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de la batalla.

      Finalmente, se dio cuenta.

      El velo de Thor se había levantado cuando las palabras de Alistair sonaron a través de él, llenándolo de claridad. Él era Thorgrin. Un miembro de la Legión. Un miembro del Reino Occidental del Anillo. No era un soldado del Imperio. Él no amaba a su padre. Amaba a todas estas personas.

      Sobre todo, amaba a Gwendolyn.

      Thor miró hacia abajo y vio el rostro de ella, viéndolo con tanto amor, con sus ojos llenos de lágrimas. Se llenó de vergüenza y terror al darse cuenta de que estaba frente a ella, sosteniendo esta espada. Las palmas de sus manos ardieron de humillación y arrepentimiento.

      Thor tiró  la espada, dejándola caer de sus manos. Dio un paso adelante y la abrazó.

      Gwendolyn también lo abrazó con fuerza y él la oyó llorar y sintió sus lágrimas calientes cayendo por su cuello. Thor se sintió abrumado por el remordimiento, y no podía concebir cómo había sucedido todo esto. Todo era borroso. Lo único que sabía era que estaba feliz de volver a ser él mismo, de tener claridad y estar de vuelta con su gente.

      "Te amo", le susurró ella en el oído “Y siempre lo haré”.

      "Te amo con todas mis fuerzas”, contestó Thor.

      Krohn lloriqueó a sus pies, cojeando y lamiendo las palmas de Thor; Thor se agachó y besó su cara.

      "Lo siento", le dijo Thor, recordando cómo  lo golpeó mientras Krohn había defendido a Gwendolyn. "Perdóname, por favor".

      La tierra, que había temblado violentamente unos momentos atrás, finalmente volvió a la quietud.

      "¡THORGRIN!", se escuchó un grito en el aire.

      Thor se volvió para ver a Andrónico. Dio un paso al frente, hacia el claro, con el ceño fruncido y la cara roja de rabia. Ambos ejércitos miraron con un silencio de asombro, mientras padre e hijo estaban uno frente al otro.

      "¡Te lo ordeno!”, dijo Andrónico. "¡Mátalos! ¡Mátalos a todos! Soy tu padre. ¡Escúchame a mí y solamente a mí!".

      Pero esta vez, mientras Thor miraba a Andrónico, algo se sentía diferente. Algo cambió por dentro. Thor ya no vio a Andrónico como su padre, como un miembro de la familia, como alguien a quien debía responder y dar su vida a cambio, lo vio como a un enemigo. Un monstruo. Thor ya no sentía ninguna obligación de dar su vida por este hombre. Por el contrario: sintió una ardiente rabia contra él. Aquí estaba el hombre que había ordenado el ataque a Gwendolyn; era el hombre que había matado a sus compatriotas, que había invadido y saqueado su patria; aquí estaba el hombre que había asumido el control de su propia mente, que lo mantuvo como rehén con su magia negra.

      Este no era un hombre al que amaba. Por el contrario, era un hombre al que quería matar más que nada en la tierra. Fuera su padre o no.

      Thor se sintió de repente inundado de rabia. Se agachó, recogió su espada y fue a toda velocidad a través del claro, listo para matar a su padre.

      Andrónico vio sorprendido cómo Thor iba a toda velocidad, levantaba su espada por lo alto y la bajaba con ambas manos, con toda su fuerza, hacia su cabeza.

      Andrónico elevó su enorme hacha de batalla en el último segundo, girándola hacia un lado y bloqueando el golpe con su eje metálico.

      Thor no cedió: esgrimió su espada una y otra vez, yendo a matarlo, y cada vez Andrónico elevaba su hacha y lo bloqueaba. El gran sonido metálico de las dos armas enfrentándose se escuchaba por el aire, mientras ambos ejércitos observaban en silencio. Volaban chispas con cada golpe.

      Thor gritó y refunfuñó, usando cada habilidad que tenía, con la esperanza de matar a su padre en ese instante. Tenía que hacerlo, por sí mismo, por Gwendolyn, por todos aquellos que habían sufrido a manos de este monstruo. Con cada golpe, Thor quería, más que nada, acabar con su linaje, con su origen, empezar de cero otra vez. Elegir a un padre diferente.

      Andrónico, en la defensa, sólo bloqueaba los golpes de Thor y no contraatacaba. Evidentemente, se abstenía de atacar a su hijo.

      "¡Thorgrin!”, dijo Andrónico, entre golpes. “¡Tú eres mi hijo! No quiero hacerte daño. Soy tu padre. Has salvado mi vida. Te quiero vivo".

      "¡Y yo te quiero muerto!", gritó Thor.

      Thor giró hacia abajo una y otra vez, haciéndolo retroceder, a través del claro, a pesar del gran tamaño y fuerza de Andrónico. Aun así, Andrónico no la esgrimía hacia Thor. Era como si esperara que Thor volviera a su lado otra vez.

      Pero esta vez, Thor no lo haría. Ahora, finalmente, Thor sabía quién era él. Finalmente, las palabras de Andrónico estaban fuera de su cabeza. Thor prefería estar muerto que a merced de Andrónico otra vez.

      "Thorgrin, ¡tienes que parar esto!", gritó Andrónico. Volaron chispas por su cara mientras bloqueaba un golpe especialmente violento con su cabeza de hacha. "Me obligarás a matarte y no quiero hacerlo. Tú eres mi hijo. Matarte sería como matarme a mí mismo".

      "¡Entonces mátate a ti mismo!", dijo Thor. "¡O si no quieres, entonces lo haré por ti!".

      Con un gran grito Thor dio un salto y pateó a Andrónico con ambos pies en el pecho, haciéndolo dar tumbos y cayendo de espaldas.

      Andrónico miró para arriba, como aturdido por lo que pudo haber pasado.

      Thor estaba parado sobre él y levantó su espada para acabarlo.

      "¡NO!", gritó una voz. Era una voz horrible, parecía como si surgiera desde lo más profundo del infierno y Thor vio a un hombre entrando en el claro. Vestía una túnica larga escarlata, su rostro estaba escondido detrás de una capucha, y un gruñido sobrenatural surgió de su garganta.

      Rafi.

      De alguna manera, Rafi había logrado regresar de su batalla con Argon. Él estaba ahí parado, con los brazos en sus costados. Sus mangas se bajaron al levantar sus brazos, revelando la piel pálida, ampulosa, que parecía como si nunca hubiese visto el sol. Emitió un sonido horrible de la parte posterior de su garganta, como un gruñido, y abrió mucho su boca, y se hizo más y más fuerte hasta que llenó el aire, el timbre vibraba y hacía que a Thor le dolieran los oídos.

      La tierra comenzó a temblar. Hizo que Thor perdiera el equilibrio mientras toda la tierra se movía. Siguió las manos de Rafi y vio delante de él un espectáculo que nunca olvidaría.

      La tierra comenzó a dividirse en dos, se abrió  un gran abismo, separándose más y más ampliamente. Al hacerlo, los soldados de ambos bandos cayeron, gritando mientras eran arrojados en la creciente grieta.

      Un brillo naranja surgía de debajo de la tierra y hubo un siseo espantoso mientras salía vapor y niebla.

      Allí apareció una sola mano, emergiendo de la grieta, agarrando la tierra. La mano era negra, aterronada, desfigurada, y mientras trataba de elevarse, Thor, para horror suyo, vio emerger de la tierra una criatura horrible. Tenía forma humana, pero era totalmente negra, con grandes ojos rojos y colmillos largos, rojos. Una larga cola negra se arrastraba detrás de ella. Su cuerpo estaba lleno de grumos, y parecía un cadáver.

      Reclinó su cabeza y hubo un rugido horrible, como el de Rafi. Parecía ser una especie de muerto viviente, convocada desde las profundidades del infierno.

      De repente, detrás de esta criatura, surgió otra. Luego otra más.

      Miles más de estas criaturas salieron a la superficie, tratando de subir desde las entrañas del infierno, un ejército de muertos vivientes. El ejército de Rafi.

      Poco a poco, se acercaron al lado de Rafi, quedando frente a Thorgrin y a los demás.

      Thor miró en estado de shock a este ejército que estaba frente a él; mientras estaba allí parado, con su espada aún en alto, de repente Andrónico rodó por debajo de él y retiró a su ejército, evidentemente no quería tener que enfrentarse a Thorgrin.

      De pronto, las miles de criaturas se abalanzaron sobre Thor, inundando el claro, llegando para matar a Thor y a toda su gente.

      Thor

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