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Lucy en el campo más de una vez, y sabía que podía contar con ella. La joven agente de ojos oscuros y piel oscura siempre parecía brillar desde el interior, irradiando energía y entusiasmo.

      Por el contrario, Bill tenía la edad de Riley y, aunque sus cuarenta años lo estaban frenando un poco, todavía era un agente de campo de primera categoría.

      “Sigue siendo bastante apuesto también”, se recordó a sí misma.

      Por un momento se preguntó... Ahora que las cosas estaban derrumbándose entre ella y Ryan, ¿tal vez ella y Bill podrían...?

      Pero no, sabía que era una idea terrible. En el pasado, ella y Bill habían hecho tantos esfuerzos torpes para empezar algo serio, y los resultados siempre habían sido desastrosos. Bill era un gran compañero y su mejor amigo. Sería estúpido echar a perder todo eso.

      “Buen trabajo”, le dijo Bill a Riley. Estaba sonriendo.

      “Sí, me salvaste la vida, agente Paige”, dijo Lucy, riendo. “Sin embargo, no puedo creer que me dejé meter un tiro. ¡Fallé al tipo cuando estuvo justo en frente de mí!”.

      “Para eso está este sistema”, le dijo ​​Bill a Lucy, dándole palmaditas en la espalda. “Hasta los agentes muy experimentados tienden a fallar sus objetivos a corto alcance, dentro de diez pies de distancia. La RV te ayuda a lidiar con ese tipo de problemas”.

      Lucy dijo: “Bueno, no hay nada como tomar una bala virtual en el hombro para enseñarte una lección”. Se frotó el hombro, donde el equipo había hecho que le ardiera la piel para hacerle saber que le habían disparado.

      “Es mejor que una real”, dijo Riley. “De todos modos, te deseo una pronta recuperación”.

      “¡Gracias!”, dijo Lucy, riendo de nuevo. “Ya me siento mejor”.

      Riley enfundó la pistola modelo y recogió el rifle de asalto falso. Recordó el retroceso brusco que sintió cuando disparó las armas. Y el edificio abandonado había sido detallado y vívido.

      Aún así, Riley se sentía extrañamente vacía e insatisfecha.

      Pero eso obviamente no era culpa ni de Bill ni de Lucy. Y estaba agradecida de que se habían tomado tiempo libre esta mañana para acompañarla en este ejercicio.

      “Gracias por aceptar hacer esto conmigo”, dijo. “Supongo que necesitaba desahogarme”.

      “¿Te sientes mejor?”, preguntó Lucy.

      “Sí”, dijo Riley.

      No era cierto, pero supuso que una mentirita no haría daño.

      “¿Qué les parece si vamos a tomarnos una taza de café?”, preguntó Bill.

      “Suena genial”, dijo Lucy.

      Riley negó con la cabeza.

      “Hoy no, gracias. En otro momento. Vayan ustedes”.

      Bill y Lucy salieron de la enorme sala de realidad virtual. Por un momento, Riley se preguntó si tal vez debería ir con ellos después de todo.

      “No, sería pésima compañía”, pensó.

      Las palabras de Ryan seguían haciendo eco en su mente...

      “Riley, Jilly fue tu decisión”.

      Ryan realmente era un desalmado por darle la espalda a Jilly.

      Pero Riley no estaba enojada ahora. En vez se sentía muy triste.

      Pero ¿por qué?

      Poco a poco entendió...

      “Nada de esto es real. Toda mi vida es una farsa”.

      Sus esperanzas de ser una familia de nuevo con Ryan y las niñas solo había sido una ilusión.

      “Igual que esta condenada simulación”.

      Cayó de rodillas y comenzó a sollozar.

      Le tomó unos minutos recomponerse. Agradecida de que nadie había visto su colapso, se puso de pie y se dirigió a su oficina. Tan pronto como entró, su teléfono de escritorio comenzó a sonar.

      Sabía quién la estaba llamando.

      Había estado esperándola.

      Y sabía que la conversación no sería fácil.

      CAPÍTULO CINCO

      “Hola, Riley”, dijo la voz de una mujer cuando Riley contestó el teléfono.

      Era una voz dulce, temblorosa y débil por la edad, pero agradable de todos modos.

      “Hola, Paula”, dijo Riley. “¿Cómo estás?”.

      La mujer suspiró.

      “Bueno, ya sabes, este día siempre es difícil”.

      Riley entendía. La hija de Paula, Tilda, fue asesinada este día hace veinticinco años.

      “Espero que no te moleste mi llamada”, dijo Paula.

      “Por supuesto que no, Paula”, le aseguró Riley.

      Después de todo, Riley había iniciado su relación bastante peculiar hace años. En realidad, Riley jamás había trabajado en el caso del asesinato de Tilda. Se había comunicado con la madre de la víctima mucho después de que el caso se enfriara.

      Esta llamada anual entre ellas era un ritual bastante antiguo.

      A Riley todavía le parecía extraño tener estas conversaciones con alguien que no conocía. Ni siquiera sabía cómo era Paula. Sabía que tenía sesenta y ocho años ahora. Su hija fue asesinada cuando había tenido cuarenta y tres, solo tres años mayor que Riley. Riley la imaginada como una abuela amable.

      “¿Cómo está Justin?”, preguntó Riley.

      Riley había hablado con el marido de Paula un par de veces, pero nunca había llegado a conocerlo.

      Paula volvió a suspirar.

      “Falleció el verano pasado”.

      “Lo siento”, dijo Riley. “¿Qué le pasó?”.

      “Fue repentino e inesperado. Fue un aneurisma, o tal vez un ataque al corazón. Se ofrecieron a hacerle una autopsia para determinar la causa. Yo les dije que no tenía sentido, eso no lo traería de vuelta”.

      Riley se sintió muy mal por la mujer. Sabía que Tilda había sido hija única. La pérdida de su marido tuvo que haber sido muy difícil.

      ¿Cómo lo estás sobrellevando?, preguntó Riley.

      “Un día a la vez”, dijo Paula. “Me siento bastante sola”.

      Había una nota de tristeza casi insoportable en su voz, como si se sintiera lista para estar con su esposo en la muerte.

      A Riley le costaba imaginar tanta soledad. Se sentía agradecida por tener a personas atentas en su vida: April, Gabriela y ahora Jilly. Riley había temido perderlas. April había estado en mucho peligro más de una vez.

      Y, por supuesto, también tenía amigos maravillosos, como Bill. Él también había estado en peligro.

      “Nunca los daré por sentado”, pensó.

      “¿Y tú, querida?”, preguntó Paula.

      Tal vez por eso Riley sentía como si pudiera hablar con Paula acerca de las cosas de las que no podía con la mayoría de las personas.

      “Bien, estoy en el proceso de adoptar a una niña de trece años de edad. Eso ha sido una aventura. Ah, y Ryan regresó por un tiempo. Luego se fue de nuevo. Otra joven hermosura le llamó la atención”.

      “¡Qué terrible!”, dijo Paula. “Tuve suerte con Justin. Jamás se alejó de mí. Y supongo que, a la larga, también tuvo suerte. Se

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