su fama de Le Magnifique, en referencia a Solimán el Magnífico. A partir de entonces, junto con la influencia generalizada del Ballet Ruso de Serge Diáguilev, la tendencia oriental dominó el mundo de la moda y las artes decorativas.

      Pero Poiret siempre negó que hubiera sido influido por el Ballet Ruso. Había estudiado en la Escuela de Lenguas Orientales Modernas de Berlín. En una visita realizada en 1908 a Inglaterra, invitado por la esposa del primer ministro, Margot Asquith, le impresionaron la colección de miniaturas orientales del Victoria and Albert Museum, así como los turbantes indios. Incluso, envió a un ayudante de París para hacer copias de los turbantes (originalmente se usaban à la Madame Tallien, para potenciar el estilo Directorio). Poiret también viajó por el norte de África en 1910. Pero el enorme éxito de la Scheherazade de Diáguilev en París ese mismo año fue un prerrequisito para la influencia de la moda oriental. Es difícil creer que Poiret no supiera nada de ello: Lepape, por ejemplo, pintó mientras trabajaba para él un cuadro al gouache de Nijinski interpretando Scheherazade. El Ballet Ruso lanzó el nuevo orientalismo, Poiret lo popularizó, y Matisse lo canalizó hacia la pintura y las bellas artes.

      Este ballet, con el que Diáguilev conquistó París, fue, de hecho, la cuarta de sus empresas. Ya había introducido la pintura, la música orquestal y la ópera rusas en Francia, con éxito aunque sin un triunfo abrumador. Este giro hacia Occidente comenzó después de la revolución de 1905. En 1899, la ruina del magnate ferroviario Mamontov provocó en la revista de Diáguilev, El mundo del arte (Mir Iskusstva), una crisis de la que fue rescatada por amigos y gracias a una subvención del zar (cuyo retrato fue pintado por un colaborador de la revista, Somov). En 1901, Diáguilev fue cesado de su cargo en la administración de los teatros imperiales, después de perder la lucha por el poder. Cayó en desgracia y se le privó de la obtención de cualquier empleo en la burocracia artística imperial. En 1904, como resultado de la guerra ruso-japonesa, el zar retiró la subvención a El mundo del arte, que quebró. La revolución del año siguiente profundizó las divisiones ideológicas, políticas y personales en el entorno de Diáguilev. El giro hacia el Oeste le proporcionó una salida.

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