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hermanos contestaron idénticamente: “Teniendo un padre como el que tenía ¿qué otra opción me quedaba?”

      Como puedes ver, no son las historias las que te definen sino cómo las interpretas, cómo decides que te influyan en la vida.

      Estas vivencias han de darte fuerza y no al revés. Obsérvalas a través de un prisma de poder y comprobarás cómo en los momentos difíciles te ayudarán y en los momentos dulces te mantendrán estable.

      Y ahora quiero hacerte una pregunta:

      ¿Tienes claro cuáles van a ser tus “porqués”?

      Repaso y acción:

      ● El objetivo de este capítulo es autoconocerte de una manera más profunda, y descubrir de dónde vienen tus motivaciones actuales.

      ● Haz una lista de las historias que más te han marcado a lo largo de tu vida, no las juzgues, simplemente anota una breve descripción de cada una.

      ● Escoge las tres que tengan más peso y redáctalas en un documento. Al hacerlo, escribe cómo te sentiste en el momento que sucedió y de qué manera te dan fuerza a día de hoy.

      Añade tus propias notas

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      ¿QUÉ TIPO DE EMPRENDEDOR ERES?

      La segunda gran pregunta que necesitarás formularte es: ¿qué tipo de emprendedor eres?

      Al finalizar la universidad, yo realicé un máster en emprendimiento e innovación. Era una formación muy curiosa porque nos juntábamos estudiantes de tres universidades distintas: la mía, ubicada en Barcelona, otra localizada en Taipei y la tercera, con sede en San Francisco.

      Éramos 15 alumnos de cada país, en total 45. Esto provocaba una mezcla cultural realmente enriquecedora, fomentando el intercambio de ideas y formas de pensar, propias de las diferentes regiones del mundo. Empezamos en Barcelona y aquí acudieron los alumnos de Taipei y San Francisco. Después viajamos todos a Taiwán y finalizamos nuestro máster en San Francisco.

      Por supuesto, mi mayor impacto fue San Francisco. Yo ya había visitado esa ciudad, pero no es lo mismo hacer turismo en familia que pasarte allí cuatro meses estudiando y tres más haciendo prácticas.

      Me empapé de su cultura, de Silicon Valley y del boom de las Startups.

      En esta formación tuve la suerte de toparme con uno de los profesores que más me han impactado y ayudado. Este hombre gestionaba un fondo de inversión de más de 20 millones de euros para invertir en Startups, una cantidad insignificante si la comparas con los grandes fondos de Silicon Valley, pero gigante a ojos de un estudiante como yo.

      Por supuesto, yo me quedaba embobado escuchándolo, absorbía todo lo que explicaba. Fue él quien nos empezó a hablar de los tipos de emprendedores que existían. Comentaba que, cuando analizas las diferentes empresas de éxito, observas que la mayoría de ellas cuentan con dos figuras muy marcadas:

      - Un visionario.

      - Un técnico o especialista.

      Con el tiempo fui descubriendo muchos más arquetipos de emprendedores, pero para simplificarlo vamos a quedarnos con estos dos.

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      El visionario es la persona que ve algo en el futuro que el resto no está viendo. Es creativa, persuasiva, imaginativa y suele encargarse de vender la idea al mundo. Por otro lado, el técnico o especialista es la persona encargada de hacer realidad ese futuro que ve el visionario. Es pragmática, realista y capaz de ejecutar de forma eficiente.

      Llegados a este punto me gustaría formularte la gran pregunta que encabeza este capítulo: ¿Qué tipo de emprendedor eres tú?

      ¿Eres alguien que se pierde en la creatividad y siempre está pensando en el futuro?

      ¿Te gusta vender tu visión al mundo?

      ¿Eres un líder nato y la gente te escucha cuando transmites tus ideas?

      Si la respuesta a esas preguntas es afirmativa, seguramente tengas un perfil visionario. Esta figura es muy importante para la empresa. Es quien se encargará de explicar al mundo y a su propio equipo de trabajo las siguientes cuestiones:

      • Por qué estáis trabajando en ese proyecto.

      • Qué problema estáis solucionado.

      • Por qué es tan importante para el mercado.

      Si por el contrario, respondes afirmativamente a preguntas como:

      ¿Eres una persona introvertida?

      ¿Te gusta centrarte en un único problema y resolverlo?

      ¿Te gusta tocar con los pies en el suelo y ser una persona realista?

      Entonces tu perfil se alinea más al técnico o especialista. No te gusta divagar en ideas de futuro, te gusta adaptar todo a un mundo real.

      No importa con qué tipo de emprendedor te sientas identificado. Quiero que entiendas que ambas partes son cruciales en una empresa y han de colaborar en perfecta sintonía.

      Fíjate en una de las parejas más famosas del emprendimiento: Steve Jobs y Steve Wozniak.

      Jobs fue quien vendió la idea de Apple al mundo y Wozniak era el técnico que desarrollaba los ordenadores. Ambas partes fueron vitales para crear una de las marcas más importantes de la historia.

      Aun así, quiero que estés tranquilo si no cuentas con un socio a la hora de empezar tu proyecto, siempre puedes contratar a tu primer trabajador para complementar tus capacidades.

      FLAQUEZAS DE CADA PERFÍL Y CÓMO CONTRARRESTARLAS

      Os he de confesar que yo me siento identificado con el perfil de visionario. Si tú también crees que encajas en este perfil, tengo que advertirte que tenemos un talón de Aquiles.

      Somos por naturaleza un poco narcisistas.

      Si lo pensamos fríamente, el enfoque de un visionario en sí ya lo es: encontramos problemas y creemos que somos las personas adecuadas para solucionarlos. Esta premisa de por sí, es un poco egocéntrica.

      ¿Cómo contrarrestamos esa dosis de narcisismo?

      Enseguida contestaré a esa pregunta, pero primero quiero que comprendas que es muy fácil caer en las trampas del ego:

      • Yo soy el único que puedo solucionar este problema.

      • No quiero escuchar a nadie.

      • Yo soy el elegido.

      • Voy a triunfar porque me lo merezco.

      Esta mentalidad funciona en algunos momentos, sobre todo al principio, porque nos ayuda a tener la valentía suficiente para empezar, pero también puede tener consecuencias negativas, entre ellas:

      • Dejar de aprender al creer que ya dispones de todo el conocimiento que necesitas.

      • No escuchar a los demás, ya que piensas que sabes más que ellos.

      • No analizar a la competencia. Siempre crees que tu proyecto es mejor.

      • No tener en cuenta al mercado y su constante evolución.

      Todos estos errores, pueden hacer que cualquier proyecto termine en fracaso.

      La solución para compensar esta flaqueza es estirar mucho del polo opuesto. Es decir, de la humildad.

      Por humildad me refiero a estos dos factores:

      • No dejar de aprender jamás. La formación de un emprendedor ha de ser

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