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CAPÍTULO 26

       El aceite del Espíritu Santo

       Parte 5

       EL GRAN REGALO DE LAS VELAS CON FIRMAS ANGELICALES QUE TODOS PODEMOS HACER.

       CAPÍTULO 27

       Las velas angelicales (extraído del: Gran Libro de las Firmas Angelicales)

       Parte 6

       DOS MEDIOS DE USO EXCEPCIONAL:

       CAPÍTULO 28

       OBJETIVO: Exorcizar las contaminaciones que nos pueden provocar una o varias personas.

       CAPÍTULO 29

       OBJETIVO: Aprender a fabricar La Gran Bendición Angelical.

       ANEXOS

       EXTRACTO DEL GLOSARIO TÉCNICO DE TODA LA COLECCIÓN

       OTRAS OBRAS

      DEDICO ESTE LIBRO

      A las centenas de alumnos de Europa y América que tuvieron la confianza de adoptarme como Guía en el Sendero para iniciarlos a la Alta Magia Ceremonial del Magister Liroluvilui.

      Ellos constituyen el Laboratorio Invisible, dedicado a crear productos mágicos a partir de consagraciones bíblicas; productos únicos en el mundo, recibidos de los más secretos lugares de los Registros Akáshicos.

      La fuerza espiritual que han fomentado estos artesanos de la magia moderna, (sin haber nunca perdido la humildad que tradicionalmente acompaña la verdadera sabiduría), permitió cambiar de vida a decenas de miles de personas de todos los continentes. Gracias a estos productos fabricados con una fe y dedicación admirables, nuestros pacientes solucionaron verdaderos desastres ocultistas provocados por la triste maldad de sus prójimos.

      Espero que los lectores del presente libro se beneficien también con este apoyo espiritual que constituye nuestra misión brindarle, y que los que ayudaremos sepan perdonar a sus enemigos, como agradecer a estos amigos invisibles que pueblan nuestro laboratorio y al pueblo silencioso que habita en este otro mundo con el cual colaboramos todos.

      PREFACIO

      En 1971, en Marsella, puerto del sur de Francia, un joven refugiado político que había llegado allí 10 años antes, al independizarse Argelia, decidió firmemente transformarse en «explorador».

      «Pero, se preguntaba: ¿para explorar qué?». Todos los territorios del planeta parecían ya descubiertos, tanto la astronomía como el mundo microscópico habían sido abordados por la alta tecnología. ¿Qué quedaba entonces por explorar?

      Siendo un virtuoso músico, docente, autor de un tratado de cibernética mental a los 16 años de edad, la decisión de «explorar» tomada por su cerebro, - capaz de absorber una enciclopedia en una semana-, no debía ser considerada como una fantasía de adolescente, sino más bien como el despertar de un antiguo maestro espiritual encarnado en un joven científico.

      Eric Barone sospechaba ya a esta edad, que su cerebro funcionaba de un modo distinto de lo normal.

      Sentado en un confortable sillón, podía entrar en estado de trance y leer miles de páginas en pocas horas... sin comprenderlas. Y después de varias noches de sueño, los libros parecían recomponerse en su mente, con organización distinta. Aparatos desconocidos, nuevas filosofías, medios terapéuticos nunca vistos, dibujos arquitectónicos fantásticos, muebles, y medios curativos... todos como si provinieran de otros mundos.

      Le pareció muy natural decidirse a explorar la conciencia humana para intentar comprender lo que ocurría en su persona. La biografía de Edgar Cayce lo iluminó. Se sentía bastante semejante a este profeta durmiente de Virginia Beach que recibía, también durante sus trances hipnóticos, aparatos, medios curativos, diagnósticos de misiones espirituales, que ninguna razón lógica podía explicar.

      El recorrido de Eric Barone apenas empezaba.

      Se volcó a la hipnosis como primer medio para transformar el cerebro humano en laboratorio. Fue más lejos en este campo que cualquier otro investigador... llegando a hipnotizar a más de 10.000 personas en Francia para enseñarles a aprender chino, ruso, árabe, en dos meses, e informática, medicina, tenis o pilotaje de avión civil, hasta 10 veces más rápidamente que lo normal.

      Después de haberlo demostrado al público internacional (centenas de emisiones de televisión, prensa y radios atestiguan sus resultados), él había creado la pedagogía de vanguardia que permitía tratar al cerebro humano como una computadora, y a la computadora como a un cerebro humano... Y repentinamente... desaparece.

      Había llegado a la conclusión de que la vida pública lo alejó de su verdadera vocación de filósofo o «investigador de la conciencia». Emprendió un largo viaje de experimentación dentro de sí mismo, empleando su mente, su espíritu, su propia existencia, como único laboratorio. En estos 10 años, además de revelar centenas de nuevos conceptos (expresados en sus 25 libros), que tarde o temprano revolucionarán la psicología, el arte de vivir, los métodos de investigación científica y, probablemente, todas las ciencias humanistas, Eric Barone logró las vivencias del Despertar Espiritual: «la más alta experiencia que la conciencia del hombre es capaz de alcanzar».

      Una de las consecuencias más inesperadas de su Despertar Espiritual, autentificado por varios Maestros de la India, fue su extrema capacidad de conexión con los Registros Akáshicos. Apenas llegado a los 40 años, se transformó en «guía sobre el sendero» para miles de adeptos, consciente de que la memoria central del universo que contienen los registros akáshicos debía tener vías de acceso, que no se podían encarar desde un enfoque científico sino religioso. Realizando un extraño sincretismo entre su espíritu de investigador científico y su ciencia espiritual de vivencia propia, logró tecnificar lo imposible... es decir, transformar la intuición (factor olvidado de la epistemología tradicional) en un auténtico método de investigación fundamental, y revolucionar las aplicaciones tecnológicas, no sólo desde la física y la matemática aplicadas, sino también desde la proyección de la mente del mismo investigador en las otras dimensiones que conforman el universo, (algo apenas más complicado que la «cuadratura del círculo», utilizando, racionalmente, lo irracional como si fuera un método de lo más común para la epistemología)

      Siempre le llamó la atención que los pretendientes a contactos extraterrestres nunca habían traído el más mínimo progreso, por lo menos para mejorar algún medicamento o perfeccionar cualquier máquina.

      Verificó y demostró al público que abrir a los investigadores el acceso a los registros akáshicos implicaba multitud de progresos tecnológicos concretos, registrables, cuantificables, reproducibles en laboratorios y capaces de hacernos llegar a producciones industriales beneficiosas para la humanidad.

      Hay que tomar conciencia de que el autor trabajó sobre los nuevos paradigmas de la ciencia, las nuevas revoluciones de la epistemología, e indagó hasta las raíces mismas de la conciencia. El contexto filosófico-teórico, en el cual se inscriben sus descubrimientos, son tan novedosos que replantean la esencia y la fenomenología del hombre con suficiente envergadura para contestar a preguntas que filosofía y religión eluden cautelosamente: «la realidad y sus apariencias», «el hombre», «la materia y el pensamiento», «la definición de la

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