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el partido nace y crece como brazo político de dicha organización, lo cual genera dos consecuencias: primero, las lealtades que se gestan en el partido son indirectas, pues se dirigen, en primer lugar, a la institución externa y, en segundo lugar, al partido. En cuanto a la segunda consecuencia, la institución externa es la fuente de legitimación de los líderes, por consiguiente, es ella la que hace inclinar la balanza a un lado u otro en la lucha interna por el poder. Así, Panebianco distingue entre partidos de “legitimación externa” y partidos de “legitimación interna”.14 De existir una organización patrocinadora, es posible que el centro de poder se encuentre en ella.

      3) Presencia o ausencia de carisma. Lo que interesa observar es si el partido es o no criatura o vehículo de la afirmación de un líder. Pueden existir dos tipos de carisma, el puro y el de situación. El primero es anormal y se funda en “los componentes mesiánicos de la personalidad del líder”; el segundo se funda en un “estado de stress agudo en la sociedad que predispone a la gente a percibir como extraordinariamente cualificado y a seguir con lealtad entusiástica un liderazgo que ofrece una vía de salvación de la situación de stress” (1990: 113). En el primer caso, el centro de poder se encuentra en el carisma. En el segundo tipo, el carisma posee una débil capacidad de plasmar su voluntad en la fisonomía de la organización, pues “el partido no es simplemente su criatura, sino que nace de la pluralidad de impulsos y, por tanto, otros actores pueden reservarse un cierto grado de control sobre las zonas de incertidumbre de la organización” (1990: 114).

      Para efectos del presente trabajo, interesa lo siguiente: el origen es un momento de análisis importante, ya que en dicha coyuntura se podría observar la presencia de diversos actores, los liderazgos carismáticos (de situación o puros), y/o las organizaciones externas (sindicatos, gobierno, iglesia, grupos de presión, etc.). En esta cuestión, el propósito es observar cuáles se presentan y cuál de ellos posee preeminencia en torno a las decisiones iniciales. Dicho de otra forma, quién es el actor o actores calificados para representar al partido, y quién se presenta como el determinante en la línea política, ya que lo anterior será, sin duda, el germen de la tendencia organizacional que tomará el partido.

      Así, este momento originario es importante, ya que conduce a un proceso articulatorio de los diversos actores, lo cual propicia la adopción de una tendencia organizacional que da evidencia de la presencia/ausencia de democracia interna.

      Una vez que el momento originario se presenta, y dependiendo de las diversas piezas que le rodean, se desencadena un proceso articulador de los actores que se dieron cita en el tránsito del momento originario, a un segundo estadio donde el partido asume una tendencia organizacional que muestra la distribución o concentración del poder y, por tanto, refleja la democracia interna existente o no. Todo esto se expresa a través de los estatutos fundacionales.

      La idea de articulación de Duverger15 es bastante sugerente al respecto; sin embargo, dado que se enfoca en el predominio de alguna estructura político-administrativa (sección, célula, milicia, comité), y no de los diversos actores que le dieron origen al partido, estén o no en una estructura político-administrativo, será descartada. Por lo anterior, se recupera a Panebianco para plantear la idea mostrada líneas arriba. En primer lugar, se muestra el argumento del italiano acerca de la institucionalización, y, a partir de allí, se elabora un planteamiento que será útil para el estudio de la democracia interna.

      El autor plantea que, dependiendo de los componentes iniciales, los partidos pueden tener mejores o peores condiciones para institucionalizarse. Partiendo del hecho de que los partidos son conflictivos y que está relacionado con el poder, los partidos se organizan de una u otra forma. En dicho concierto, actores, reglas y prácticas tienen un papel importante, pues de resolver los enlaces entre éstas, el partido estaría logrando una institucionalización partidista.

      La institucionalización no es otra cosa que el momento en el cual la organización se consolida. Es el proceso por el cual adquiere valor y estabilidad tanto el partido como sus procedimientos. Dos cuestiones provocan lo anterior, por un lado, el desarrollo de interés en el mantenimiento de la organización en los dirigentes, gracias a los incentivos selectivos, y, por el otro, el desarrollo y difusión de lealtades organizativas gracias a los intereses colectivos.

      Cabe agregar una acotación que enriquecería el argumento del italiano. Para Panebianco la estabilidad de los procedimientos se da por vías formales; sin embargo, existen partidos que en su génesis poseen rasgos poco propicios para esto y, lejos de tales vías, pueden lograr la estabilidad. Levitsky (2003) plantea que 1) la adquisición de valor para la organización (infusión de valor), y 2) la rutinización, que no es otra cosa más que la estabilidad de procedimientos conforme a las reglas. Sin embargo, en este último punto, agrega la posibilidad de que dichas reglas sean formales o informales, es decir, enriqueciendo a Panebianco, Levitsky indica que un partido institucionalizado será aquel que adquiera valor por sí mismo, y tenga una rutinización formal o informal. En otras palabras, la existencia de estabilidad en los procedimientos estén plasmadas o no en los estatutos (2003: 254).16

      Volviendo al italiano, la institucionalización organizativa puede ser identificada con base en el grado de autonomía respecto del ambiente y el grado de sistematicidad. La primera alude a la medida en que el partido es capaz de controlar los términos de la relación con sus simpatizantes y organizaciones externas. Así, a mayor autonomía frente al ambiente, mayor institucionalización. El segundo se relaciona con la coherencia estructural de la organización. Un grado elevado de esta dimensión implica fuerte interdependencia entre las diversas subunidades, garantizada mediante el control centralizado de las zonas de incertidumbre y los intercambios con el entorno. El caso contrario es cuando se deja mucha autoridad a los subgrupos encuadrados en el partido. Ambas dimensiones se complementan, pues es probable que, de poseer autonomía, la sistematicidad sea amplia y viceversa.

      Ahora bien, no todos los partidos podrán institucionalizarse de la misma forma, pues algunos, dependiendo de su origen, tendrán mejores oportunidades para lograrlo; y es que “todos los partidos tienen que institucionalizarse en una cierta medida para sobrevivir, pero mientras en ciertos casos el proceso desemboca en instituciones fuertes, en otros da lugar a instituciones débiles” (1990: 117).

      Llegado al punto de una institucionalización fuerte o débil, Panebianco no deja de advertir que existe la posibilidad de variación en el grado de institucionalización; pues “el que un partido haya experimentado un proceso de fuerte institucionalización, no garantiza que no puedan verificarse, procesos de des-institucionalización […] ni, desde el otro lado, un partido débilmente institucionalizado está necesariamente condenado a mantener esta característica” (1990: 130 y 131).

      Para el autor italiano, la variedad del modelo originario da lugar a institucionalizaciones fuertes o débiles,17 lo cual forma determinadas coaliciones dominantes. Grosso modo, la coalición es la unión de aquellos actores, pertenezcan o no formalmente a la organización, que controlan las zonas de incertidumbre más vitales. Vale decir que son una alianza de alianzas que determina el rumbo del partido.18 De manera general, una institucionalización fuerte conduce a una coalición unida y estable. Una institucionalización ausente (por carisma) puede llevar a una coalición unida y estable, mientras que una institucionalización débil puede conducir a una coalición dividida e inestable. Hasta aquí el argumento del italiano, reducido en exceso por razones de espacio y utilidad.

      Para efectos del presente trabajo, debemos establecer los elementos sobresalientes del estudio de Angelo Panebianco, el cual no es sobre democracia interna. A pesar de esto, su propuesta sí permite engarzar el origen del partido con la estabilidad de sus reglas y los procesos, dejando abierta la posibilidad del cambio.

      Lo principal a destacar es que la institucionalización y la coalición dominante trascienden el interés del presente trabajo.19 Por tanto, no se utilizarán los conceptos tal como el autor las plantea, pero sí la idea que subyace a ambos. En torno a la institucionalización, hay dos aspectos que resulta

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