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un lobo en mi entraña

       que pugna por nacer.

       Mi corazón de oveja, lerda criatura,

       se desangra por él.

       Por qué si soy oveja

       deploro mi ovina mansedumbre.

       Por qué maldigo mi pacífica cabeza

       vuelta hacia el sol.

       Por qué deseo ahogarme

       en la sangre de mis brutas hermanas,

       apacentadas.

       Me parieron de mala manera,

       me parieron oveja,

       soy tan desgraciada y temerosa.

       No soy más que una oveja pordiosera.

       Me desprecio a mí misma

       cuando escucho a los lobos

       que aúllan monte adentro.

       Yo, la oveja soñadora

       pacía entre las nubes,

       pero un día la loba me tragó

       y yo, la estúpida cordera,

       conocí entonces la noche,

       la verdadera noche

       y allí en la tiniebla

       de su entraña de loba

       me sentí lobo malo de repente. Si me dieran a optar sería lobo, pero qué puedo hacer si esta pobre pelleja no relumbra como la noche negra y estos magros colmillos no muerden ni desgarran. Si me dieran a optar, sabría acometer como acometo ahora esta mísera alfalfa, famélica, ovejuna. Si me dieran a optar, los bosques silenciosos serían mi guarida y mi aullido ominoso haría temblar a los rebaños. Pero qué hacer con mis albos vellones, cómo transfigurar mi condición ovina. Yo, la obtusa oveja, huía tropezando con mis hermanastras. El lobo nos seguía acezando y entonces yo, la oveja pródiga, me quedé a la zaga. El lobo bautista me dio alcance. Se me trepó al lomo derribándome y enterró sus colmillos en mi cuello. Vieja loba, me dijo, vieja loba piel de oveja, quiero morir contigo, esperaré a los perros. La sangre me manaba a borbotones. Parecíamos un sol enterrado de cabeza en el suelo. Yo era una oveja mansa, siempre miré hacia el suelo. Yo era solo una oveja rutinaria. Yo era un alma ovejuna sedienta de aventuras. Yo era en el fondo una oveja aventurera. Yo deseaba convertirme en oveja descarriada. Expreso aquí mis sinceros agradecimientos a la piadosa águila humana que me desgarró la yugular de un picotazo. ¡No es menester un amo! Amor es menester, amor lobuno. El lobo más feroz ama a su loba y escarba y huele y hurga y le clava los ojos y la escucha y la loba celeste de las constelaciones mueve la cola y ríe y lo saluda. El lobo dio alcance a la loba. Yo lo estaba viendo. La cogió de los flancos con el hocico, lamió su vientre y aulló irguiendo la cabeza. Yo lo estaba viendo, yo que no soy más que una oveja asustadiza y puedo afirmarlo nuevamente, el lobo y la loba lloraban restregando sus cuellos, la oscuridad les caía encima, había un gran silencio, no había más que piedras y los astros rodaban por el cielo. Lobo a penalidad, lobo y a ciegas, lobo a fatalidad, lobo a porfía, lobo de natural, lobo de ovejas, pastor a dentelladas, aullador de estrellas. ¡A la loba! gritaron los hombres ya bebidos. La bestia alzó las orejas y corrió a refugiarse entre mis patas. Me miró a los ojos y no había fiereza en su semblante. ¡A la loba! volvió a escucharse el grito ya cercano. Ella agitó la cola, dio un lengüetazo en el agua y vi sus ojos negros recortados contra el azul del cielo. Después huyó hacia el monte, entonces yo, la oveja libre de sospecha, me vi sola ante los hombres y sus negras bocas de escopeta. Toda la tierra es tierra para el lobo. Si lluvias, lodo. Si soles, polvo. Y de rumbo los montes, las estepas, y de casa el umbral, la roca viva, y de pan el más duro de los panes. Yo, la tonta oveja, nadie más ignorante que yo, me pregunto quién tendrá piedad del lobo y más todavía quién dará sepultura al lobo cuando muera de viejo, miope y lleno de piojos. Se te extraña, se te busca, se te indaga, se te persigue en vano, tu oculto nombre en vano. No levantar falso testimonio contra el lobo, contra el prójimo lobo que aúlla por su prójima. Pasa el rebaño en fila funeraria y atraviesa el pueblo con su fuente. Pasa el rebaño y pasa en seguimiento de la oveja mayor, la más borrega. Pasa el rebaño en procesión sombría y tras la huella los lobos cancerberos van dejando un reguero de saliva, un rastro de sangre y poluciones. Pasa el rebaño y pasa por el puente, pasan los vagabundos y los trenes pasa la loba amarga con sus tetas, pasa el rebaño y pasa lentamente, pasa la loba vieja, la más vieja, pasa la oveja negra a guarecerse, pasa la noche eterna, nunca aclara, pasa el rebaño y bala hasta perderse. Cayó la noche de bruces sobre el rebaño. La descastada oveja sintió la crispadura. Fatalizada se apartó del corral. No deseó nada más en el mundo que la roja vaharada de la loba. Se declaró la peste en mi familia. Vi a mis torpes madrastras gimiendo con la lengua reseca. Murieron resignadas arrimadas unas contra otras. Yo resistí la plaga, ayuné, no bebí agua, rechacé los cuidados y una noche a matarme vinieron los pastores armados de palos, a matar a la loba, la única en pie en medio del rebaño diezmado. Déjenme a mí, la loba. Déjenme a mí, la fiera solitaria. Déjenme a mí, la bestia asoladora. Déjenme la cordera. Déjenmela a la puritana. Yo soy su sacramento, a mí me espera. Mi palabra de honor, dijo el lobo, tan solo quiero amarte, no te haré ningún daño. Esta bien, no hay más remedio, arrímate a mi lado, contestó la borrega. El lobo la miró con los ojos ardiendo. La oveja le devolvió la ardiente mirada. Se estuvieron largo tiempo mirando. El lobo y la cordera tuvieron este sueño. Uno en el monte donde azota el viento, la otra en el corral pisoteada por sus propias hermanas. No seré nunca más prenda de nadie, mucho menos de ti, pastor dormido contra el árbol. No debiste confiar en la oveja mendiga. No debiste confiar en mis estúpidas pupilas aguachentas. Serás víctima de la oveja belicosa, ya no habrá paz entre pastor y oveja. El pastor y la loba buscaban la cordera, persiguiendo a la oculta treparon la ladera. Se encontraron los dos, báculo y zarpa. El pastor fue más hábil, la loba derrotada. Y a los pies del zagal, la cordera perdida surgió de los despojos de la loba abatida. Se engaña el pastor, se engaña el propio lobo. No seré más la oveja en cautiverio. El sol de la llanura calentó demasiado mi cabeza. Me convertí en la fiera milagrosa. Ya tengo mi lugar entre las fieras. Ampárate pastor, ampárate de mí, lobo en acecho, ampárame.

       Houdini 6

      6 Libro de artista, 1996. En conjunto con el grabador Guillermo Frommer.

      Publicado anteriormente en 1968 en la revista Punto Final.

       Houdini

      New York (UPI).- La colección de objetos empleados por Harry Houdini

      en su carrera de 35 años como «el artista de las fugas» será puesta

      próximamente en venta. El catálogo incluye millares de grilletes, candados,

      llaves, chalecos de fuerza y una silla eléctrica.

      I

      Pareciera evidente que la gama de ardides del mago

       no era de sí perfecta.

       Morir con los pulmones reventados no es atributo

       de quien posee misteriosos pactos con el agua.

       Queda probado entonces que un error en sus trucos

       mató al artista de las fugas.

       Ese gran farsante del exhibicionismo

       no pudo escapar de una pecera de cristal.

       Nadie pensó que habría de fallar,

       se esperó inútilmente su gracioso pase

       y la venia con que saludaba a los espectadores

       una vez cumplida su faena.

       El fingidor de todo poder, que traspasaba

      

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