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iba. Ni siquiera tuvo tiempo para cambiarse de ropa, pero al menos se había duchado en la casa de Blaine esta mañana. Se sintió aliviada de que a su familia pareció no molestarle su repentino cambio de planes.

      “Se están acostumbrando a estar sin mí”, pensó. No le gustaba mucho la idea, pero sabía que era una necesidad en una vida como la suya.

      Riley verificó que tenía todo lo que necesitaba en su auto y luego hizo el corto viaje a Quántico. Cuando llegó al edificio de la UAC, se dirigió directamente a la oficina de Brent Meredith. Lamentablemente se encontró con Jenn Roston, quien estaba caminando en la misma dirección por el pasillo.

      Riley y Jenn hicieron contacto visual por un momento fugaz, luego ambas siguieron en silencio.

      Riley se preguntó si Jenn se sentía igual de incómoda que ella. Ayer tuvieron una reunión incómoda, y Riley aún no sabía si había cometido un terrible error al entregarle a Jenn esa unidad USB.

      “Pero Jenn probablemente no esté preocupada”, pensó Riley.

      Después de todo, Jenn había tenido la ventaja ayer. Había controlado la situación brillantemente para beneficio propio. Riley jamás había conocido a alguien capaz de manipularla de esa forma.

      Pero luego recordó que eso no era cierto.

      Shane Hatcher también tenía esa capaz de manipularla.

      Sin dejar de caminar y todavía mirando al frente, la agente más joven habló en voz baja. “No encontré nada”.

      “¿Qué?”, preguntó Riley, sin dejar de caminar.

      “Te hablo de la información financiera en la unidad USB. Hatcher solía tener fondos almacenados en esas cuentas. Pero el dinero fue retirado, y las cuentas fueron cerradas”.

      Riley resistió el impulso de decir: “Ya sé”.

      Después de todo, Hatcher se lo había dicho ayer en su mensaje de texto amenazante.

      Por un momento, Riley no supo qué decir. Siguió caminando sin hacer ningún comentario.

      ¿Jenn pensaba que Riley la había traicionado y que el archivo era falso?

      Finalmente Riley dijo: “Ese archivo era lo único que tenía. No estoy reteniendo nada”.

      Jenn no respondió. Riley deseaba saber si le creía o no.

      También se preguntó si Hatcher estaría tras las rejas en este momento si hubiera usado esa información antes. O quizás hasta muerto.

      Cuando llegaron a la puerta de la oficina de Meredith, Riley se detuvo, y lo mismo hizo Jenn.

      Riley se sintió alarmada.

      Jenn obviamente también iba a la oficina de Meredith.

      ¿Por qué la nueva agente estaba aquí para esta reunión? ¿Le había dicho a Meredith que Riley había estado reteniendo información?

      Pero Jenn se quedó allí, aún sin hacer contacto visual.

      Riley tocó la puerta de Meredith, y luego ambas entraron.

      El jefe Meredith estaba sentado detrás de su escritorio, viéndose tan intimidante como de costumbre.

      Les dijo: “Siéntense”.

      Riley y Jenn se sentaron en las sillas frente a su escritorio.

      Meredith se quedó callado por un momento.

      Luego dijo: “Agente Paige, agente Roston, quiero que sepan que ahora son compañeras”.

      Riley contuvo un jadeo. Miró a Jenn Roston, cuyos ojos color marrón oscuro se habían abierto como platos ante la noticia.

      “Espero que eso no sea un problema”, dijo Meredith. “La UAC está sobrecargada de casos en este momento. Con el agente Jeffreys de licencia y todos los demás trabajando en otros casos, tienen que trabajar juntas. Ya está decidido”.

      Riley cayó en cuenta de que Meredith estaba en lo cierto. El único otro agente con el que realmente querría trabajar en este momento era Craig Huang, pero él estaba ocupado vigilando su casa.

      “No hay problema, señor”, le dijo Riley a Meredith.

      Jenn dijo: “Será un honor para mí trabajar con la agente Paige, señor”.

      Esas palabras sorprendieron a Riley un poco. Se preguntó si Jenn las decía de corazón.

      “No te emociones mucho”, dijo Meredith. “No creo que este caso llegue a mayores. Esta misma mañana, se encontró el cuerpo de una adolescente enterrado en tierras de cultivo cerca de Angier, un pequeño pueblo de Iowa”.

      “¿Un solo asesinato?”, preguntó Jenn.

      “¿Por qué es un caso de la UAC?”, preguntó Riley.

      Meredith tamborileó los dedos sobre su escritorio.

      “Mi conjetura es que probablemente no sea uno solo”, dijo “Otra chica desapareció antes en el mismo pueblo, y todavía no ha aparecido. Es un lugar pequeño y tranquilo, donde este tipo de cosas simplemente no suceden. La gente de por allí dice que las chicas no eran era del tipo que huiría o hablaría con extraños”.

      Riley negó con la cabeza con reservas.

      “Entonces ¿por qué creen que se trata de un asesino en serie?”, preguntó. “Eso me parece un poco prematuro ya que solo tienen un cuerpo”.

      Meredith se encogió de hombros.

      “Sí, yo pienso igual. Pero el jefe de policía de Angier, Joseph Sinard, está en pánico por esto”.

      La frente de Riley se arrugó ante la mención de ese nombre.

      “Sinard”, dijo. “¿Dónde he escuchado ese nombre antes?”.

      Meredith sonrió un poco y dijo: “Tal vez estás pensando en el asistente ejecutivo del FBI, Forrest Sinard. Joe Sinard es su hermano”.

      Riley casi puso los ojos en blanco. Ahora tenía sentido. Un miembro de la parte más alta de la cadena alimentaria del FBI estaba siendo molestado por un pariente, así que el caso había sido enviado a la UAC. Había sido asignada a investigaciones con motivaciones políticas de este tipo en el pasado.

      Meredith dijo: “Ustedes dos tienen que ir para allá para cerciorarse de que siquiera haya un caso”.

      “¿Y mi trabajo en el caso de Hatcher?”, preguntó Jenn Roston.

      Meredith dijo: “Tenemos un montón de gente trabajando en eso, técnicos e investigadores por igual. Asumo que tienen acceso a toda tu información”.

      Jenn asintió.

      Meredith dijo: “Estarán bien sin ti por unos días. Aunque creo que no les tome tanto tiempo”.

      Riley estaba un poco indecisa. Aparte de no estar segura de si quería trabajar con Jenn Roston o no, tampoco ansiaba perder el tiempo en un caso que probablemente ni siquiera requería la intervención de la UAC.

      Preferiría estar ayudando a Blaine a aprender a disparar.

      “O estar haciendo otras cosas con Blaine”, pensó, conteniendo una sonrisa.

      “¿Cuándo nos vamos?”, preguntó Jenn.

      “Tan pronto como sea posible”, dijo Meredith. “Le dije al jefe Sinard que no moviera el cuerpo hasta que llegaran. Volarán a Des Moines, donde los empleados de Sinard las recogerán y conducirán a Angier. Queda a una hora de Des Moines. Tenemos que alistar el avión. Mientras lo hacemos, no se vayan tan lejos. El despegue será en menos de dos horas”.

      Riley y Jenn abandonaron la oficina de Meredith. Riley se fue directamente a su propia oficina, se sentó por un momento y miró a su alrededor, perdida en sus pensamientos.

      “Des Moines”, pensó.

      Solo

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