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GAULA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto Tú, que imitaste la llorosa vida que tuve, ausente y desdeñado sobre el gran ribazo de la Peña Pobre, de alegre a penitencia reducida;

       tú, a quien los ojos dieron la bebida

       de abundante licor, aunque salobre,

       y alzándote la plata, estaño y cobre,

       te dio la tierra en tierra la comida,

       vive seguro de que eternamente,

       en tanto, al menos, que en la cuarta esfera,

       sus caballos aguije el rubio Apolo,

       tendrás claro renombre de valiente;

       tu patria será en todas la primera;

       tu sabio autor, al mundo único y solo.

      DON BELIANÍS DE GRECIA A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto Rompí, corté, abollé, y dije y hice más que en el orbe caballero andante; fui diestro, fui valiente, fui arrogante; mil agravios vengué, cien mil deshice.

       Hazañas di a la Fama que eternice;

       fui comedido y regalado amante;

       fue enano para mí todo gigante,

       y al duelo en cualquier punto satisfice.

       Tuve a mis pies postrada la Fortuna,

       y trajo del copete mi cordura

       a la calva Ocasión al estricote.

       Más, aunque sobre el cuerno de la luna

       siempre se vio encumbrada mi ventura,

       tus proezas envidio, ¡oh gran Quijote!

      LA SEÑORA ORIANA A DULCINEA DEL TOBOSO

      Soneto ¡Oh, quién tuviera, hermosa Dulcinea, por más comodidad y más reposo, a Miraflores puesto en el Toboso, y trocara sus Londres con tu aldea!

       ¡Oh, quién de tus deseos y librea

       alma y cuerpo adornara, y del famoso

       caballero que hiciste venturoso

       mirara alguna desigual pelea!

       ¡Oh, quién tan castamente se escapara

       del señor Amadís como tú hiciste

       del comedido hidalgo don Quijote!

       Que así envidiada fuera, y no envidiara,

       y fuera alegre el tiempo que fue triste,

       y gozara los gustos sin escote.

       GANDALÍN, ESCUDERO DE AMADÍS DE GAULA, A SANCHO PANZA, ESCUDERO DE DON QUIJOTE

      Soneto Salve, varón famoso, a quien Fortuna, cuando en el trato escuderil te puso, tan blanda y cuerdamente lo dispuso, que lo pasaste sin desgracia alguna.

       Ya la azada o la hoz poco repugna

       al andante ejercicio; ya está en uso

       la llaneza escudera, con que acuso

       al soberbio que intenta hollar la luna.

       Envidio a tu jumento y a tu nombre,

       y a tus alforjas igualmente invidio,

       que mostraron tu cuerda providencia.

       Salve otra vez, ¡oh Sancho!, tan buen hombre,

       que a solo tú nuestro español Ovidio

       con buzcorona te hace reverencia.

       DEL DONOSO, POETA ENTREVERADO, A SANCHO PANZA Y ROCINANTE

      Soy Sancho Panza, escude-

       del manchego don Quijo-.

       Puse pies en polvoro-,

       por vivir a lo discre-;

       que el tácito Villadie-

       toda su razón de esta-

       cifró en una retira-,

       según siente Celesti-,

       libro, en mi opinión, divi-

       si encubriera más lo huma-.

       A Rocinante

       Soy Rocinante, el famo-

       bisnieto del gran Babie-.

       Por pecados de flaque-,

       fui a poder de un don Quijo-.

       Parejas corrí a lo flo-;

       mas, por uña de caba-,

       no se me escapó ceba-;

       que esto saqué a Lazari-

       cuando, para hurtar el vi-

       al ciego, le di la pa-.

       ORLANDO FURIOSO A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto Si no eres par, tampoco le has tenido: que par pudieras ser entre mil pares; ni puede haberle donde tú te hallares, invito vencedor, jamás vencido.

       Orlando soy, Quijote, que, perdido

       por Angélica, vi remotos mares,

       ofreciendo a la Fama en sus altares

       aquel valor que respetó el olvido.

       No puedo ser tu igual; que este decoro

       se debe a tus proezas y a tu fama,

       puesto que, como yo, perdiste el seso.

       Mas serlo has mío, si al soberbio moro

       y cita fiero domas, que hoy nos llama

       iguales en amor con mal suceso.

       EL CABALLERO DEL FEBO A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto A vuestra espada no igualó la mía, Febo español, curioso cortesano, ni a la alta gloria de valor mi mano, que rayo fue do nace y muere el día.

       Imperios desprecié; la monarquía

       que me ofreció el Oriente rojo en vano

       dejé, por ver el rostro soberano

       de Claridiana, aurora hermosa mía.

       Améla por milagro único y raro,

       y, ausente en su desgracia, el propio infierno

       temió mi brazo, que domó su rabia.

       Mas vos, godo Quijote, ilustre y claro,

       por Dulcinea sois al mundo eterno,

       y ella, por vos, famosa, honesta y sabia.

       DE SOLISDÁN A DON QUIJOTE DE LA MANCHA

      Soneto Maguer, señor Quijote, que sandeces vos tengan el cerbelo derrumbado, nunca seréis de alguno reprochado por home de obras viles y soeces.

       Serán vuesas fazañas los joeces,

       pues tuertos desfaciendo habéis andado,

       siendo vegadas mil apaleado

       por follones cautivos y raheces.

       Y si la vuesa linda Dulcinea

       desaguisado contra vos comete,

       ni a vuesas cuitas muestra buen talante,

       en tal desmán, vueso conorte sea

       que Sancho Panza fue mal alcagüete,

       necio él, dura ella, y vos no amante.

       DIÁLOGO ENTRE BABIECA Y ROCINANTE

      Soneto B. ¿Cómo estáis, Rocinante, tan delgado? R. Porque nunca se come, y se trabaja. B. Pues, ¿qué es de la cebada y de la paja? R. No me deja mi amo ni un bocado.

       B. Andá, señor, que estáis muy mal criado,

      

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