Скачать книгу

ampliamente valorados por la mayoría de la población, no es exclusivo del mundo académico. Las recetas de comida local fueron despreciadas por la elite peruana en su conjunto, adoptando en el siglo XIX costumbres y hábitos más cercanos a los de Europa. Esto se observa con más notoriedad en los alimentos locales, que fueron eliminados de las reuniones de connotación social, siendo reemplazados por la culinaria francesa, tendencia que solo se ha revertido en años recientes.

      El menú de Palacio de Gobierno o los banquetes de la rancia aristocracia eran, hasta mediados del siglo pasado, de raíces francesas, tan es así que hasta se redactaba el menú en francés… Hace quince años los dedos de la mano sobraban para contar los libros de comida autóctona. No había más que un par de escuelas de cocina y nuestra comida era una gran desconocida en el exterior” (Valderrama, 2009, p.166).

      Estudiar las diversas facetas de la evolución histórica del patrimonio alimentario permite comprender las transformaciones que le han dado su forma actual. Ese conocimiento permite articular las características, variedades y valoraciones comunes de una tradición gastronómica en una narrativa explicativa que fundamente su carácter patrimonial y le permita acceder a reconocimiento y protección institucional, tanto a nivel local como internacional (Hernández, 2018; Medina, 2018). Este tipo de reconocimientos puede contribuir a la protección de los alimentos, utensilios, prácticas y espacios necesarios para que diversos actores subalternos puedan mantener la riqueza de sus tradiciones gastronómicas.

      Esta investigación se propone contribuir al conocimiento histórico de la relación entre patrimonio alimentario y sociedad, examinando la relación de la elite peruana hacia los alimentos que producía y consumía la mayoría de la población, buscando analizar cómo evolucionó la valoración de este grupo social hacia la gastronomía local durante el siglo XIX. Este periodo fue escogido por constituir un punto de inflexión en la relación de la elite con las costumbres y el consumo de alimentos locales, ya que en la época colonial el ingreso de productos e ideas más allá del imperio estaba regulado y se accedía casi exclusivamente a alimentos del virreinato. En esa época el consumo de alimentos locales era habitual, mientras que, en las décadas posteriores a la independencia, el país se abrió al comercio mundial y al ingreso de productos europeos.

      La gastronomía es una actividad humana que apenas deja huellas materiales, por lo que su estudio avanza principalmente a través de la información que entregan fuentes escritas. Esta investigación utiliza el diario de vida de Heinrich Witt, un comerciante alemán que vivió en Perú entre 1824 y 1890 y, durante parte de ese tiempo, relató sus vivencias íntimas, a la vez que describió los lugares y costumbres de la población local (Mücke, 2016). Este documento poseía originalmente más de 11 mil páginas repartidas en 13 volúmenes, pero hoy solo se conservan 10, que fueron transcritos íntegramente por el historiador alemán Ulrich Mücke (Mücke, 2017).

      El Diario de Heinrich Witt3 resulta valioso tanto por su extensión física como temporal, ya que supera las 7 mil páginas y abarca casi todo el siglo XIX republicano peruano, coincidiendo en sus inicios con los primeros años de vida independiente y termina poco después de la Guerra del Pacífico. La información del diario de vida describe principalmente los acontecimientos que rodeaban la vida de Witt y las personas con quienes se relacionaba, en su mayoría de la clase alta peruana, dando descripciones detalladas de sus hábitos alimenticios y modales, para comprender cómo cambiaron las pautas de consumo alimenticio de las elites peruanas durante el siglo XIX. Esta investigación plantea como hipótesis que, a inicios del siglo XIX las elites limeñas valoraban y consumían los alimentos tradicionales locales de manera generalizada pero, durante el transcurso del siglo, estas adoptaron normas de conducta y etiqueta eurocéntricas, reemplazando las comidas de la cultura propia, que no entraban en esos marcos por ser consideradas inferiores, por productos europeos importados.

      Para desarrollar esta investigación se utiliza la metodología de los relatos de vida, que permite indagar en la narración que un sujeto realiza respecto a los acontecimientos y vivencias personales, dibujando el perfil cotidiano de su vida y de quienes le rodean, a lo largo del tiempo (Martín, 1995). Para ello se debe considerar el relato como una interpretación del narrador respecto de sus vivencias, que van cambiando con el tiempo. Con el objeto de aprovechar al máximo la información que entrega el texto, se debe llevar a cabo una investigación profunda que delimite qué se desea rescatar del texto, para posteriormente inspeccionar qué dice el contexto que rodea los elementos seleccionados y desarrollar un relato propio que interprete de manera distinta la interpretación del narrador sobre su realidad (Cornejo, Mendoza y Rojas, 2008). Esta metodología posee la ventaja de que permite organizar un marco categorial para identificar interpretaciones subjetivas que el autor hace de su realidad de manera suficientemente rigurosa como para evitar una interpretación arbitraria de su testimonio. En este caso se analizan las citas en las que Witt interactúa con alimentos y actividades sociales donde se sirvan comidas.

      El texto explica primero el contexto de la cosmovisión imperante en las elites latinoamericanas del siglo XIX, que percibían la cultura europea como superior. El impacto de esto sobre la gastronomía peruana será estudiado en dos periodos divididos cronológicamente: el primero analiza las descripciones y juicios de valor emitidos por Witt en su primer viaje alrededor de Perú entre los años 1824 a 1829 y luego se analizan las actividades sociales que realizó entre 1842 y 1890, cuando pasó casi todo el tiempo en Lima, entre la aristocracia. Finalmente, se concluye con una reflexión sobre los hallazgos de la investigación y los planteamientos que quedan para investigaciones futuras. El diario de Witt está escrito casi enteramente en inglés, pero las citas presentes han sido traducidas por mí al español.

       La admiración de las elites latinoamericanas decimonónicas por Europa y su cultura

      El proceso de adopción de normas gastronómicas europeas por parte de la elite peruana responde a un contexto general que consideraba a la cultura europea como superior a la propia. El siglo XIX constituyó una serie de cambios sociales, cuyas directrices se asociaron al concepto de modernidad como progreso humano, que fomentaron la libertad abstracta, la razón instrumental individual, el individualismo y la racionalidad técnico-científica occidental (Wagner, 2013). Esta última característica otorgó una ventaja a Occidente que le permitió dominar el resto de las regiones del mundo, lo que produjo en las elites de las sociedades dominadas una autopercepción de rezago causada por la falta de ideas y conceptos europeos: “para poner remedio a esta situación, trataron de importar y adoptar los conceptos procedentes de Europa que les permitieran reordenar la vida social, incluyendo aquí conceptos propios de la sociología europea” (Wagner, 2013, p. 12).

      Esta repercusión de la influencia europea se desarrolla no solo en el plano institucional, ya que las sociedades de Europa occidental adoptan, en el siglo XIX, la convicción de que su forma de vida es la mejor. Los diversos aspectos de la cultura europea se aglomeran en el concepto de civilización, que a fines del siglo XVIII designaba la manera en que, primero Francia y luego Inglaterra se percibían a sí mismos, para designar a fines del siglo XIX a la civilización europea en general, contra el resto de las culturas, las que serían consideradas barbarie y debían ser reemplazadas por el Occidente superior: esa fue la misión civilizadora de Europa (Osterhammel, 2019).

      La asociación entre costumbres, alimentación y modos de vida tradicionales de los pueblos latinoamericanos, con los conceptos de atraso y barbarie, están presentes en distintos testimonios del siglo XIX. Un ejemplo de lo anterior es el informe del viajero italiano Lorenzo Fazio (1889) quien, a fines del siglo XIX, se desplazó a la provincia de Santiago del Estero, donde caracterizó los diversos elementos naturales y humanos que llamaron su atención, señalando que la provincia había logrado un gran “progreso” al alcanzar niveles crecientes de desarrollo material y adoptar costumbres cosmopolitas, abandonando los alimentos y modos de vida campesinos, que se vinculan con la miseria y las costumbres “primitivas”. En cambio, la adopción de estéticas europeas en arquitectura, conductas y alimentación fueron asociadas con el progreso y la civilización, atribuidos al crecimiento económico argentino. Otra propuesta similar es la tesis de bachillerato del peruano Clemente Palma (1897), quien planteó que, a causa de la mediocridad inherente de las razas que conformaron la raza criolla, un proyecto civilizatorio para Perú era inviable, por lo que debían

Скачать книгу