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de los metales tienen que ver más con el mundo cuántico, con las propiedades periódicas, todas ellas propiedades no-fenoménicas o transfenoménicas como las denominaremos más adelante. Así el tema de clasificar sustancias, no es un mero juego observacional.

      ¿Podría usted clasificar elementos vs. compuestos sólo en base a propiedades observables? Por ejemplo tanto el cobre como el aluminio o el carbono usted puede tenerlo frente a sus manos en estado elemental, y para qué decir la gran cantidad de compuestos como el azúcar, sal, agua, celulosa entre otros a los cuales usted puede acceder, pero el desafío de la pregunta es imposible de resolver sólo observando estas sustancias. Es cierto que los metales que se pueden encontrar en estado elemental, la mayoría brillan, pero esa propiedad no es esencial de los elementos. Como lo dije anteriormente un trozo de carbono elemental no brilla a pesar de encontrarse en estado elemental al igual que los llamados gases nobles.

      Esta pregunta anterior fue el gran dolor de cabeza de los alquimistas y de filósofos de la antigüedad los cuales postulaban de la existencia de los elementos y le asignaban la propiedad de ser sustancias indisociables, las cuales no podían obtenerse por la combinación de ninguna otra. Esta fue la razón por la cual se creía (y lamentablemente la mayoría de los periodistas siguen creyendo) que el agua era un elemento, entendiendo que en la antigüedad no existían los medios para disociar el agua.

      Tierra, aire, agua y fuego se creían que eran los elementos de la naturaleza, en donde Aristóteles postuló un quinto elemento inobservable llamado éter (Pullman & Grau, 2010). Actualmente sabemos que el tema de los elementos y los compuestos está en una escala de propiedades y objetos inobservables, tema que tocaré en el siguiente capítulo, pero vuelvo a reiterar que la componente observacional de la naturaleza es una pequeña parte importante, pero muy limitada para comprender y categorizar los objetos naturales. Postularé en este libro que las propiedades fenoménicas fueron en su momento el gatillo de la ciencia, pero no son la ciencia en sí, por el contrario, la ciencia se centra en las propiedades que están fuera del alcance de los sentidos humanos por cuanto estas son las causantes de lo que podemos percibir a través de nuestros sentidos.

      Desde niños nos han enseñado a establecer similitudes y diferencias de objetos naturales, en base a propiedades fenoménicas, que no se necesitan de grandes conocimientos para poder acceder a ellas. La definición de aves, reptiles, líquidos, sólidos, gases, planetas, estrellas, etc., se nos han enseñado en base a propiedades observables. Como primer peldaño para comprender nuestra realidad, eso está muy bien. Si quisiéramos que un niño comprenda las propiedades esenciales de un objeto, perderíamos su interés de forma inmediata, sería como pedirle a usted que corra los 100 metros en menos de 10 segundos, ni siquiera se daría la molestia de emprender la carrera sabiendo de antemano que no lo lograría. En vez de eso debemos ir paso a paso, comprender la naturaleza desde sus objetos observables y sus propiedades fenoménicas y en la medida en que nuestra capacidad intelectual y nuestros conocimientos se acrecientan, podremos conocer nuestra realidad desde sus objetos inobservables y sus propiedades más esenciales.

      Las propiedades fenoménicas son, por lo tanto, un medio para comprender la naturaleza, son necesarias pero no suficientes, no podemos comprender la naturaleza como tampoco a la actividad científica sólo en base a las propiedades observables. Como la mayoría de las propiedades esenciales de los objetos naturales están a un nivel transfenoménico, la mayoría de las ideas científicas hacen referencias a este tipo de propiedades primarias. Basta con decir por el momento que el conocimiento profundo de la naturaleza pasa por adentrarse en las causas más que en los efectos, pasa por centrarse más en lo que no vemos que en lo que podemos ver de forma directa. Si no me cree, piense usted cuántos siglos el hombre primitivo tuvo acceso a las propiedades fenoménicas, pero no hizo ciencia sino en los últimos 4 o 5 siglos. Por milenios el hombre vio el azul del cielo, pero no fue hasta los años 1500-1600 DC cuando se empezó a comprender las causas de los colores.

      Profundizaremos más al respecto cuando toquemos el tema de las propiedades transfenoménicas, pero antes me detendré en el tema de los patrones naturales observables.

      A pesar que la observación simple de la naturaleza es limitada, también podemos obtener de ella otro aspecto interesante y es que en la naturaleza se pueden observar regularidades. Así, por ejemplo, el que las flores florezcan en primavera, que en invierno las temperaturas y las precipitaciones se dan con más frecuencia en el cono sur, que el sol sale todos los días, que los perros odian a los gatos, que las hormigas marchan en fila, etc., son todas ellas regularidades que se obtienen observando objetos a partir de sus propiedades fenoménicas.

      Es cosa que usted ponga mucha atención a sus sentidos y encontrará muchas regularidades en la naturaleza, como la que se muestra en la Figura 6 y se dará cuenta que la naturaleza no solo es bella, sino que tiene cierto orden, es decir, no es caótica. Incluso existen regularidades que bordean “lo místico” tal como la proporción áurea que se da en ciertas figuras geométricas. Pero también, en muchos objetos naturales como las conchas de ciertos moluscos, en la posición de los pétalos de las flores, las proporciones de nuestras partes del cuerpo. Lo mismo pasa en general con la capacidad de camuflarse de muchos seres vivos o los patrones de cristalización de las sales o del agua como se muestra en la misma Figura 6.

      Figura 6. Ejemplos de la proporción aurea y de otros patrones naturales. (Fotografías de http://commons.wikimedia.org)

      Los niños son expertos en dar cuenta de estas regularidades, aún recuerdo cuando me di cuenta que las hormigas en general todas marchan en filas. Junto con mi hija nos dimos cuenta recientemente que los gatos no resisten el escuchar un sonido sin ver el objeto que lo emite, como también el que los perros odian los ruidos “fuertes”.

      ¿Cuál es la causa de estas regularidades? Muchos de los científicos creemos que estas regularidades se dan porque la naturaleza se comporta en base a leyes, es decir, en la naturaleza existe el principio de causalidad, en donde por ejemplo lo que observamos se debe a una causa y no algo meramente caótico o mágico. Para los que somos además creyentes, relacionamos este orden con leyes armónicas creadas por una inteligencia superior (Dios para mí), los nocreyentes los relacionan con algún principio antrópico que plantea que este universo, esta realidad es así por cuanto a que sólo así es viable, es sustentable, sólo así los objetos materiales no colapsan, no se extinguen. Es cierto, si la magnitud de la gravedad o de la atracción coulómbica fuese ligeramente distinta, los átomos se destruirían, los sistemas planetarios se desintegrarían, pero, bueno, queda en el ámbito de las creencias el plantear esto como algo fortuito o como una realidad planificada por una inteligencia superior.

      Al igual que existen propiedades esenciales y propiedades circunstanciales, también existen correlaciones causales y correlaciones casuales. Por ejemplo, la estrecha correlación que existe entre las enfermedades cardiovasculares y el consumo de cigarrillo no es una mera casualidad, sino que es una correlación que obedece a un patrón causal, la causa es el consumo de cigarro y el efecto es que en 20 años tiene un 50% de probabilidades de morirse por enfermedades gatilladas por ese vicio.

      Por el contrario, la correlación existente entre la madurez emocional y el uso de calzado formal por sobre el uso de zapatillas deportivas es una correlación casual, obedece a una mera moda, a un estereotipo. Antiguamente, esta misma correlación se establecía con el uso de sombreros de copa, el día de mañana quizás la moda cambie.

      Existe una estrecha correlación entre la acumulación de escombros y la presencia de ratones, ahora bien esta correlación es casual, no causal. Esta confusión entre casualidad y causalidad llevó erróneamente a Van Helmont a afirmar que para generar ratones había que mezclar maderas o trozos de género con granos y en algunas semanas los ratones emergerían de esta materia inerte, bajo la idea que toda la materia posee una especie de energía vital (vitalismo) (Banchetti-Robino, 2011).

      Hasta acá con los objetos y propiedades observables y sus regularidades. Este breve análisis nos ha aportado una de las primeras conclusiones acerca de la estructura de

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