Скачать книгу

A ordem portuguesa paralela à de Montesa (Ordem de Cristo) e as suas formas de identidade, Fernanda Olival

       Virtudes y limpieza de sangre: La influencia española en la Orden de Malta en el siglo XVI, Anne Brogini

       Apuntes para una historia de las órdenes militares tras la caída del Antiguo Régimen, Hipólito Sanchiz Álvarez de Toledo

      INTRODUCCIÓN

      El 10 de junio de 1317, después de largas negociaciones con el rey Jaime II, el papa Juan XXII otorgó la bula fundacional de la Orden de Santa María de Montesa, conocida a partir del año 1400 con el nombre de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama, momento en el cual también adoptó como símbolo distintivo propio la cruz roja de San Jorge.

      Las órdenes militares medievales nacieron en el primer tercio del siglo XII, a partir de la conquista de Jerusalén durante la primera Cruzada del año 1099, y se extendieron de forma muy rápida por toda Europa durante esa centuria. Ello se dio tanto en el ámbito de las llamadas órdenes internacionales (Temple, San Juan del Hospital, Santo Redentor, Caballeros Teutónicos...) como en su vertiente exclusivamente ibérica (órdenes de Santiago, Calatrava, Alcántara, Avís, etc.).

      Durante los siglos medievales, la gran mayoría de ellas participaron activamente en las guerras con el mundo musulmán mediterráneo, basándose para ello en la creación de una densa red de señoríos y encomiendas por toda Europa. La consecuencia fue la progresiva acumulación de un inmenso patrimonio económico y político en los diversos países y reinos del continente, pero también un patrimonio arquitectónico, artístico y archivístico. La gran peculiaridad de su presencia en la Península Ibérica frente al resto de Europa es que mantuvieron en ella un segundo frente de confrontación con la sociedad musulmana. En el caso de la Corona de Aragón, participaron directamente en las conquistas tanto del sur de Aragón como de buena parte de la llamada Cataluña Nueva, y en el siglo XIII también en las de Mallorca y Valencia en tiempos del rey Jaime I. Esta presencia en la guerra y repartimientos en el nuevo Reino de Valencia es el origen, en buena medida, de la presencia medieval de templarios, hospitalarios, santiaguistas y calatravos en dicho Reino.

      Pero, sin duda, una nueva época empezó en el año 1307, a raíz del inicio del proceso judicial abierto por el papa contra la Orden del Temple. Con la decidida colaboración de la monarquía francesa, durante los años siguientes se procedió a un embargo general de los bienes de esta orden, a la detención de sus freires miembros y, finalmente, tras el Concilio de Vienne de 1312, a su disolución de manera definitiva. Es así como, a lo largo de Europa, en determinados lugares, su patrimonio y sus bienes pasaron a otras órdenes militares, principalmente la de San Juan del Hospital; en otros territorios, al menos parte de sus bienes acabaron en manos de la corona respectiva, e incluso en otros se solucionó la cuestión creando una nueva orden militar. Esto es lo que pasó en Portugal y, también, en Valencia.

      Efectivamente, en la Corona de Aragón el rey Jaime II no aceptó integrar todos los bienes templarios en la Orden del Hospital y, después de largas negociaciones durante más de cinco años y tras el paso de dos papas, Juan XXII aceptó la solución de crear una nueva orden militar, la Orden de Santa María de Montesa. Esta solo estaría radicada en el Reino de Valencia, pero en él se le asignaron la gran mayoría de los señoríos del Hospital, más una villa real: el castillo y villa de Montesa. Con todo, la resistencia de la Orden de Calatrava –a la cual quedó adscrita eclesiásticamente– a aceptar esta solución provocó que aún pasasen dos años más, hasta julio de 1319, para que finalmente tomaran posesión de los hábitos los primeros diez freires y uno de ellos fuese nombrado primer maestre por el papa.

      La historia de la Orden de Montesa se extiende a lo largo de más de cinco siglos, hasta su disolución como institución del Antiguo Régimen en el año 1835, en el marco de la Revolución Liberal y la Desamortización de los bienes del clero en España. En su larga trayectoria, además, se distinguen claramente dos grandes etapas: la época de los maestres, desde su fundación hasta el año 1592, caracterizada por el autogobierno de sus miembros caballeros, así como por el escaso número de estos; y la época de dependencia de la monarquía, cuando la Corona pasó a ser administradora perpetua de ella en la citada fecha y hasta el primer tercio del siglo XIX. Dicho cambio, además, se vio reforzado por el permiso papal para admitir caballeros casados, con lo que desde finales del siglo XVI se multiplicaron los caballeros de hábito. Pese a esas diferencias, en el conjunto de toda su historia, la Orden de Montesa como colectivo y muchos de sus freires, caballeros o clérigos fueron parte activa en muy diversos ámbitos de la historia medieval y moderna de la sociedad valenciana. Una actividad aún hoy en día poco conocida en muchos aspectos.

      Debe reseñarse igualmente la amplitud de su presencia geográfica por el territorio valenciano. De norte a sur del antiguo Reino se localizan sus encomiendas, más de una docena, y sus señoríos, en casi cincuenta poblaciones, abarcan las más diversas comarcas. No obstante, debemos resaltar su presencia dominante en el llamado Maestrat Vell, con localidades como, entre otras, Sant Mateu, Traiguera, Peñíscola, Benicarló o Vinaròs. La Orden también estuvo presente en la comarca de la Plana, con los señoríos de Onda, Vilafamés y parte del término de Borriana. Igualmente por la huerta de Valencia, con Montcada, Silla, Sueca y tierras y casas en la propia ciudad y su entorno. Y no podemos olvidar el magnífico castillo-convento de la localidad que le da nombre, Montesa, y la vecina Vallada, así como la posesión más meridional: la Vall de Perputxent.

      Sus maestres y comendadores participaron de forma muy activa en la historia medieval y moderna de la sociedad valenciana, ocupando en diversas ocasiones cargos de gobierno del Reino de Valencia. Así, tuvieron un destacado protagonismo en la vida política a través de su presencia en las Cortes forales –donde Montesa ostentaba la segunda voz del Brazo Eclesiástico después del arzobispo de Valencia–, y también en la Diputación del General o Generalitat. Igualmente fueron usuales actores al servicio de los monarcas en la política exterior de la Corona de Aragón, por ejemplo junto al rey Alfonso el Magnánimo en el Reino de Nápoles, y lo mismo a finales del siglo XV en las campañas de la Guerra de Granada con los Reyes Católicos. Asimismo, durante la Edad Moderna sus caballeros también ocuparon cargos en los consejos reales, fueron destacados juristas y algunos de sus miembros clérigos llegaron a ser catedráticos de la Universidad de Valencia, especialmente durante el siglo XVIII.

      Como lógica respuesta a esta larguísima trayectoria, la Orden de Montesa ha sido objeto de atención por parte de eruditos y cronistas desde la Edad Moderna. Dicho interés ha continuado ya con un enfoque más académico por parte de los historiadores a lo largo del siglo XX y principios del XXI.

      En su historiografía son punto de partida las obras clásicas de frey Hipólito de Samper en el siglo XVII –expresamente concebida para reivindicar la importancia y los derechos jurisdiccionales de Montesa para situarla al mismo nivel que sus hermanas castellanas–, y de Joseph Villarroya en el XVIII –muy diferente, al intentar rescatar para las arcas de la monarquía un patrimonio decreciente desde el siglo XVI–. Ambas meritorias y útiles como primeras síntesis de su historia, si bien con un alcance y visión limitados dados los motivos para su redacción. Posteriormente, la actividad de eruditos durante la primera mitad del siglo XX ha aportado las primeras aproximaciones más claramente históricas, si bien frecuentemente con carácter descriptivo y, en parte, centrado en los pueblos que conformaron la Orden y no tanto en su historia como institución plurisecular. Finalmente cabe señalar el salto académico producido a partir de la década de 1980 y hasta la actualidad, con una intensa actividad investigadora protagonizada por muchos de los y las autoras presentes en esta obra, mediante la cual se ha ido explorando, estudiando y explicando tanto la historia de la Orden como la de sus miembros, los freires y caballeros montesianos.

      Como actividad más reciente y con motivo de conmemorarse en el año 2017 el séptimo centenario de la bula fundacional de la Orden de Santa María de Montesa, diversos historiadores han animado un conjunto de actividades

Скачать книгу