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El Despertar De Tess. Andres Mann
Читать онлайн.Название El Despertar De Tess
Год выпуска 0
isbn 9788873047209
Автор произведения Andres Mann
Жанр Приключения: прочее
Издательство Tektime S.r.l.s.
El interior era espacioso, con hermosos muebles. Grandes alfombras fueron enrolladas contra las paredes. Tess teorizó que fueron puestos fuera del camino para protegerlos del caos exterior.
Los soldados iraquÃes lanzaron a Tess a través de una enorme puerta abierta. El empujón fue tan fuerte que tropezó y cayó. Instintivamente miró a su alrededor para evaluar dónde estaba. Lo aprendió durante el entrenamiento de supervivencia. Sepa dónde está. Busque el peligro. Encuentre salidas. Sopese la situación. Estaba en una enorme y ornamentada habitación de techos altos, algo que cabrÃa esperar en una mansión europea, solo que sin imágenes de ancestros en las murallas. Un oficial iraquà de alto rango estaba sentado en un escritorio, bolÃgrafo en mano, escribiendo.
Los soldados tiraron a Tess al suelo y parecÃan dispuestos a darle una paliza.
- "¡Qué están haciendo, idiotas! No seas tan rudo", dijo el oficial en árabe. "¡Déjala aquà y vete!" Los soldados se deslizaron obsequiosamente y cerraron la puerta detrás de sà mismos.
- "Por favor, acércate."
Tess no vio muchas opciones más que cumplir. Sus bien afilados instintos como soldado le decÃan que resistir sólo empeorarÃa las cosas.
Se levantó vacilante y se dirigió hacia el escritorio con toda la seguridad que pudo reunir. El oficial no la miró, aún pareciendo ocupado y firmando documentos. Cuando ella estaba a cinco pies del escritorio, el hombre levantó el brazo, con la palma de la mano señalando: âAltoâ. Cumplió, poniéndose firme. El oficial, por la insignia que llevaba en los hombros, era un general de la Guardia Republicana. Continuó manejando papeles, firmándolos con una deliberada falta de prisa, ignorando a la desaliñada, sangrienta y exhausta joven mujer que estaba frente a él.
Unos minutos después, levantó la cabeza. "Soy el General Amir Alkan al-Saadi." Echando un vistazo a su nombre en el uniforme sucio, observó además: "Y usted es el Mayor Turner del Ejército de los Estados Unidos, por lo que veo." Se puso en pie y se movió alrededor del escritorio, manteniendo aún su distancia. "¿Y cuál es su nombre de pila?"
- "Señor, soy la Mayor Morgan Theresa Turner, del Ejército de los Estados Unidos", respondió, esperando parecer menos aprensiva de lo que realmente era.
El General parecÃa perplejo. "A su padre no le debe haber caÃdo bien. Le puso un nombre extraño. O quizás, hubiera preferido un hijo, ¿no?"
Tess comenzó a sentir que su temperamento se encendÃa, pero se controló a sà misma y repitió la frase estándar, todo lo que exigÃa la Convención de Ginebra.
- "Espero que tengamos una conversación más significativa que eso", dijo el General. "Conozco el Derecho Internacional de la Guerra, asà que prescindamos de las formalidades." Hablaba un inglés perfecto, aproximándose a un acento británico. Tess se dio cuenta de que necesitaba tiempo para pensar y encontrar una salida a este lÃo. Ella retrocedió de nuevo en su entrenamiento: evaluar al enemigo, tratar de encontrar su debilidad.
A diferencia de muchos de sus homólogos, el General parecÃa estar extremadamente en forma, en sus cincuenta años, guapo, con un bigote inmaculadamente arreglado, y muy seguro de sà mismo. Un par de ojos oscuros y penetrantes clavados en Tess.
- "Mayor, parece que necesita un baño, ropa limpia y tal vez algo de comer. ¿No?" El General parecÃa mostrar una solicitud genuina.
- "Señor, me gustarÃa ver a mis hombres atendidos primero. Además, tres de mis hombres heridos necesitan atención médica" El iraquà levantó las cejas.
- "Sus hombres, dijo. ¿Le esuchan a usted? ¿Reciben órdenes de una mujer?"
Tess se obligó a quedarse quieta. "General, parece estar bien educado en las costumbres occidentales. DeberÃa saber que las fuerzas de la coalición incluyen a las mujeres como soldados y lÃderes".
- "¡Ah, sÃ! Pensé que usaban a las mujeres como secretarias y cocineras, no como pilotos de helicópteros y comandantes. No importa. De hecho, me gustarÃa saber más sobre las mujeres guerreras. Es un concepto fascinante. Enfoquémoslo de una manera civilizada. Por favor, acompáñeme a cenar después de que usted, como dicen, se refresque". Tess podÃa verlo venir.
- "General, con todo respeto, me gustarÃa ocuparme primero de mis hombres."
Por primera vez, el General al-Saadi mostró la molestia. "Sus hombres serán atendidos después de que mis interrogadores terminen con ellos." Casi en el momento justo, uno de los esbirros apareció, y susurró algo al oÃdo del General. El oficial se dirigió al escritorio, tomó una campanita y la sacudió una vez. Casi de la nada, apareció una mujer atractiva con un vestido largo oscuro de estilo occidental. "Asegúrate de que la Mayor se bañe y se vista. Dile al cocinero que tendré cena para dos". El General regresó a sus labores en el escritorio, agitando despectivamente su mano como señal de que habÃa terminado con todos los que le rodeaban.
La mujer empujó suavemente a Tess hacia una puerta al lado de la enorme habitación. "Por favor, venga conmigo." Tess liberó un aliento que no se habÃa dado cuenta de que habÃa estado aguantando. No habÃa oÃdo lo que el lacayo del General le habÃa dicho para que quisiera estar solo, pero esperaba encontrar la manera de ganarse un poco más de tiempo. La mujer la llevó a una lujosa suite. "Le he preparado un baño", señaló hacia adelante y se fue. Tess, ahora sintiendo los efectos de la prueba, corrió al inodoro y casi se enfermó.
- "Piensa, Tess", se dijo a sà misma. Después de todos esos años de entrenamiento y preparación, debe haber algo que pueda hacer una diferencia ahora.
La mujer reapareció con varias toallas grandes en los brazos. Fuera de la ventana, Tess oyó las burlas de los guardias.
- "Shhh, soy Kejal Malek. Debemos estar muy callados." Su inglés sólo estaba ligeramente quebrado.
- "¿Habla inglés? ¿Donde estoy? ¿Quién es usted? Soy la Mayor Tess..."
- "Sé quién es usted, Mayor. No soy su enemigo; estoy aquà para ayudarle." Kejal empezó a quitarle la ropa sucia a Tess. Tess estaba tan cansada que no se resistió. Desnuda, caminó lentamente hacia una gran bañera hundida, azulejada con hermosos patrones geométricos, y gradualmente bajó su cuerpo en la vaporosa agua. El placer del baño era casi incomprensible. Se forzó a no relajarse, pensando que a sus hombres no se les darÃa el privilegio de tal lujo. Aún desconfiando de su asistente, decidió tratar de averiguar lo más posible sobre el lugar.
- "¿Cómo sabe inglés? PensarÃa que es un interrogador, pero sé que estos cerdos nunca permitirÃan a una mujer en tal posición".
- "Tienes razón, son unos cerdos. Soy kurda. Hace cinco años, el General me trajo aquà después de que sus soldados mataron a mi esposo y a mis hijos con armas quÃmicas. No piense ni por un momento que no son más que asesinos. Abusarán de usted y si tiene suerte le matarán; si no tiene tanta suerte le dejarán vivir". La mirada en sus ojos le dijo a Tess que vivir no habÃa sido una bendición para esta mujer.
Kejal dejó el baño, dándole a Tess algo de privacidad. Alrededor del borde de la piscina, se instalaron varios artÃculos caros de tocador para que los usara. Inmediatamente se aprovechó de ellos, en particular del champú y del lÃquido para lavar el cuerpo. Esto es extraño. El mundo está explotando, soy una prisionera, y aquà estoy disfrutando de un baño caliente". Le dolÃa quedarse y deleitarse en el agua tibia, pero se