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El pozo.

      Se trata de vivir en el mundo de la ficción privada. Onetti mantiene un diálogo con Borges respecto al poder de lo imaginario. La construcción de mundos alternativos y el imperio de la ficción en Onetti, lo fantástico como construcción de otro espacio, está muy tramado en torno a la idea de que es el sujeto asocial quien consigue instalarse en el espacio de los sueños. Ese es el modo en que se constituye Santa María, ese lugar imaginario, ese espacio que se construye porque hay un personaje llamado Arce, en La vida breve, que es un asocial que vive tratando de tramar la realidad en términos de los sueños y de la imaginación; que se instala en una especie de sueños diurnos, en un lugar que él inventa mientras escribe un guion, que de pronto toma realidad y él mismo se convierte en Brausen y que va a ese lugar como si fuera a su sueño. Como cualquiera de nosotros, imagina vidas posibles y se reserva esa zona no social del sueño privado en el que uno imagina el “como si”, lo que podría haber pasado o lo que uno podría haber sido.

      Es decir que el mundo de la ficción que en Borges está hecho de una manera extraordinaria y caligráfica, en Onetti funciona, a su manera, del mismo modo. Es lo imaginario que de golpe toma realidad. Un sujeto tirado en la cama construye la fantasía de estar en un lugar llamado Santa María, que de pronto se transforma en el escenario de todas las novelas. Y toda la historia desde La vida breve está construida sobre la realidad de ese espacio.

      Y después Onetti, en el final, en Dejemos hablar al viento, y en Cuando ya no importe, habla de Brausen, el que inventó todo, y este mundo posible, este mundo paralelo que ha tomado realidad, se incendia y se destruye. Una tradición sería la constitución de un universo fantástico a partir de un universo real pero no en el sentido de Faulkner, que lo da por hecho. Onetti cuenta cómo se hace, cómo se constituye ese lugar de la ficción y cómo ese lugar de la ficción se impone.

      Bueno, vamos a detenernos aquí. Pero digamos, en principio, que vamos a seguir discutiendo en la próxima clase alrededor de El pozo. Por un lado, vamos a discutir esta relación de secreto y subjetividad, ¿qué pasa con este sujeto que tiene un secreto? Es un sueño en el que existe un lugar al que puede fugarse, por ejemplo. ¿Qué relación se puede establecer entre secreto y subjetividad?

      La otra cuestión es la idea de que en El pozo hay una serie de fragmentos, historias y sueños que se entrelazan y que plantean el problema del secreto como lo planteaba Shklovski, como algo que ata esas historias. Y entonces en relación a cómo el secreto anuda una serie, vamos a plantear el asunto más específico de la construcción de una trama, que es el problema de la causalidad, sobre la cual siempre hemos insistido y que vamos a retomar desde esta óptica de discusión.

      1 Para la preparación de este volumen, Ricardo Piglia trabajó con la edición publicada en 2005 de las obras completas de Juan Carlos Onetti. Todas las citas fueron confrontadas con esa edición. Véase: Juan Carlos Onetti, Obras completas, edición de Hortensia Campanella, Barcelona, Galaxia Gutenberg, Círculo de Lectores España, 2005. [N. de la E.]

      SEGUNDA CLASE

       4 DE SEPTIEMBRE DE 1995

      Hoy vamos a trabajar El pozo, la primera nouvelle de Onetti, que concentra muchos de los temas que más tarde va a desarrollar en su obra. Encontramos al hombre antisocial que cavila, que escribe encerrado en su pieza una confesión; ahí se condensa la escena básica de su escritura. El texto está ligado a la problemática general del secreto. “Yo estaba temblando de rabia por haberme lanzado a hablar, furioso contra mí mismo por haber mostrado mi secreto”, dice el protagonista. Ya hemos visto esa trama del secreto en el interior de las relaciones sociales, de las relaciones personales. Ahora quisiera centrar el problema en lo que podríamos llamar “la construcción de la subjetividad”, es decir, la conexión privada de un sujeto con un punto innombrable, qué función cumple y cómo podemos organizar esta relación.

      Edward Morgan Forster, en Aspectos de la novela, ha señalado que de las personas que tenemos más cerca no conocemos más que lo que nos revelan, mientras que en las novelas podemos acceder a los deseos y las intenciones ocultas de los personajes. Por eso leemos novelas, dice Forster. Yo digo en broma, pero no solo en broma, que conozco mejor a Ana Karenina que a la mujer que vive conmigo; Joyce avanzó mucho en este sentido, conocemos muy bien a Molly Bloom y también a su marido; pero la nouvelle esconde esas revelaciones, o mejor, las desplaza y las convierte en el centro de la trama.

      Es un problema que toca el psicoanálisis y en este sentido me parece que Freud aprende mucho de la literatura y no solo de la experiencia analítica; comprende que el sujeto imagina y sueña en secreto los deseos más profundos y las fantasías más impronunciables. Es decir, Freud aprende algo sobre el funcionamiento de cierta relación entre la construcción de una narración y lo que podríamos llamar la identidad que un sujeto se da a sí mismo.

      Este vínculo que existe entre secreto e identidad, donde el sujeto se piensa a sí mismo a partir de una serie de tejidos que se articulan en un lugar vacío, sugiere también la existencia de una doble vida, tomada en su sentido más literal: un sujeto tiene una vida pública, cierto funcionamiento social, y también tiene una vida secreta. Es lo que en el relato de Onetti aparece como el vaivén entre un suceso y un sueño: “Bueno, mi vida no es otra cosa que un suceso y un sueño”, es decir, las fantasías construidas en el soñar despierto, que en principio podemos asimilar con las ilusiones que el sujeto conserva, una especie de relato privado.

      En el caso de El pozo se trata de microhistorias. El texto está armado con una serie de pequeños relatos fragmentarios, sueños, anécdotas breves, brevísimas por momentos. Es una cadena en la que se entrecruzan varias series: las series de las prostitutas, la serie del militante político, la serie del poeta, algunas series de mujeres, la serie de la vida cotidiana. Podríamos ver en el texto un mosaico, una especie de tapiz, de mapa, donde hay una ruta por la que el personaje circula, y que en principio nosotros asimilaremos a la superposición de historias que se unen de maneras variadas en el género nouvelle.

      Esta cuestión de los relatos vueltos a contar es un problema que nos va a ocupar en las próximas reuniones. Es decir, primero vamos a analizar lo que podríamos llamar el relato terminado, y después cuál ha sido su germen. Lo que estoy, entonces, tratando de plantear aquí es que esta idea de relato privado aparece en El pozo, en principio, ligada a lo que yo llamaría una trama en miniatura. El personaje construye una serie de intrigas mínimas que son como pequeños relatos autónomos que circulan en el texto.

      Tenemos que tener en cuenta algo que ustedes seguramente habrán percibido y es que El pozo (relato de 1939) es el relato inaugural de Onetti, por lo tanto, como suele suceder en varios textos inaugurales, uno encuentra condensado lo que sigue, se ven ahí las líneas que anticipan lo que viene.

      Primero que nada, habría una figura onettiana que vamos a encontrar en una serie de textos, como dijimos, este sujeto aislado, asocial, separado, que rumia un secreto, da vueltas alrededor de una obsesión personal, esta historia en la que el sujeto insiste y a la que vuelve y que, como vemos, es una fantasía secreta.

      Esta historia que constituye al sujeto aparece aquí directamente enfrentada con él. Quiero decir, lo que vemos nosotros es un sujeto aislado, un sujeto retirado que está enfrentado con un núcleo privado e intransferible que él llama los sueños.

      A menudo en Onetti lo que vamos a ver es una situación en la que un personaje que tiene un secreto es visto por otros. Por ejemplo, en Los adioses, aparece alguien en el pueblo que comienza a despertar en los demás cierta intriga, y nos enteramos de que ese sujeto tiene una historia que el narrador desconoce y que trata de descifrar. Pero en El pozo el sujeto tiene una red de historias que ve funcionar, un sistema de repeticiones que insisten.

      Por

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