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se podía quedar a tomar algo rápido y luego irse a la cama.

      Se dirigió por el pasillo, aún agonizando por su decisión. Como empleada, no estaba bien tomar una copa de vino con su jefe después del trabajo, ¿o sí? Si quería ser totalmente profesional, debía irse a la cama. Sin embargo, Ryan había sido muy complaciente ante su falta de visa y había prometido pagarle en efectivo, por lo que los límites del profesionalismo ya estaban borrosos.

      Ella era una amiga de la familia, era lo que Ryan había dicho. Y tomar una copa de vino después de la cena es exactamente lo que hacen los amigos.

      Ryan parecía encantado de verla. Alivio y entusiasmo se desataron en su interior al ver su sonrisa cálida y genuina.

      Se levantó, la tomó del brazo y la ayudó a caminar al otro lado del porche, asegurándose de que estuviera cómoda y segura en una silla.

      El corazón le dio un vuelco al ver que él había colocado una copa de vino extra sobre la bandeja.

      –¿Te gusta el Chardonnay?

      Cassie asintió.

      –Me encanta.

      –A decir verdad, no tengo un buen paladar para el vino y mi preferido es el tinto común y áspero, pero un cliente agradecido me regaló esta caja maravillosa luego de un viaje de pesca exitoso. Lo estoy disfrutando de a poco. Salud.

      Se inclinó y tocó su copa con la de él.

      –Cuéntame más acerca de tu negocio —dijo Cassie.

      –Fundé South Winds Sailing hace doce años, después de que nació Dylan. Que él viniera al mundo hizo que repensara mi propósito y qué podía ofrecerles a mis hijos. Estuve tres años en la Marina Real después de la secundaria y con el tiempo llegué a ser oficial de cubierta de la marina mercante. El mar está en mi sangre y nunca me imaginé viviendo o trabajando tierra adentro.

      Cassie asintió mientras él continuaba.

      –Cuando nació Dylan, el turismo en la zona estaba en auge, así que presenté mi renuncia. En ese momento era jefe de obra en un astillero en Cornwall. Compré mi primer bote y el segundo poco tiempo después, y hoy soy dueño de una flota de dieciséis botes de varios tamaños y formas. Lanchas, veleros, paddle boards, y el tesoro más valioso es un yate de alquiler nuevo que es muy popular entre los clientes corporativos.

      –Eso es sorprendente —dijo Cassie.

      –Ha sido un viaje fantástico. El negocio me ha dado mucho. Un buen ingreso, una vida maravillosa y un hermoso hogar que diseñé en base a un sueño que tenía, aunque afortunadamente el arquitecto suavizó los elementos más alocados, si no la casa probablemente ya se hubiera caído por el acantilado.

      Cassie se rió.

      –Tu negocio debe requerir mucho trabajo —observó ella.

      –Ah sí —Ryan dejó su copa y observó el mar—. Como propietario de un negocio, haces sacrificios constantemente. Trabajas muchísimas horas. Pocas veces tengo un fin de semana libre. Hoy le pedí al supervisor que me reemplazara porque venías tú. Creo que esa fue la razón…

      Se volvió hacia ella y la miró a los ojos con seriedad.

      –Creo que esa fue la razón por la que mi matrimonio finalmente fracasó.

      Cassie sintió un cosquilleo ante la expectativa de que él se sincerara con ella. Asintió comprensiva, con la esperanza de que siguiera hablando, y luego de un momento, él continuó.

      –Cuando los niños eran más chicos, para Trish, mi esposa, era más fácil entender que yo tenía que priorizar mi trabajo. A medida que fueron creciendo y se volvieron más independientes, ella quiso que yo…bueno, que reemplazara la presencia de ellos en su vida, supongo. Me exigía apoyo emocional, tiempo y atención a un nivel excesivo. Me resultaba agotador, y eso empezó a causar conflicto. Era una mujer fuerte. Eso fue lo primero que me atrajo de ella, pero las personas pueden cambiar, y creo que ella lo hizo.

      –Eso parece muy triste —dijo Cassie.

      Su copa estaba prácticamente vacía, y Ryan la volvió a llenar antes de colmar la suya.

      –Fue devastador. No puedo explicar lo tumultuoso que ha sido todo este tiempo. Cuando amas a alguien, no la dejas ir fácilmente, y cuando el amor se va, lo buscas constantemente. Rogando, rezando poder recuperar lo que valorabas tanto. Lo intenté, Cassie. Intenté con todo lo que tenía, y cuando era evidente que no estaba funcionando, me sentí derrotado.

      Cassie se encontró inclinada hacia él.

      –Es atemorizante que eso pueda ocurrir.

      –Elegiste la palabra correcta. Es aterrador. Terminé sintiéndome un inepto y totalmente a la deriva. No me tomo el compromiso a la ligera. Para mí, es para siempre. Cuando Trish se fue, tuve que redefinir la percepción que tenía de mí mismo.

      Cassie pestañeó con fuerza. Podía sentir la angustia en su voz. El dolor que estaba atravesando parecía una herida abierta y reciente. Pensó que había que tener un coraje inmenso para esconderla debajo de un exterior alegre y jocoso.

      Estaba a punto de decirle a Ryan cuánto lo admiraba por la fuerza que demostraba ante la adversidad, pero se detuvo justo a tiempo al darse cuenta que ese comentario era demasiado atrevido. Apenas conocía a Ryan y no tenía derecho a hacer esas observaciones tan personales a su jefe, luego de estar solo un par de horas con él.

      ¿En qué estaba pensando, si es que estaba pensando?

      Decidió que el vino se le estaba subiendo a la cabeza y que debía elegir sus palabras con cuidado. Que Ryan fuese guapo, inteligente y atento no era excusa para que ella se comportara como una adolescente deslumbrada frente a él. Eso tenía que terminar, o acabaría avergonzándose terriblemente, o algo aún peor.

      –Supongo que ahora es mejor que te deje ir a la cama—dijo Ryan, dejando su copa vacía—. Debes estar exhausta después del viaje y de conocer a mis dos hooligans. Gracias por venir a acompañarme. Significa mucho para mí poder hablar contigo de esta manera.

      –Ha sido un final del día placentero y una manera muy agradable de relajarse —asintió Cassie.

      No se sentía para nada relajada. Estaba energizada por la intimidad de la conversación. Mientras se levantaban y se dirigían hacia adentro, no podía parar de pensar en lo que él había compartido con ella.

      De vuelta en su dormitorio, echó un vistazo a los mensajes, sintiéndose agradecida de que en esta casa hubiese conexión a internet. En el último lugar que había trabajado no tenía señal en el celular, y eso la había llevado a estar completamente aislada. Antes de eso, no se había dado cuenta de lo aterrador que era no poder comunicarse con el mundo exterior cuando lo necesitaba.

      En su teléfono, Cassie vio que había un par de saludos, y uno o dos memes de sus amigos en Estados Unidos.

      Entonces, vio otro mensaje que había recibido más temprano esa noche. Era de un número de celular desconocido del Reino Unido, lo que hizo que se alarmara al verlo. Cuando lo abrió, sintió que un terror frío le contraía el estómago.

      El breve mensaje decía: “Ten cuidado”.

      CAPÍTULO CINCO

      Cassie pensó que iba a dormir bien en su acogedora habitación, únicamente con el sonido de las olas. Estaba segura de que lo hubiera hecho, de no haber sido por el mensaje desconcertante que le habían enviado de un número desconocido, cuando estaba en el porche con Ryan.

      Alarmada, lo primero que pensó fue que estaba relacionado con el juicio por homicidio que tenía que enfrentar su exjefe, que de alguna forma la habían implicado y que la estaban buscando. Intentó leer las últimas noticias, pero comprobó con frustración que Ryan ya había desconectado el Wi-Fi.

      Dio vueltas en la cama, preocupada por lo que podía significar y por quién lo habría enviado, e intentando tranquilizarse, pensando que probablemente era número equivocado y estaba dirigido a otra persona.

*

      Luego de una noche sin dormir,

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