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más tarde.

      –Pasaré a controlarte —prometió Cassie antes de cerrar la puerta.

      Corrió a su habitación, tomó su saco y se puso los preciosos guantes nuevos, luego se apresuró al balcón.

      Vio con alivio que Ryan aún estaba allí. En realidad, se estremeció de felicidad al ver que él la había esperado antes de servir el vino. En cuanto él la vio se levantó, acercó una silla y mulló el almohadón antes de que ella se sentara.

      –Salud. Gracias por lo que hiciste hoy. Ver a los niños tan felices es la mejor sensación del mundo.

      –Salud.

      Cuando su copa de vino tocaba la de él, recordó que no había sido un día perfecto. Había habido un serio incidente. ¿Cómo se lo iba a contar? ¿Qué pasaría si él la criticaba y decía que lo tendría que haber manejado de otra forma?

      Decidió que lo mejor sería decírselo poco a poco y sacar el tema de manera casual. Esperaba que Ryan volviera a mencionar su divorcio, porque eso le daría pie para que ella dijera: “Sabes, creo que el divorcio ha sido más problemático para Dylan de lo que creemos, porque luego de que Madison mencionara a su madre, robó unos dulces de la tienda”.

      Hablaron por un rato del clima, de que se suponía que mañana iba a hacer un lindo día, y de los horarios de los niños. Ryan le explicó que el autobús escolar los recogería a las siete y media de la mañana, y que para esa hora él ya se habría ido; y que los niños le dirían a qué hora terminaban las clases y si los tenía que llevar a alguna actividad.

      –Hay un calendario con los horarios en la puerta de mi armario, del lado de adentro, si lo quieres corroborar —dijo él—. Lo actualizo cada vez que hay cambios en los horarios.

      –Muchas gracias. Lo corroboraré si es necesario —dijo Cassie.

      –Sabes —dijo Ryan, y Cassie se puso tensa y vació su copa de vino, porque su tono de voz había cambiado y se había vuelto más serio.

      Estaba segura de que él iba a mencionar su divorcio, y eso quería decir que era el momento para que ella sacara el difícil tema del robo de Dylan.

      Él volvió a llenar las copas antes de continuar.

      –Sabes, hoy te tuve mucho en mi mente. En cuanto vi los guantes pensé en ti y me di cuenta de cuánto disfruté nuestra charla de ayer aquí afuera. Los guantes son, en realidad, una forma de decir que me encantaría que todas las noches pases aquí conmigo.

      Por un momento, Cassie no supo qué decir. No podía creer lo que Ryan acababa de decir. Luego, cuando asimiló sus palabras, sintió que la felicidad la inundaba.

      –Me encantaría. Disfruté del momento que pasamos juntos anoche.

      Quería decir más, pero se detuvo. Tenía que ser precavida al soltar las emociones que crecían en su interior, porque el comentario de Ryan podía haber sido solo por cortesía.

      –¿Te quedan bien?

      Puso la mano izquierda de Cassie sobre la palma de su mano y con el pulgar tanteó suavemente los dedos de ella.

      –Sí, me quedan perfectos. Y no siento nada de frío con ellos.

      El corazón le latía tan rápido que se preguntó si él podía sentir el martilleo de su pulso, mientras le acariciaba suavemente la muñeca con los dedos antes de soltarla.

      –Te admiro mucho, diste un paso muy importante al viajar al extranjero. ¿Decidiste hacerlo tú sola? ¿O con una amiga?

      –Todo sola —dijo Cassie, encantada de que él valorara lo que eso requería.

      –Eso es sensacional. ¿Qué piensa tu familia?

      Cassie no quería mentir, así que hizo lo mejor que pudo para esquivar el asunto.

      –Todos me apoyaron. Amigos, familia y mis antiguos jefes. Sí tuve algunos amigos que me decían que iba a extrañar y que volvería pronto, pero eso no ocurrió.

      –¿Y dejaste a alguien especial allá? ¿Un novio, quizás?

      Cassie apenas podía respirar al darse cuenta de lo que esa pregunta podía implicar. ¿Ryan le estaba insinuando algo? ¿O se trataba tan solo de una pregunta casual para saber más de ella? Tenía que ser cautelosa, porque él la había deslumbrado tanto que podría farfullar algo inapropiado fácilmente.

      –No tengo novio. Salía con alguien a comienzos de este año en Estados Unidos, pero nos separamos un tiempo antes de que me fuera.

      Eso no era cierto. Había terminado la relación con su novio violento dos semanas antes de irse, y una de las principales razones para viajar al exterior era para irse bien lejos, a donde él no la pudiera seguir y ella no pudiera cambiar de idea.

      Cassie no le podía contar a Ryan la verdadera versión. Aquí y ahora, observando a la distancia las blancas crestas de las olas rodar hacia la orilla, quería que él pensara que su última relación había sido en un pasado lejano, que estaba tranquila y que no la había afectado, y que estaba lista para una nueva relación.

      –Me alegro que me lo hayas dicho. Hubiese estado mal de mi parte si no me aseguraba —dijo Ryan suavemente—. Y supongo que fuiste tú la que terminaste, porque no creo que haya sido al revés.

      Cassie se lo quedó mirando, hipnotizada por sus pálidos ojos azules, sintiéndose como si estuviese en un sueño.

      –Sí, fui yo. No estaba funcionando y tuve que tomar una decisión difícil.

      Él asintió.

      –Eso fue lo que percibí de ti la primera vez que hablamos. Tu fortaleza interna. Esa capacidad para saber lo que quieres y para luchar por ello, y por otro lado tienes una empatía, dulzura y sabiduría increíbles.

      –Bueno, no sé si sabiduría. La mayor parte del tiempo no me siento muy sabia.

      Ryan se rió.

      –Eso es porque estás demasiado ocupada viviendo la vida para ser demasiado introspectiva. Otra gran cualidad.

      –Bueno, creo que mientras esté aquí podría aprender de un experto en esa materia —argumentó.

      –¿No crees que la vida es más divertida cuando la vives con alguien que hace que valga la pena?

      Sus palabras eran provocativas, pero su rostro era serio, y ella no podía apartar la mirada.

      –Sí, definitivamente —susurró.

      Esta no parecía una conversación normal. Significaba algo más. Debía significar algo más.

      Ryan dejó su copa y la tomó de la mano para ayudarla a levantarse del almohadón profundo. Deslizó el brazo alrededor de su cintura de manera casual, por unos segundos, mientras ella se volteaba para ir para adentro.

      –Que duermas bien —le dijo cuando llegaron a la puerta de su habitación.

      Le rozó la parte baja de la espalda con la mano mientras se inclinaba hacia ella. Por un segundo, Cassie contempló con ojos fascinados la forma de sus labios, sensuales y firmes, enmarcados por un tenue contorno de barba incipiente.

      Luego, sus labios tocaron los de ella solo por un momento, antes de que se alejara y dijera, suavemente, “Buenas noches”.

      Cassie lo observó hasta que cerró la puerta de su dormitorio y luego, sintiéndose como si estuviese flotando en el aire, verificó que la luz de la habitación de Madison estuviera apagada y volvió a la suya.

      Se sobresaltó al darse cuenta de que se había olvidado decirle a Ryan lo del robo.

      No había tenido la oportunidad. La noche no había tomado ese camino, sino que se había desviado en una dirección totalmente diferente e inesperada, que la había dejado sintiéndose fascinada, esperanzada y expectante. Con ese beso sentía como si una puerta se hubiese abierto y a través de ella había podido entrever algo que cambiaría su mundo entero.

      ¿Lo había hecho de forma amistosa? ¿O lo había hecho por otra razón? No estaba segura, aunque así lo creía. La incertidumbre la

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