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ir; detestaba verlos con frío y a la intemperie.

      —Una diarquía —repitió Olivia—. Gobernaremos juntas, como iguales —los ojos le brillaban de emoción, como si pensara que ese anuncio sería recibido con un entusiasmo desenfrenado.

      Pero no: fue recibido con escepticismo. Un murmullo recorrió la muchedumbre y todos los pares de ojos aterrizaron en Em. Quizás era una buena señal. El día que la habían expulsado del trono supo que algo andaba mal porque nadie quería mirarla.

      Ahora, sin embargo, todos la observaban fijamente. No todos con expresión amable. Tragó saliva. Tal vez debía decir algo, explicar que ella sólo quería que Ruina volviera a ser un lugar seguro, construir un hogar del que pudieran estar orgullosos.

      —Planeamos levantar Ruina y hacer de ella algo aún mejor —dijo Olivia antes de que Em pudiera pronunciar palabra. La muchedumbre seguía incrédula. Por lo visto no confiaban en la una ni en la otra. Em no tenía claro si eso la hacía sentir mejor o peor.

      Tras las palabras de Olivia cayó un largo silencio. En las mejillas de su hermana aparecieron unas manchas rosadas.

      —Pronto daremos más información —dijo bruscamente—. Por el momento quisiéramos ver a Mariana, Aren, Ivanna, Davi y Jacobo.

      Ivanna y Davi estaban sentados juntos: eran dos de los pocos ruinos mayores. Ivanna los saludó con la cabeza pero Em pudo ver el escepticismo en sus rostros.

      Aren se puso en pie y alargó la mano para apretarle el brazo a Em mientras esperaban a los demás. Cuando ya todos se habían abierto paso entre la multitud, Olivia los llevó a la tienda de campaña que compartía con Em. Aunque apretados, todos permanecieron sentados con las piernas cruzadas en un pequeño círculo.

      —Supongo que sabéis por qué estáis aquí —dijo Olivia—. Em y yo estamos montando un consejo para que nos asesore sobre los asuntos de Ruina.

      Todos los poderes quedaban representados entre los cinco ruinos a los que Olivia había llamado: Aren controlaba el cuerpo, Jacobo e Ivanna los elementos, y Mariana y Davi la mente. Decidir la configuración del consejo no había sido difícil, pues no quedaban muchos ruinos cualificados.

      Ivanna se echó su gris cabellera detrás de los hombros.

      —Lo agradezco, pero creo que tenemos que hablar sobre liderazgo.

      Olivia ladeó la cabeza.

      —¿Tenemos que hacerlo?

      —Sí. ¿Eres consciente de que, después de que te llevaron, los ruinos abolieron la monarquía y eligieron a un nuevo líder?

      —Ilegalmente abolieron la monarquía —corrigió Olivia—, y ese líder elegido está muerto.

      —Porque ella lo dejó morir —dijo Davi fulminando a Em con la mirada.

      Em sintió un nudo en la garganta. Podría haber hecho más por salvar a Damian. Se había esforzado muchísimo para impedir que el rey de Lera lo ejecutara, pero podría haber actuado con más rapidez. Lo había dicho con toda claridad cuando les contó la historia a los ruinos. No quería guardar secretos.

      —Yo también estuve allí —dijo Aren con firmeza—. Yo tuve que retrasar a Em. Si queréis culpar a alguien, culpadme a mí.

      —Sí, culpémoslos —dijo Olivia displicente—. Los únicos dos entre nosotros que han hecho algo. Si no fuera por Em y Aren, todos seguirían huyendo para salvar la vida... si no es que estuvieran muertos. Pero sigamos hablando de su líder, que se dejó atrapar.

      —¡Estaba ayudándonos a cruzar a Olso! —exclamó Davi, que empezaba a enrojecer.

      —Para ayudar a Em y a Aren a derrumbar Lera. Su sacrificio no se olvida.

      —¿Hay alguien a quien preferís para gobernar? —preguntó Em tranquilamente. Olivia la miró con gesto de pocos amigos.

      —No —respondió Jacobo, pero estaba sonriendo a Olivia.

      —Bueno, pues... —Ivanna carraspeó—. Hay algunos que preferirían a un líder que fuera elegido. ¿Por qué a Aren ni siquiera se le dio la oportunidad de...?

      —Declino —dijo Aren de inmediato.

      —Aren, tú eres aquí el más poderoso, además de Olivia —dijo Davi en protesta—. Y fuiste a Lera a pesar de que corrías un gran peligro.

      —Siguiendo el plan de Em —dijo Aren—. Olvidadlo, no aceptaré —dijo haciendo una señal hacia Olivia—. Además soy la segunda persona más poderosa aquí. ¿Por qué no queréis que sea la primera quien os gobierne?

      —Valorar el poder ruino por encima de todo no nos ha llevado a la victoria y la paz —dijo Ivanna—. Wenda Flores era poderosa pero carecía de talento para la negociación. Se limitaba a matar a todos los que no estaban de acuerdo con ella.

      —Ésa es una táctica de negociación perfectamente válida —dijo Olivia. Em hizo una mueca: su hermana estaba dando la razón a Ivanna.

      —Em tiene talento para la negociación —dijo Aren—. Creo que de lo que se trata esta diarquía es que se equilibren una a la otra.

      Ivanna giró su rostro en dirección a Em pero sin mirarla a los ojos.

      —Nunca antes habíamos tenido a un líder sin marca.

      —Y sin embargo acabas de decir que sobrevaloramos el poder ruino —dijo Em.

      Ivanna cerró la boca. Se hizo el silencio.

      Olivia soltó una risita sin razón aparente y todas las cabezas giraron hacia ella.

      —¿Creéis que esto es un debate? Que algunos de vosotros queráis a un líder elegido por la gente no significa que eso vaya a pasar. Hace un año se fracturó nuestra comunidad. Ahora estamos levantándola para dejarla como se debe.

      Ivanna adoptó un gesto de dureza y guardó silencio. Davi empezó a quejarse.

      —Además, Aren se casará con una de nosotras —dijo Olivia—. Así también él gobernará.

      Em levantó las cejas ante el comentario casual sobre el matrimonio de Aren con ella o con Olivia. Aren la miró completamente desconcertado. Em apuntó hacia sí misma y sacudió la cabeza, y él soltó una risita.

      De repente Em pensó en Cas. Ella ya estaba casada. Se había casado con él suplantando a la princesa Mary, pero después de eso todos los momentos de su relación fueron reales. No podía imaginarse con nadie más. El pecho le dolía sólo de pensarlo.

      —A ver, continuemos —dijo Olivia. Em trató de sacudirse los recuerdos de Cas pero sólo lo consiguió parcialmente—. Hemos seleccionado un puesto para cada uno de vosotros. Si lo preferís, podéis declinar y sugerir a otra persona para ese cargo. Aren, quisiéramos que dirigieras el combate. Te encargarás del entrenamiento de los ruinos y de las armas: todo lo que se necesite para prepararnos para la batalla. Davi, salud. Te encargarás de la calidad del agua, de asegurarte que todo el mundo tenga ropa y mantenga buena salud en general. Ivanna, reconstrucción. Deberás erigir un nuevo castillo y reconstruir la ciudad. Los tres me informaréis directamente.

      —Los dos restantes me informarán a mí —dijo Em—. Jacobo, te queremos pedir que te encargues de la alimentación. Necesitamos que alguien supervise la pesca, la caza y la agricultura. Y, Mariana, queremos que dirijas las relaciones con el exterior. Ayudarás a mantener contacto con los guerreros de Olso.

      Mariana asintió con entusiasmo. Era joven, aproximadamente de la misma edad que Em, y a todas luces le emocionaba ser la elegida para ese trabajo.

      —Partiremos mañana a las cabañas de los mineros; necesitamos que nos ayudéis a que todo el mundo se aliste. Queremos que vosotros cinco seáis las voces de los ruinos, que comuniquéis lo que esté pasándonos y que transmitáis nuestras órdenes. ¿Tenéis algún problema con eso? —preguntó Em. Todos negaron con la cabeza—. Bien. Algunos de estos cargos son tradicionales,

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