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más específica al tejido muscular, se ha propuesto que las fibras ST son capaces de mantener las uniones de los puentes cruzados durante un mayor período de tiempo que las fibras FT (Bosco et al., 1982). De este modo, las primeras utilizarían la energía elástica almacenada en sus puentes cruzados más eficientemente en los movimientos lentos. Además, este proceso puede ser mejorado a través del comportamiento del tejido conectivo en cada músculo, determinando la capacidad de los músculos lentos y rápidos para realizar diferentes tipos de trabajo (Kovanen et al., 1984). Los músculos lentos con un mayor contenido de uniones cruzadas de colágeno fuertemente unidas estarían más adaptados a las contracciones lentas, ya que un tejido conectivo de colágeno rígido ofrecería cierta resistencia a una contracción rápida. Por otra parte, un tejido conectivo menos rígido en un músculo rápido facilitaría los movimientos rápidos con mayores cambios de su forma.

      Las diferencias descritas en los componentes de colágeno de los diferentes tipos de músculo implican que un músculo lento puede almacenar relativamente más energía elástica en su tejido de colágeno que un músculo rápido, explicando así la eficacia de un músculo lento en tareas posturales y de resistencia.

      Un modelo muscular modificado

      Los modernos avances en el entrenamiento hacen necesario modificar el modelo muscular de Levin-Wyman. Resulta demasiado simplista referirse al complejo muscular incluyendo solamente los elementos contráctil y elástico, ya que sus varios componentes muestran otras propiedades mecánicas como el frenado y la deformación. El hecho que varios de los componentes, incluyendo el tejido conectivo y los líquidos intersticiales, del complejo muscular sean viscoelásticos sugiere inmediatamente que el frenado debe ser importante en el moldeado de cualquier músculo.

      Figura 1.18 Un modelo ampliado del complejo muscular.

      Por ejemplo, un análisis con plataforma de fuerza reveló que las vibraciones del complejo muscular se disipan en forma de un movimiento decreciente armónico simple, lo cual indica que el CES y el CEP están asociados con unos mecanismos de frenado eficientes que absorben la energía y suavizan los movimientos, protegiendo, por tanto, de lesiones relacionadas con cargas resonantes a determinados niveles (Siff, 1986). Además, el tejido conectivo dentro del complejo muscular tiene una ratio específica de frenado y un nivel determinado de rigidez mecánica que es diferente en los sujetos de diferentes sexo, estado de lesión e historial deportivo (Siff, 1986).

      Por otra parte, la rigidez mecánica tiende a disminuir o a permanecer aproximadamente constante después del ejercicio, mientras que la ratio de frenado aumenta siempre después de un ejercicio lento, sostenido o explosivo en hombres y mujeres (Siff, 1986). Este cambio tiene lugar posiblemente para asegurar que los potenciales peligros de la fatiga muscular local o neuromuscular están compensados por un frenado satisfactorio a través de tensiones subsiguientes. La relación de frenado y la rigidez tienden ambas a aumentar en los sujetos cargados con una masa adicional, de nuevo una respuesta adaptativa que tiende a mantener la estabilidad bajo un amplio abanico de condiciones de ejercicio. La ratio de frenado también tiende a incrementarse con la masa corporal y a ser más elevada en las mujeres (Siff, 1986).

      Un trabajo similar realizado por Greene y McMahon sobre sujetos que saltaban con diferentes grados de flexión de la rodilla en una tabla flexible a diferentes frecuencias reveló que la rigidez mecánica del tejido blando está determinada por el ángulo articular. Por ejemplo, en la articulación de la rodilla la rigidez disminuye de aproximadamente 120 kN/m, en un ángulo de 0º a 30 kN/m, en un ángulo de 75º, de forma que la aportación del CES desciende espectacularmente a medida que aumenta la flexión de la rodilla. Este hecho tiene unas profundas implicaciones en la programación del entrenamiento pliométrico, en particular al limitar el ángulo articular para asegurar la idoneidad de la carga de choque en el complejo muscular.

      La ratio de frenado medida con la técnica de Greene y McMahon (0,34) fue aproximadamente tres veces mayor que el valor obtenido por Siff (0,12), ya que en su método obligaron a los sujetos a mantener un elevado nivel de tensión isométrica en el cuádriceps mientras oscilaban en la tabla flexible. Ello indica que la ratio de frenado varía con la intensidad de la tensión muscular.

      Es importante destacar que la vida de los puentes cruzados entre los filamentos de actina y miosina es limitada, variando de 15 a 120 milisegundos. Por lo tanto, para la utilización de la energía elástica almacenada, es vital que el período de estiramiento y el período de transición entre el estiramiento y el subsiguiente acortamiento (acción muscular concéntrica) sean cortos. Un estiramiento largo simplemente provoca un deslizamiento entre los componentes del complejo muscular, desperdiciándose el potencial elástico de los puentes cruzados. Sin embargo, un tiempo de emparejamiento corto provocado por un pre-estiramiento de poca amplitud evitará la rotura de los puentes cruzados y facilitará el mejor uso de la energía elástica almacenada durante la fase de acortamiento, que es de particular importancia en actividades como el salto, la halterofilia y la pliometría.

      Parece también que las fibras de contracción lenta (ST) y de contracción rápida (FT) tienen diferentes propiedades viscoelásticas, que les permiten hacer un uso diferente del círculo de estiramientoacortamiento. Por ejemplo, los tests de salto vertical muestran que una ejecución rápida, con una fase de estiramiento de poca amplitud, optimiza el rendimiento de los músculos vastos medios, que son ricos en fibras FT. Los músculos extensores de la rodilla en los sujetos con una mayor proporción de fibras ST (p. ej; corredores de larga distancia) obtuvieron mejores resultados en saltos más lentos, con una mayor amplitud y con un período de transición entre el estiramiento y el acortamiento más largo. Bosco y otros (1982) consideran que esta diferencia es una consecuencia de las distintas vidas de los puentes cruzados entre las fibras FT y las ST.

      Esta investigación sugiere que el modelo de Levin-Wyman debe modificarse como en la figura 1.18 para incluir elementos de frenado no-lineales (ya que los componentes musculares se mueven en un fluido) y un elemento deslizante (elemento éste que permite la no espiralización del tejido conectivo en reposo y el deslizamiento cuando la tensión alcanza valores críticos en el sistema).

      Además, la variación del nivel de rigidez en relación con el ángulo articular demuestra que las características mecánicas del CES y del CEP no son lineales. En otras palabras, estos componentes no obedecen simplemente a la Ley de Hooke (esto es, una fuerza F es directamente proporcional a una extensión x producida por una fuerza, o F = k.x, donde k es la rigidez mecánica). De este modo, el doble de amplitud de extensión no estará necesariamente asociado con el doble de tensión en los tejidos. El elemento de frenado no ha sido asociado al CEP, ya que existe un movimiento mínimo entre estructuras como el sarcolema y las vainas alrededor de las fibras musculares que se considera que comprenden al CEP.

      Los modelos musculares presentados en este texto destacan que el entrenamiento de la condición física no sólo debería centrarse en el desarrollo muscular, sino también en el acondicionamiento de todos los tejidos conectivos asociados con la estabilidad y la movilidad. Recientes descubrimientos confirman este hecho cuando establecen que un aumento de la fuerza puede no estar únicamente relacionado con un incremento de la densidad de los elementos proteicos contráctiles del músculo, sino también con una mejora de la transmisión de la fuerza desde las fibras musculares al sistema esquelético. A este respecto, un aumento de la fuerza del tejido conectivo y una mejor rigidez del complejo muscular pueden disminuir la disipación de fuerza generada por los sarcómeros individuales a los tejidos vecinos. La investigación en este aspecto fue instigada para explicar por qué la fuerza muscular puede aumentar sin aumento del la tamaño muscular o de la densidad de los filamentos musculares (ver la sección anterior titulada «Fuerza y tejido conectivo»).

      Figura 1.19 La interelación entre estabilidad y movilidad en la actividad humana.

      La hipertrofia producida por el acondicionamiento de la fuerza y por la mejora de la eficacia neuromuscular a través de un adecuado entrenamiento de velocidad-fuerza

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