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muy complicados donde tu determinación se pondrá a prueba constantemente.

      En estos episodios de oscuridad este “porqué” será el que te ayude a atravesar la tormenta y el que te dará fuerzas para levantarte y seguir luchando. También te mantendrá los pies en el suelo cuando lleguen los logros. Es muy fácil volar y creerse alguien cuando aparece el éxito.

      Por esa razón he querido empezar este libro confesándote mis tres “porqués”. Tres historias personales que marcaron mi vida y que me han acompañado en esta travesía, aportándome coraje en los malos momentos y humildad en los triunfos.

      No te preocupes, en siguientes capítulos profundizaremos en el arte de empezar empresas, no creas que solo va a ser un libro de motivación y coraje, abriremos la caja de pandora de los emprendimientos efectivos y tendrás un mapa para empezar tu futura organización.

      HISTORIA NÚMERO 1: MI MAYOR “PORQUÉ”

      Todo sucedió cuando yo tenía unos 20 años. En aquella época contaba con bastantes amigos, pero Javi Arraut destacaba sobre todos ellos. Era mi mejor compañero.

      En este mundo te vas a encontrar con muchos tipos de personas, unas mejores, otras peores, pero existe un grupo muy reducido y muy difícil de localizar que son las personas buenas de corazón, almas puras. Te aseguro, sin lugar a dudas, que Javi era una de ellas.

      A mí me gusta juzgar a la gente por la forma que tienen de tratar a los demás. Quizás a ti te traten bien porque existe algún incentivo positivo o algún tipo de interés. Pero si te fijas en cómo se relacionan con individuos con los que no existe ningún tipo de provecho, hallarás un método infalible para detectar con qué tipo de persona estás tratando.

      A Javi lo quería todo el mundo. Siempre se te acercaba con una sonrisa perpetua en la cara, con ganas de escuchar tus historias y tus preocupaciones. Ayudando sin esperar nada a cambio y sintiendo tus problemas como suyos.

      Recuerdo que pasábamos largas horas debatiendo los porqués de la vida. También soñando con fundar grandes empresas que impactaran al mundo. No solo a nivel económico, sino también a nivel social. A nuestra manera queríamos crear algo que convirtiese este planeta en un lugar mejor.

      Nunca olvidaré que después de estas charlas siempre nos mirábamos a los ojos y nos decíamos simultáneamente:

      “Vamos a comernos el mundo”

      Javi era ese amigo incondicional que lograba que en los días grises siempre apareciese un rayo de sol.

      Parece que fue ayer cuando me telefoneó para contarme que el siguiente sábado se desplazaría con una amiga a Sant Andreu de Llavaneres, un pueblo de la costa catalana donde solíamos veranear. Yo le comenté que haría lo de siempre, salir de fiesta por Barcelona con el resto de mis amigos y le deseé que disfrutara mucho de su pequeño viaje.

      Aquel sábado repetí mi rutina de cada fin de semana, llegando a mi casa a altas horas de la madrugada y un poco perjudicado por el alcohol. Al día siguiente, como era lógico, me levanté bastante tarde, sobre las 11:00h de la mañana.

      Cuando alcancé mi teléfono móvil visualicé en la pantalla decenas de llamadas perdidas. Un amigo mío había intentado localizarme insistentemente. Me alerté un poco, pues no era normal tanta urgencia.

      Sin perder tiempo le devolví la llamada. No había sonado siquiera un tono cuando escuché la voz de mi amigo. Jamás olvidaré aquellas palabras entrecortadas que rompieron mi corazón en mil pedazos:

      “Euge: Javi ha muerto esta noche en un accidente de tráfico”

      Cómo narrar lo que sentí en aquel momento. Se detuvo el tiempo, nada importaba. Una mezcla de incredulidad, desolación y tristeza invadieron mi cuerpo por completo, dejándolo en estado de shock, imposibilitando cualquier intento de reacción.

      Han pasado casi 10 años y todavía se me encoge el alma cada vez que recuerdo aquel pasaje que cambiaría mi vida para siempre.

      Cuando sufres una tragedia de este tipo, pasas por lo que se denomina las cinco etapas del duelo. Os voy a relatar brevemente cómo las fui atravesando.

      La primera etapa es la de negación. Me repetía una y otra vez que eso no podía estar pasando. Deseaba despertar y que todo hubiese sido una horrible pesadilla.

      Después atravesé la segunda etapa, que es la de ira. Quise informarme de todo lo que había ocurrido en aquel fatal episodio. Resulta que mi amigo regresaba de madrugada a Barcelona después de haber pasado todo el sábado en Llavaneres con su amiga. Circulaba por la autopista a una velocidad normal y por supuesto no había bebido. Pero el destino, en su versión más cruel, quiso que a esa misma hora una persona ebria que conducía una furgoneta se incorporase en la misma autopista por la que circulaban Javi y su acompañante, pero en contradirección y a una velocidad muy superior a la permitida. La colisión fue brutal, robando en un segundo la vida de dos jóvenes que no tenían culpa de nada.

      Odiaba a esa persona que me había arrebatado a mi amigo, sentía una ira descomunal hacia él. Siempre predico que nunca te has de centrar en la ira porque acaba corrompiéndote por dentro, pero en aquellos momentos… fui incapaz de no dejarme llevar por ella.

      Más tarde alcancé la tercera etapa; la de negociación. Inundaba mi cabeza de mensajes como: ¿Por qué no le pediste que se quedara ese fin de semana en Barcelona? ¿Por qué no le llamaste a las 3:00 de la mañana para explicarle cómo había ido la noche? Eso habría retrasado su marcha algunos minutos y habría evitado encontrarse en la autopista con el indeseable conductor borracho.

      Cuando sufres una experiencia así, sueles torturarte de esta manera.

      Luego llegó la etapa más dura; la depresión. No solo me invadió a mí. Para que os hagáis una idea, a su funeral acudieron cientos de personas. Javi impactó positivamente a muchísima gente. Pero, por supuesto, su familia y su entorno más íntimo quedamos destrozados.

      La etapa de aceptación, que es la última de este proceso, fue muy curiosa. Recuerdo que acudí al funeral destrozado. Pero el hermano de Javi hizo algo que nos sorprendió a todos. En medio de aquel acto tan solemne, puso música y comenzó a bailar. Comentó que su hermano jamás hubiese querido vernos tan deprimidos. Os aseguro que aquel gesto me impactó muchísimo. Ese pasaje fue el que me ayudó a atravesar esta última etapa. Empecé a recordar todos los maravillosos momentos que la vida me regaló junto a él. Convertí esa pérdida en un motivante enorme. A partir de ese momento lucharía por conseguir metas gigantes, pero no solo por mí, también lo haría por mi amigo Javi.

      Ahora te estarás preguntando: ¿Por qué me cuentas esta historia?

      La razón es que, este capítulo habla de que te preguntes por qué quieres emprender. Antes de embarcarte en esta aventura es importante que realices un trabajo de autoconocimiento, de revisar tu historia, saber quién eres y las motivaciones que te impulsan a hacerlo.

      En mi caso, esta historia se ha convertido en uno de mis grandes “porqués”.

      Cada vez que sale algo mal, que tenemos alguna disputa, que me entran las dudas de si voy a triunfar o no, acordarme de Javi me da una fuerza increíble.

      ¿Sabes por qué?

      Porque recuerdo su cara y siento que me dice:

      “Euge: vas a comerte el mundo”

      HISTORIA NÚMERO 2: UN SISTEMA EDUCATIVO OBSOLETO

      Existe una imagen rondado por internet que describe lo que le suele pasar a la mayoría de estudiantes. En la imagen aparece un profesor explicando a sus alumnos la manera en la que se les va a evaluar, el examen consiste en subir lo más rápido a un árbol cercano. Sus alumnos, que no son humanos, se quedan atónitos con semejante injusticia, ya que entre ellos se encuentran diferentes animales, una jirafa, un león, una serpiente, un pez, un elefante y un mono. Como podrás imaginar el mono salta de alegría y pasa la prueba sin ningún tipo de dificultad. En cambio el resto de animales se quedan perplejos sin saber qué hacer.

      Lo que

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