Скачать книгу

líder del socialismo portugués.

      El 8 de mayo de 1974, seis profesionales de Televisión Española, la mayoría enlaces sindicales, fueron acusados de haber formado una célula comunista. Los caídos en desgracia eran: José Luis Calderón Martín, Ángel de la Cruz Bermejo, Francisco Abad Fuentes, Carmen Frías Arroyo, José Luis Gallego Cáceres y Gregorio Miguel González Linde. Estas detenciones, a un año vista de la muerte del dictador, son una clara evidencia de que el régimen nunca dejó de utilizar la amenaza y la represión como método de control estatal sobre la sociedad española.

      En las universidades catalanas la crispación estudiantil seguía latente debido al nuevo proyecto de selectividad que se quería poner en marcha, respondiendo los estudiantes con paros generalizados que automáticamente eran minimizados por el gobierno de la forma ya conocida, intentando dar una imagen de estabilidad fuera de la realidad. Por otro lado, a veces era sorprendente encontrar algunas manifestaciones que provenían del propio gobierno cuando utilizaba un lenguaje o unas palabras arriesgadas para la época; véanse como ejemplo las declaraciones efectuadas el 14 de mayo por el vicepresidente Antonio Barrera de Irimo cuando afirmaba que el cambio era necesario y la palabra democracia no era pecaminosa. La cuestión era poder interpretar el significado de esos conceptos sabiendo quien lo proponía.

      El 25 de mayo, el ministro de la Gobernación, José García Hernández, presentó el proyecto de ley de Régimen Local en el Consejo Nacional. La novedad más destacable fue que, aunque los alcaldes de Madrid y Barcelona seguirían siendo elegidos por el jefe del Estado, a partir de entonces, y en los demás ayuntamientos, los concejales serían elegidos por el pueblo, que a su vez votarían al alcalde, siendo esto un pequeño avance en la representación ciudadana después de varias décadas. Como era de esperar, desde la oposición democrática se calificaron estos cambios simplemente como anecdóticos en un sistema decadente. Mientras tanto, el dato cultural se centró en el regreso a España de uno de nuestros grandes intelectuales, el novelista español Ramón J. Sender, exiliado en EE.UU.

      Es de suponer que, en Cataluña, al igual que en el resto de España, la idea generalizada en la oposición, tanto de la derecha como de la izquierda, era que la vida del dictador se extinguiría a corto plazo. Por ese motivo, las reuniones y las coincidencias con representantes del poder, aprovechando generalmente encuentros culturales o económicos, se fueron incrementando, algunos tan llamativos como el encuentro organizado por el semanario Cambio 16 celebrado el 29 de mayo de 1974 en el Hotel Ritz, que fue bautizado por la prensa como: «la Bomba del Ritz». En ese lugar se reunieron políticos de la izquierda y derecha clandestina junto a miembros de la Asamblea, monárquicos y empresarios, algunos de ellos bastante conocidos, entre ellos: Joan Reventós, Agustí de Semir, Josep Solé Barberà, el Marqués de la Vega Inclán, Ramon Trías Fargas, Santiago Nadal, Josep Andreu Abelló, Lluís Carulla, Martí Más, Salvador Millet i Bel, Antoni de Moragas y Manuel Jiménez de Parga.

      El 1º de junio de 1974, Rodolfo Martín Villa fue nombrado gobernador civil de Barcelona, sustituyendo a Tomás Pelayo Ros. Por esas fechas, Jordi Pujol, que poco a poco iba saliendo del anonimato desde su puesto directivo en Banca Catalana, expuso mediante unas declaraciones, sus propuestas de futuro para Cataluña:

Скачать книгу