Скачать книгу

se preguntó cuánto le debía decir a las niñas. No quería describirle los detalles del asesinato a su familia.

      “Es un caso sin resolver”, dijo. “Una serie de asesinatos que ni la policía local ni el FBI fueron capaces de resolver. Llevo años tratando de resolverlo”.

      Jilly estaba que saltaba de su silla.

      “¿Cómo lo vas a resolver?”.

      La pregunta hirió a Riley un poco.

      Obviamente no era la intención de Jilly ser hiriente, sino todo lo contrario. La chica estaba orgullosa de que su madre fuera una agente de la ley. Y todavía pensaba que Riley era una especie de superhéroe que jamás podría fallar.

      Riley sofocó un suspiro.

      “Quizás es hora de decirle que no siempre atrapo a los malos”, pensó.

      En vez, Riley simplemente dijo: “No sé”.

      Esa era la verdad.

      Pero había una cosa que Riley sí sabía.

      El vigésimo quinto aniversario de la muerte de Tilda Steen era mañana, y no sería capaz de sacarlo de su mente en el corto plazo.

      Riley se sintió aliviada cuando comenzaron a conversar de la cena deliciosa que Gabriela les había preparado. La mujer guatemalteca y las chicas empezaron a hablar en español, y a Riley le costó seguir la conversación.

      Pero eso estaba bien. April y Jilly estaban estudiando español, y April estaba comenzando a dominarlo. A Jilly todavía le costaba el idioma, pero Gabriela y April la estaban ayudando.

      Riley sonrió mientras observaba y escuchaba.

      “Jilly se ve bien”, pensó.

      Ella era una niña flaca de piel oscura, pero ya no quedaban rastros de esa niña abandonada que Riley había rescatado de las calles de Phoenix hace unos meses. Estaba saludable, y parecía estar adaptándose bien a su nueva vida con Riley y su familia.

      Y April estaba resultando ser una hermana mayor perfecta. Estaba recuperándose bien de los traumas que había enfrentado.

      A veces, cuando miraba a April, Riley sentía que estaba mirándose en un espejo, un espejo que mostraba su propio ser adolescente. April tenía los ojos color avellana y el pelo oscuro de Riley, aunque obviamente no tenía las canas que estaban empezando a cubrir el pelo de su madre.

      Riley sintió un momento de tranquilidad.

      “Tal vez estoy haciendo un buen trabajo como madre”, pensó.

      Sin embargo, esa tranquilidad se desvaneció rápidamente.

      El misterioso ‘Asesino de la caja de fósforos’ seguía al acecho en su mente.

      *

      Después de la cena, Riley subió a su habitación y oficina. Ella se sentó en su computadora y respiró profundamente, tratando de relajarse. Pero la tarea que le esperaba era un poco desconcertante.

      Parecía ridículo que se estuviera sintiendo así. Después de todo, había cazado y luchado contra decenas de asesinos peligrosos a lo largo de los años. Su propia vida había sido amenazada más veces de las que podía contar.

      “Hablar con mi hermana no debería afectarme tanto”, pensó.

      Pero no había visto a Wendy en... ¿Cuántos años habían pasado?

      La última vez que vio a su hermana fue de niña. Sin embargo, Wendy se había comunicado con ella después de la muerte de su padre. Habían hablado por teléfono, analizando la posibilidad de reunirse en persona. Pero Wendy vivía muy lejos en Des Moines, Iowa, y aún no habían podido finiquitar todo. Finalmente habían acordado hacer una videollamada a esta hora.

      Para prepararse, Riley miró una foto enmarcada que estaba sobre su escritorio. La había encontrado entre las pertenencias de su padre después de su muerte. Era una foto de Riley, Wendy y su madre. Allí Riley tenía unos cuatro años, y Wendy era una adolescente.

      Las niñas y su madre se veían felices.

      Riley no recordaba cuándo o dónde había sido tomada esa foto.

      Y tampoco podía recordar un momento en el que su familia había sido feliz.

      Sus manos frías y temblorosas, tecleó la dirección de video de Wendy.

      La mujer que apareció en la pantalla podría haber sido una perfecta desconocida.

      “Hola, Wendy”, dijo Riley con timidez.

      “Hola”, respondió Wendy.

      Se quedaron mirándose en silencio durante unos momentos incómodos.

      Riley sabía que Wendy tenía cincuenta años, era diez años mayor que ella. Se veía bastante bien para su edad. Era un poco corpulenta y se veía totalmente convencional. Su cabello no parecía estar canoso como el de Riley. Pero Riley dudaba de que esa fuera su color natural.

      Riley miró la foto y luego volvió a mirar a Wendy. Su hermana se parecía un poco a su madre. Riley sabía que ella se parecía más a su padre. No estaba muy orgullosa de la semejanza.

      “Bueno”, dijo Wendy para romper el silencio. “¿Qué has hecho... estas últimas décadas?”.

      Riley y Wendy se echaron a reír. Incluso su risa se sentía tensa e incómoda.

      Wendy preguntó: “¿Estás casada?”.

      Riley suspiró en voz alta. ¿Cómo podía explicar lo que estaba pasando entre ella y Ryan cuando ni siquiera ella lo entendía?

      Dijo: “Bueno, como dicen los chicos estos días: ‘Es complicado’. Y realmente lo es”.

      Se echaron a reír nerviosamente de nuevo.

      “¿Y tú?”, preguntó Riley.

      Wendy parecía estar empezando a relajarse un poco.

      “Loren y yo estamos a punto de cumplir veinticinco años de matrimonio. Los dos somos farmacéuticos, y somos dueños de nuestra propia farmacia. Loren la heredó de su padre. Tenemos tres hijos. El menor, Barton, está en la universidad. Thora y Parish están casados ya. Supongo que Loren y yo somos unos padres típicos con sus hijos ya crecidos”.

      Riley sintió una extraña punzada de melancolía.

      La vida de Wendy no había sido nada como la de ella. De hecho, la vida de Wendy aparentemente había sido completamente normal.

      Justo como lo había hecho con April durante la cena, volvió a sentir ganas de mirarse en el espejo.

      Excepto que este espejo no era el de su pasado.

      Era el de una persona en la que alguna vez pudo haberse convertido, pero que ahora jamás podría ser.

      “¿Y tú?”, preguntó Wendy. “¿Tienes hijos?”.

      Una vez más, Riley se sintió tentada a decir...

      “Es complicado”.

      En vez, dijo: “Dos. Tengo una de quince años, April. Y estoy en el proceso de adoptar a otra. Se llama Jilly y tiene trece años”.

      “¡Adopción! Más personas deberían hacer eso. Bien por ti”.

      Riley no sentía que merecía ser felicitada. Quizás se sentiría mejor si pudiera estar segura de que Jilly crecería en una familia con dos padres. En este momento, eso estaba en veremos. Pero Riley decidió no hablar de todo eso con Wendy.

      En cambio, había ciertas cosas de las que necesitaba hablar con su hermana.

      Y temía que podría ser incómodo.

      “Wendy, sabes que papá me dejó su cabaña en su testamento”, dijo.

      Wendy asintió.

      “Yo

Скачать книгу