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y aclarada en el relato sobre los dos temas principales: el protagonista y los seres astrales.

      En esta versión PDF 2020, el lector hallará explicada esta relación y hallará respuestas a preguntas, tales como: Porque el título Arúmeden LXV; ¿Quiénes son los Guardianes Astrales?; ¿Cómo llegaron al planeta?; ¿Cómo se mueven en el universo visible y no?; ¿Tienen poderes y debilidades? ¿Cuál es su misión universal?

      Esta nueva edición 2020, es el resultado de un trabajo autocrítico del autor que, ha efectuado una revisión más directa a la trama para mostrarle al lector las bases técnicas, que permiten denominar a la obra como de “ciencia ficción”; porque en la primera edición, los seres energéticos astrales estaban ocultos por las vicisitudes de los actores y la investigación somera del origen de las tribus amazónicas de la zona.

      El protagonista de la novela, Grenzio Moxela, es un ingeniero eléctrico jubilado, que es exiliado a la inhabitada selva amazónica del norte de La Paz, cerca de una misteriosa tribu Amborí, con características somáticas caucásicas, que mantenía por milenios, una estrecha relación con estos seres, que requerían la presencia de un experto ingeniero, para ayudarles a rearmar su nave y programar su salida al espacio sideral.

      El autor, utiliza en la novela, la verídica caída de un meteorito en la zona, ocurrida entre 15.000 a 20.000 años atrás, cuyo impacto actual es apenas de 80 cm de altura y 8 km de diámetro, que es usado como sitio de impacto sesgado del aterrizaje de la nave. Cuando la nave, de forma saturnal en estado de trasmutación, efectúa el impacto sobre la zona, se parte en dos: El halo Adrin1 cae sobre un cerro cercano a la tribu Amborí y la esfera Dombú rueda hasta una cordillera cercana, donde ingresa a una cueva oculta por miles de años. Su condición de estar separados y enterrados, los torna inactivos, hasta que intensos rayos solares inciden en el halo y se activa un ciber cilíndrico multitarea, que se dedica infructuosamente a tratar de repararlo. Luego de milenios, logra construir un canal que interconecta ambas partes de la nave, pero no tienen suficiente energía y menos un extractor aéreo que alce el halo. Entonces los seres astrales preparan un plan para lograr ayuda técnica local.

      Por esa razón, el protagonista, de alto nivel técnico, es ahora obligado a participar desde el primer capítulo de la novela, al recibir mensajes subliminales de estos seres, mediante sueños secuenciados, ocurrentes durante toda la travesía terrestre y fluvial, que soporta el exiliado desde las montañas andinas hasta la selva amazónica, donde le muestran cómo llegaron y el estado en que se encuentran.

      El primer contacto se realiza con la llegada de Grenzio a la región, al rio Marube, que coincide con la aparición de misteriosas luces azules en la cordillera Panturere, investigados por un avión ruso MEG de última generación y despegue vertical, que desaparece misteriosamente.

      La aparición del cadáver del piloto del MEG, en un cercano río a la tribu, con uniforme peruano, llevará al exiliado a conocer la tribu y tener una inesperada aventura científica y romántica.

      La novela forma parte de una trilogía compuesta por relatos en tiempo pasado, presente y futuro de las visitas que estos seres a nuestro planeta, como Guardianes Siderales: Arúmeden es el relato de la llegada de estos seres y su primer contacto en el año 1975.

      Transcurren 47 años y la trilogía continua bajo el título “Reliquias Acuáridas”, donde se narra el retorno de estos seres en el año 2022, cuando un joven campesino de origen aymara, (quién, no cree que sus ancestros construyeron las ruinas de Tihuanaco) descubre reliquias relacionadas con el paso de un asteroide junto a las estrellas fugaces Delta Acuáridas, cuya ruta impactará el sur del lago Titicaca. Los Guardianes preparan la defensa con la ayuda de los descendientes de Arúmeden y sus amigos, para evitar la inminente catástrofe, activando las ruinas de Pumapunku.

      Transcurren otros 48 años y los Guardianes Astrales participaran, en el futuro año 2070, junto con los nietos de Arúmeden y sus amigos, en una aventura espacial bajo el título de “Genebacktone” o el Retorno del Tono Primordial, relato que se inicia con la aparición en nuestra galaxia, de un agujero negro que engullirá a la estrella Próxima Centauri y emitirá un haz concentrado de radiación XGT directamente a la Tierra.

      Capítulo 1:

      EXILIO AL NORTE AMAZÓNICO

      La embarcación pluvial remontaba a toda máquina el inicio del navegable rio Marube; había salido temprano del puerto Gutriego, el más importante de la zona. La lancha se dirigía, cargada con alimentos, víveres y diez personas, hacia el norteño puerto Barquesi ubicado a más de 200 km del lugar, el último bastión humano residente en esa abandonada zona amazónica del norte de La Paz/Bolivia.

      Un pasajero llamaba la atención entre los lugareños, era Grenzio Moxela, un caballero de unos 65 años que viajaba enmanillado y sentado en el piso, acompañado por un suboficial armado, algo normal en ese año dictatorial de 1975. Sólo el capitán del barco sabía su destino final y cuál era el tramo fluvial que tardaría entre doce a diez y ocho horas, dependiendo de las habituales paradas en poblados y haciendas ribereñas.

      Grenzio no sabía dónde se encontraba, solo admiraba la ubérrima naturaleza amazónica del lugar, que le era vagamente conocida, pero no formaba parte en sus memorias como joven ingeniero electromecánico constructor de líneas de alta tensión. Sus recuerdos recientes le llevaban esa última semana en abril 1975, pasando una tranquila vida, como jubilado, en la ciudad sede de gobierno, La Paz/Bolivia; Luego, su vida se tornaba borrosa marcada por un hecho delictuoso que se entrometió en su vida transformándolo en preso político y posteriormente exiliado de la fría urbe paceña con destino desconocido en la selva amazónica que tenía ante sus ojos. El paisaje se hacía cada vez más tropical y no se veían poblaciones ribereñas, pero seguían navegando rumbo al norte.

      Notó que tenía problemas para dormir, pese a la monotonía del sonido de las aguas del rio y el motor de la embarcación. Intentaba sacar de su mente una serie de sucesos fantásticos que le aparecían en sueños, donde se figuraba estar en contacto con extraños seres que moraban escondidos en cavernas en medio de una floresta impenetrable.

      Pasaron horas en su tedioso viaje fluvial y cuando llegó la noche, se preparó para recostarse sobre el piso de la embarcación. Apenas se durmió, sintió una descarga eléctrica que lo tensó de pies a cabeza y le hizo vislumbrar una lluvia de luces mientras trataba de recobrar su lucidez.

      En su sueño, era de día y estaba parado sobre una especie de mirador situado en un promontorio alto rodeado por una ubérrima selva tropical. Grenzio contemplaba la naturaleza sobre un antepuesto amplio alar hecho con hojas secas de palma, sostenidas por un dintel.

      El promontorio rocoso, presentaba una forma tronco piramidal con su base rayada por arcilla y vetas minerales cubiertas en casi todo su alrededor, por una tupida maleza espinosa que lo hacía inexpugnable. Grenzio, notó que el lugar se hallaba descuidado, recubierto por desordenadas lianas y hierbas crecidas desde tiempo atrás.

      La ropa que llevaba puesta, era un conjunto pantalón recortado y una camisa cerrada sin mangas sujetos por una tira en la cintura, era de hechura nativa y en tela parecida al algodón.

      Entonces tomó la decisión de observar detalladamente el mirador: notó que el piso estaba bien nivelado, armado con listones de madera pulida; Alguien había trabajado la madera y no existían aserraderos en esa zona salvaje. Aunque soñaba, no se desesperaba por salir del lugar o volver a su realidad y siguió revisando el lugar, que finalmente no le llevada a nada. Repentinamente, algo brilló en el alejado rincón Norte, se acercó y divisó una abertura circular tapada por ramas secas; las sacó y llegó hasta el borde donde sobresalía una escalera de madera finamente diseñada; Se sobresaltó y no quiso despertar o huir del lugar.

      Decidió ingresar por ese lugar, comprobando que la escalera era vertical y bajaba hacia el interior que estaba casi oscuro, cómo si esa entrada estuviera cuidadosamente colocada para no ser vista, a no ser que la luz solar llegara en pleno. Bajó por la escalera cuatro peldaños y el recinto se iluminó un poco, sorprendiendo a

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