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ellos crearon la idea de los rivales, del simulacro, de lo abierto, de lo interior, de lo masculino, de la penetración. Colombia ha tenido pocas ideas y superficiales, primero, fue la idea de ser católico o cristiano, luego, la idea de ser liberal o conservador, idea que se mantuvo por dos siglos, en el siglo XX, apareció la idea de lo público y lo privado. Hasta García Márquez, que no solo fue un gran escritor, sino un gran filósofo, no apareció una gran idea: la diferencia entre el amor y la muerte, idea que recorre toda su obra. Botero quizás logró construir una nueva idea, que es la de los gordos. Hasta allí este país sin ideas.

      La escritura no consiste en hacer copias de las cosas o de los signos, que es lo que nos enseñan en la escuela, la escritura tiene el sentido de crear ideas y de crearlas porque se hace sobre la escritura, que no hay que entender como copia, sino cómo establecer un orden preciso con signos, sobre los signos. En la escuela hay que dar y crear ideas y hacer escribir sobre ellas, no sobre cosas y objetos. Hay que crear ideas de objetos que se vuelvan signos. Se sabe que tener ideas es muy difícil, sobre todo para una sociedad y una cultura. La soledad de Macondo es que no tuvo una sola idea. La riqueza de la Cartagena de principios del siglo XX está en que tuvo una idea, la idea del amor. Sin ideas no hay escritura y sin escritura no hay ideas. Los hombres y mujeres deben tener ideas y no solo puntos de vistas. La idea es una imagen total y vertical del mundo, como lo es la contemplación, gran idea medieval, como la conducción, el gobernar, que, por su parte, es una idea moderna, o la dialéctica, la fuerza, la energía que son las ideas del siglo XX.

      La idea parte el mundo y la vida, trazando una raya de lado a lado, haciendo una ruptura, estableciendo un antes y un después, es una fuerza que se impone de fuera, que nace de la historia. Es la fuerza de la idea. Quizás la idea primordial de la modernidad y que es muy importante para la educación y para la escuela, es la idea del saber empezar y saber terminar, la idea de saber cuándo algo comienza y cuándo llega a su final, lo que no es otra cosa, que saber cuál es nuestro destino en la tierra. Es en la escritura que está escrito el destino de los hombres, como lo dice muy bien García Márquez en Cien años de soledad.

      Estas palabras preliminares son para pensar lo rural en Colombia, saber la diferencia entre rural y ciudad. Nuestra hipótesis inicial es que lo rural tiene que ver con una cultura que no tiene ideas, y que no las tiene, por falta de escritura. La vida rural, tiene muchas cosas: pasiones, luchas, avatares, desafíos, pero no tiene ideas, porque no tiene escritura de ideas. Para tener ideas se necesita que varias generaciones de hombres y mujeres busquen la idea, la idea que explica sus vidas y la historia de sus vidas. Esa es la primera idea, conocer el destino propio, antes de vivirlo. La escritura es eso: conocer antes, lo que uno es, conocer la historia, sin haberla vivido, uno es, antes de ser, uno sabe lo vivido para poder vivir, sabe de la vida para conocer la vida. Saber de la vida es saber (representársela) la vida, antes de vivirla. La idea es pues una representación que está fuera de uno, fuera del sujeto. Esa representación es una imagen, muchas imágenes, redes de imágenes, que enlazan cosas, objetos y acciones, que no es la imagen que uno se hace, sino otra, una imagen que viene de otra parte. La representación es una imagen del otro lado de las cosas, el lado desconocido, el lado oscuro, el lado oculto. Escribir es dar con la idea oculta, con la imagen que se escapa, con la representación que uno no puede tener por sí mismo, con sus propias percepciones, sino que requiere creer que vienen de otra parte, de una parte, que uno no conoce. Tener ideas es llegar a este mundo que se oculta y se desconoce. Es llegar a las cosas secretas o al secreto de las cosas.

      Tener ideas y buscar secretos es convertir las cosas y los objetos en textos, en “textos sagrados”, como se dice en Cien años de soledad, cuando José Arcadio vio y tocó el hielo por primera vez. Partir entonces del texto, convertir las cosas en textos, los signos en textura, en discursos. Eso es lo que se usa en la disertación, que se ha empleado en las escuelas para enseñar a tener ideas y pensar en ellas. La disertación es un esquema de escritura que parte de empezar a escribir anteponiendo dos ideas, una idea que se enfrenta con otra idea distinta, el método consiste en buscar sus diferencias. El ensayo es otro esquema o composición de escritura para aprender a escribir, trata de buscar la idea, surge de poder saber plantear una idea, que es situarla, construirla y darle forma. El problema es otro esquema de escritura, alude a la posibilidad de construir una idea y darle un desarrollo tensionado, largo y consistente. Finalmente, tenemos la interpretación, que va a ser muy importante porque lleva a la búsqueda de la idea, el que interpreta sabe que hay una idea a perseguir, que detrás de las cosas y los objetos, está el mundo de la idea. ¿Cómo hacer para poder conocer la escuela rural y poder diferenciarla de la escuela de la ciudad? Para ello hay que partir de una idea, es la idea de la diferencia entre ciudad y ruralidad. Ciudad es una idea y ruralidad es otra idea. ¿Cuál es la diferencia? pensar la diferencia es empezar a hacerlo por pensar la escritura. Una sociedad rural es aquella que no escribe y una sociedad urbana es aquella que escribe. En Macondo (pueblo rural), no hay escritura, mientras que en la ciudad de Cartagena sí la hay. Ciudad puede asimilarse a cultura escrita y ruralidad a cultura no escrita. No es que no haya en ésta última escritos o cuadernos de escritura, es que no hay interpretación de los signos que tienen las cosas. Interpretación, quiere decir: no se parte de los textos para poder descifrar con ellos la realidad. Macondo tiene ante sí, los textos manuscritos que les dejó Melquíades, y ninguno de sus habitantes supo leerlos para saber, por anticipado, cuál sería su destino. Leerlos, desde el comienzo de su historia, como pueblo, les hubiera dado dos oportunidades, anticipar su final y luchar por cambiar ese destino. Interpretar es leer y descifrar lo que una sociedad puede llegar a ser al cabo de su historia, antes que esa historia se cumpla. Aunque esa misma sociedad no pueda impedir que esa historia se haga realidad, como dice Hegel, una vez se cumple como tragedia y otra, como comedia. Macondo no conoció sino la tragedia, por no haber interpretado la escritura de Melquíades, que le hubiera dado la oportunidad de reírse de sí misma.

      Rural no es zona, campo o sector, rural es la condición de no saber escribir y escribir, es saber que la realidad es un texto que hay que interpretar. Todo es texto, primero que todo, todo es discurso, para que todo se pueda volver realidad, sino es así, la realidad es confundible, imposible de saber si es real o no. Esto lo dijo Comenio, el primer pedagogo que puso en la escuela la escritura. Comenio dijo que enseñar es saber representar con imágenes (textos), las cosas y, además, que enseñar es saber organizar la imagen en textos que puedan ser leídos para luego ser escritos. Dicho de otra manera, la realidad son relatos sobre las cosas. Saber organizar los relatos, como lo hizo Melquíades, que ordenó, distribuyó, separó, clasificó y organizó la historia de los Buendía, que nadie supo descifrar, porque no conocieron las claves de la escritura. Comenio fue el primer maestro que llevó a la escuela el orden que necesitan las cosas y los objetos para que la realidad pueda ser descifrada, comprendida, aprendida. Sin este orden, la realidad es indescifrable y lo que le pasa al hombre también.

       Introducción

      En este libro se piensa la pedagogía desde una metáfora temporal, la que uno se imagina cuando dice que han pasado cien años. Estos largos años son un siglo, pero si uno dice cien años, parece decir algo más, es mucho tiempo, un largo tiempo, y si a estos años le agregamos que son de soledad, el tiempo es aún más largo, casi infinito, un tiempo que no se puede contar. Esta metáfora la usamos para pensar la pedagogía en Europa y la pedagogía en Colombia. No es para hacer una comparación entre las dos culturas, es sólo trazar una línea entre ellas, que permita ver cómo se construyó la pedagogía. Me sitúo en la Europa del siglo XVII, exactamente en 1667, y en la Colombia de 1886. En estas dos fechas aparecen dos libros de pedagogía, uno de Didáctica y otro de Elementos de pedagogía. Pienso en este comienzo de lo que podríamos denominar pedagogía, que es la pedagogía que se creó para pensar la nueva sociedad, con un nuevo Estado y una nueva forma de producción económica. Pedagogía que representa un corte en el saber sobre el individuo, la escuela y la educación, pues por primera vez el objeto de la pedagogía es la escritura y su enseñanza. La pedagogía antigua y aún la medioeval, en Europa, no tenía estas características, era una pedagogía fuera de la escuela y no era para enseñar, en la antigüedad era para conducir un joven, y en el medioevo era para conducir la vida espiritual y religiosa. En Colombia no existió la palabra pedagogía antes de 1886, lo

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